Haz que tu vida cuente: doce reglas para adolescentes

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PRESENTADOR:

La pregunta de hoy viene de un adolescente llamado Payton. Es una pregunta sobre cómo hacer que nuestras vidas cuenten. Este es uno de los temas principales de su ministerio, Pastor John —no desperdiciar nuestras vidas—. Y, antes de hacer la pregunta, quiero hacer un comentario para los padres y abuelos de adolescentes: este es un episodio que quizás quieran compartir con los adolescentes en su vida.

Esta es la pregunta: “Hola, pastor John. Me llamo Payton y tengo quince años. He escuchado sus sermones y este podcast durante el último año, y ha sido de gran ayuda en mi caminar cristiano. Como joven de quince años, ¿cómo puedo marcar la diferencia en el mundo siendo cristiano? ¿Cómo puedo hacer que mi vida cuente?”.

JOHN PIPER:

Bueno, quiero compartir mis doce reglas para jóvenes de quince años. En realidad, doce reglas para adolescentes. La mayoría de ellas son aplicables a las jóvenes adolescentes también, si tan solo hacen un pequeño ajuste. Pero Payton es un varón, así que quiero hablar directamente a él.

1. Honra a tus padres

“Honra a tu padre y a tu madre” (Efesios 6:1-2). Estas son maneras de hacer que tu vida cuente. “Honra a tu padre y a tu madre”. Nunca los trates con desprecio o los menosprecies a sus espaldas o frente a tus amigos. Eso es una señal de honrarlos. Es una señal de madurez, y agrada al Señor.

2. Saborea la Biblia

Examina tu Biblia todos los días y ora para que tenga el mayor impacto en tu vida. No te limites a leerla, devórala. Escarba en ella como un avaro busca el oro y la plata. Pide a Dios cada vez que abras tu Biblia: “Muéstrame cosas maravillosas aquí, cosas grandes, cosas que transformen mi vida” (ver Salmo 119:18). Saboréala como saboreas tu comida favorita. Luego medita en ella día y noche (Salmo 1:2). Llévala contigo. Serás “como árbol plantado junto a corrientes de agua” (Salmo 1:3). No serás como una hoja arrastrada por el viento.

3. Enfócate en el carácter

No te enfoques en sacar buenas notas en la escuela. Enfócate en aprender realmente todo lo que puedas y usar todo lo que aprendas para convertirte en un hombre de carácter. La Biblia nos llama claramente a crecer en gracia, en conocimiento (2 Pedro 3:18). Nunca nos llama a sacar buenas notas. Las calificaciones se cuidarán solas si realmente exprimes todo el aprendizaje que puedas de cada curso en la escuela secundaria.

4. Escoge bien tu centro de estudios

Si tienes que elegir tu centro de estudios, ya sea la escuela secundaria o la universidad, no lo hagas por su popularidad, su biblioteca, sus equipos deportivos, su tamaño o sus fiestas. Escógela por la sabiduría de sus profesores. Elige profesores, no cursos; elige maestros, no escuelas. Proverbios 13:20 dice: “El que anda con sabios será sabio”.

5. Sal a citas con la intención de casarte

Deja las citas para cuando el matrimonio sea una opción real. Déjalo para entonces. El concepto de las citas como una especie de mero pasatiempo en nuestra cultura occidental no es sabio. Nuestra atracción por el sexo opuesto, creada por Dios, es algo bueno. Está diseñada por Dios para conducir a la gran y maravillosa satisfacción del matrimonio. Para eso es.

Haz cosas con jóvenes —hombres y mujeres— en grupos, y deja las citas individuales para cuando estés listo para considerar seriamente el matrimonio. Yo salí por primera vez (con el corazón palpitando a toda velocidad) cuando tenía 20 años, y me casé con ella. Seguimos casados y felices 55 años después. Fue una buena decisión.

6. Mantente ocupado “haciendo”

La regla número seis viene de mi padre. Él decía: “Ocúpate tanto en ‘hacer’ que no tengas tiempo para las cosas que ‘no debes hacer’”. Ese era su comentario al considerar que la Biblia dice que hay muchas cosas que no debemos hacer. Hay muchas cosas que no debemos hacer como adolescentes o adultos, algunas porque son completamente malas, pero muchas simplemente porque no son útiles. Son pesos, no pecados. Es como llevar un abrigo cuando corres un maratón. Eso no va contra las reglas; solo que no es sabio, es una necedad.

Sabemos que estas cosas no edifican nuestra fe. No mantienen nuestras mentes puras. Así que la solución de mi padre no era insistir en todas las cosas que los cristianos sabios no hacen, sino llenar tu vida con tantas cosas buenas y útiles que no tengas tiempo para las cosas cuestionables: “Ocúpate tanto en ‘hacer’ que no tengas tiempo para las cosas que ‘no debes hacer’” (ver Gálatas 6:9; 2 Tesalonicenses 3:13; 1 Corintios 15:58).

7. Sé apasionado, no perezoso

Todo lo que tu mano halle para hacer, hazlo con todas tus fuerzas (ver Eclesiastés 9:10). Si quieres que tu vida cuente, no puedes quedarte a medias. Si vale la pena hacerlo, hay que hacerlo con pasión. Colosenses 3:23 dice: “Todo lo que hagan, háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”.

O considera Romanos 12:11: “No sean perezosos en lo que requiere diligencia [o pasión]. Sean fervientes en espíritu [la traducción literal es hirviendo: ‘hiervan en su espíritu’], sirviendo al Señor”. Así que, no seas perezoso, sino celoso o apasionado; no tibio, sino ferviente o hirviente en tu espíritu. Termina con la tibieza en tu vida.

8. Ofrece tus dones

No te preocupes por los dones que no tienes, sino toma los pocos que tienes y ponlos en las manos de Cristo, como el niño que tenía los cinco panes y los dos peces. Los puso en las manos de Jesús. Tu mano no debe decirle a tu ojo: “Porque no soy ojo, no sirvo para el cuerpo”. Eso lo adapté de 1 Corintios 12:21 (ver también 1 Corintios 12:15-16). Considero que esta es una de las lecciones más importantes que he aprendido.

A medida que avanzaba en la escuela, veía cada vez más claramente en qué cosas no era bueno. Si me hubiera enfocado en eso, en lo que no me salía bien… vaya que sí hubiera fallado. Hay una larga lista de cosas en las que no soy bueno. Por ejemplo, nunca he formado parte de ningún equipo deportivo, leo muy despacio y tengo muy mala memoria. Y así sucesivamente.

Si me hubiera enfocado en eso, creo que no habría conseguido nada. En cambio, vi dos o tres cosas que podía hacer, y podía hacerlas tan bien como otros, tal vez incluso mejor. Y dije: “Señor, ayúdame a no malgastar energía lamentándome por lo que no puedo hacer, y ayúdame a hacer lo que puedo hacer con todas mis fuerzas. Tómalo. Úsalo. Haz que cuente”.

9. No vivas para agradar a la gente

No vivas para agradar a la gente. Pablo dice en Gálatas 1:10: “¿busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O me esfuerzo por agradar a los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo”.

Ahora bien, eso no es tan sencillo como podrías pensar, porque hay otros textos que dicen que debemos tratar de agradar a los demás, como Romanos 15:2: “Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno para su edificación”. Agradar a los demás, ayudarles a ser más fuertes en la fe, es bueno. No se trata de ti. Se trata de confiar en Cristo, de ver a Cristo, de conocer a Cristo.

Pero agradar a otros para inflar nuestro ego, para evitar que nos critiquen, o para escapar del sufrimiento o de las dificultades —eso no es bueno—. Sé lo bastante maduro para saber cómo no ofender a los demás, y luego sé totalmente indiferente a sus elogios cuando tu propio ego o tu propia seguridad estén en juego. Haz lo correcto, y deja lo que resulte de eso a la providencia de Dios.

10. Fracasa bien

No te dejes vencer por los fracasos. Si nunca fracasas en nada, no estás intentando suficientes cosas. Si nunca fracasas, no te has arriesgado lo suficiente. Todos comenzamos como fracasados —todos—. Eso es el pecado —es un fracaso—. Debemos honrar a Dios, pero en eso todos comenzamos reprobados, y el castigo que merecemos es el infierno. Además, Pablo dijo en Romanos 7:15-19 que, incluso después de convertirse en cristiano, tropezó de muchas maneras, haciendo lo que no quería hacer.

Pero aquí está la gloria del evangelio de Cristo (y nuestras vidas están edificadas sobre el evangelio): Jesús cubrió nuestros pecados. Él nos imputó la justicia que no tenemos naturalmente. Ser aceptados por Dios es algo que no podemos ganar. Por eso decimos con Pablo en Filipenses 3:13: “una cosa hago: olvidando lo que queda atrás…”. Él tenía muchas cosas que necesitaba olvidar.

Todos tenemos fracasos. Todos los días no estamos a la altura de cómo nos gustaría hablar o tratar a la gente. Si nos aplastan esas cosas, nuestra vida nunca contará. Así que no mires al pasado de esa manera. “Olvidando lo que queda atrás”, dice Pablo, “y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14). No te dejes vencer por los fracasos del pasado.

11. Lucha contra el pecado y la tentación

“No busquen satisfacer los malos deseos de la naturaleza humana”. Eso dice Romanos 13:14 (DHH). Conoce las cosas, los tiempos y los lugares que te atraen al pecado, y evítalos. No serás usado por Dios para nada grande si vives cediendo al pecado, y una manera crucial de luchar contra el pecado es rechazarlo de inmediato. No te pongas en ninguna situación en la que el pecado pueda dominarte. Eso puede ser el pecado sexual o la tentación a la avaricia, al orgullo, a la ira, o a cualquier otro pecado.

12. Vive para magnificar a Cristo

Por último, no vivas para seguir vivo. Vive para engrandecer a Cristo. Me encanta Hechos 20:24, donde Pablo dice: “en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús”. El sentido de la vida no es permanecer vivo. Es magnificar la grandeza de Jesús. Como dice Pablo en Filipenses 1:20: “mi anhelo y esperanza [es que] Cristo será exaltado en mi cuerpo, ya sea por vida o por muerte”.

Procura hacer estas doce cosas, y te prometo que tu vida contará.


Episodio original en inglés: https://www.desiringgod.org/interviews/make-your-life-count-twelve-rules-for-teens

John Piper

John Piper

John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

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