¡Cuánto ha avanzado la humanidad! ¡Cuánto el ser humano llena su boca para gritar a los cuatro vientos las maravillas de su intelecto! Pero este coronavirus que tiene al mundo de rodillas y encerrado, ha dado una bofetada al presumido ser humano, ese que cree que es más que su Creador, ese que piensa que no necesita de Dios en estos tiempos modernos. Lo triste del envanecimiento humano, es que no es exclusivo de los que viven alejados de Dios, no es propio de los ateos, sino que también corroe el corazón de quienes nos llamamos hijos de Dios. Por tal motivo es necesario recordar constantemente quiénes somos nosotros y quién es nuestro Trino Dios. Para hacer memoria de la cruda realidad, es necesario leer lo que señalaba Bildad suhita en el libro de Job 25:4-6 ¿Cómo puede un hombre, pues, ser justo con Dios? ¿O cómo puede ser limpio el que nace de mujer? Si aun la luna no tiene brillo y las estrellas no son puras a sus ojos, ¡cuánto menos el hombre, esa larva, y el hijo del hombre, ese gusano! Sí, gusanos nos dice la Biblia, ¡oh, cuanto duele esa palabra! Sí, incluso postrados ante un enemigo minúsculo y casi invisible seguimos siendo orgullosos. Pero somos gusanos cuando nos comparamos con el gran Dios, Él es más grande de lo que nuestra limitada mente pueda imaginar. El mismo Bildad dijo: Dominio y pavor pertenecen al que establece la paz en sus alturas. ¿Tienen número sus ejércitos? ¿Y sobre quién no se levanta su luz? (Job 25:2-3) Nuestro Dios está en lo alto, su reino no tiene fin, su poder no conoce de límites, Él posa sus ojos sobre toda la obra de sus manos. Dios es el ser más grande, es tan enorme que no existen palabras que puedan describirlo, el vocabulario de cualquier idioma se queda corto cuanto se intenta declarar quién es el Soberano del universo. Sí, somos gusanos; Sí Dios es extraordinariamente infinito, no tiene igual. Deberíamos temblar cuando esta realidad se muestra ante nosotros. Pero también ante esta verdad, el gozo debe inundar el alma humana, o por lo menos (principalmente) en aquellos que hemos recibido la gracia de la redención, pues a pesar de ser tan pequeños y sin importancia, Dios ha decidido amarnos, es algo que no tiene comprensión, es algo que no tiene sentido, pero así es, la Palabra lo muestra: Porque yo soy el SEÑOR tu Dios, que sostiene tu diestra, que te dice: «No temas, yo te ayudaré». No temas, gusano de Jacob, vosotros hombres de Israel; yo te ayudaré—declara el SEÑOR— y tu Redentor es el Santo de Israel. (Isaías 41:13-14) Somos los pequeños de un gran Dios, Él cuida de nosotros; sin merecerlo Él decidió velar por aquellos que son sellados por Él y para Él. Por lo tanto, gusano del Señor, no temas ante el coronavirus, no temas ante ninguna situación, el Señor de forma ilógica viene a tu encuentro, viene a ayudarte y recordarte que Él, él único poderoso Rey tiene el control. Confiemos pues en el Señor, recordemos que aquel que gobierna y sustenta la creación ha prometido estar con nosotros. Por esto, es maravilloso ser cristiano.