Me llena de alegría la cantidad de correos electrónicos que recibo de parte de jóvenes que sienten el llamado al ministerio pastoral y a iniciar iglesias. Algunos se comunican conmigo para que les ayude a saber si realmente están llamados al ministerio pastoral. A estos los refiero inmediatamente a sus pastores, pues es en la iglesia local que se confirma si realmente hay llamado al ministerio pastoral o si cumplen con los requisitos para ser Anciano.
Todos somos ministros
Quisiera aprovechar estas líneas para dejar establecido un principio que muchos jóvenes pierden de perspectiva: todo cristiano es un ministro. Pablo dice en Efesios 4:12 que la responsabilidad del pastor es capacitar a los santos para la obra del ministerio. Todo creyente está llamado a servir. Si creemos en el sacerdocio de todo creyente, creemos que todo creyente ha sido dotado por Dios para servirle a Él y a los demás. A algunos esta realidad se les hace difícil de comprender, pues piensan que servir como maestros de Escuela Dominical, limpiar el templo, trabajar en el sonido o la transmisión, servir como ujier, entre otras tareas en la iglesia, no es hacer ministerio. ¡Qué grave error!
El llamado lo hace Dios
Si lo que la mayoría pondera al pensar en el ministerio es una vocación para servir a tiempo completo, debemos primeramente definir que el pastorado no es un oficio, es un llamado y el llamado lo hace Dios. Ese llamado es similar al de la salvación. Somos salvos no por nada que hayamos hecho sino por lo que Dios hizo a través de Su Hijo. Así que mi primer consejo al que dice sentir un llamado al ministerio es que se pregunte si verdaderamente es cristiano, si ha nacido de nuevo. En el libro “Pastor Reformado”, Richard Baxter apela a que hay muchos “pastores” o “predicadores” que ni siquiera son cristianos. Por eso las palabras del apóstol Pablo en Efesios 2:1-10 son cruciales. ¿Reconoces que estabas muerto en tus delitos y pecados y que Dios te llamó a sí mismo a través de la proclamación del evangelio? ¿Entiendes la expresión de Pablo en 1ra Corintios 1:9 cuando dice que “fiel es Dios, por medio de quien fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro”? Si el joven que se siente llamado no reconoce que fue llamado por Dios a salvación, jamás podrá confirmar que es Dios quien le está llamando al ministerio. Se puede confundir fácilmente con un sentimiento, emoción, habilidad, talento o deseo y no con un genuino llamado de parte de Dios.
Juan Calvino lo dijo así: “Nadie puede ser llamado al oficio de la enseñanza excepto aquellos que de alguna manera ya han sido escogidos por Dios.”
El Síndrome del Teólogo Joven
Joven, si eres salvo y reconoces que lo eres por la única y exclusiva soberana voluntad de Dios, entonces podrás entender que la única manera de entrar formalmente al ministerio es por la exclusiva soberana voluntad de Dios. Miles de jóvenes tienen, cómo dice mi amigo pastor Otto Sánchez, el “Síndrome del Teólogo Joven” y han confundido conocimiento con llamado. No me malinterpreten, yo estoy emocionado del ver un despertar especialmente en la juventud por las Doctrinas de la Gracia, un deseo por vivir centrados en el Evangelio y apegados a la Escritura, pero ese deseo sino es confirmado como llamado por Dios, bien administrado y dirigido por un Bernabé, puede ser un arma peligrosa.
El Pastorado no es un Trabajo, es un Llamado
Yo fui a la universidad a estudiar Administración de Empresas porque eso era lo que yo deseaba pero uno no escoge ser pastor. Muchos han creído que ir a un Seminario los hace pastor. Otros piensan que ver muchos mensajes de Washer, MacArthur, Piper, Keller, Sproul o conocer a todos los puritanos, los califica al ministerio pastoral.
El pastor Conrad Mbewe dice: “Ni una cabeza llena y ni una biblioteca completa son suficientes para el ministerio pastoral”.
Esa percepción errónea es una de las razones principales porque un gran número de “pastores” dejan el ministerio en los primeros 5 años como muestran algunas estadísticas. Muchos entran al ministerio con el motivo incorrecto, y cuando la demanda llega lo que saben no es suficiente. Así que mi recomendación a esos jóvenes apasionados por Dios es: cuidado que la pasión te haga llamarte a hacer algo a lo que Dios no te ha llamado.