Predicar y escuchar el evangelio no es suficiente. Jesús no solamente predicó el evangelio, sino que también fue su mediador. Así como enseñó y modeló el evangelio de la gracia, también lo medió a través de Sus relaciones de carne y sangre. No confió solamente en ondas de aire lanzadas desde la cima de la montaña. Siempre bajó de la montaña para caminar entre el desorden diario de los pecadores. Jesús estaba unido a discípulos que a su vez estaban unidos los unos a los otros. El evangelio tuvo un efecto viral mediante carne y sangre, no mediante silicio y megabytes. El Señor actuó como mediador del evangelio del Padre, del Hijo y del Espíritu a través de relaciones padre-hijo con otros. Su encarnación no solo consistió en llevar la cruz sino que también sirvió de ejemplo a Sus discípulos. Pablo también bajó el evangelio a la tierra cuando confrontó divisiones y una escatología mal enfocada en Corinto. La iglesia estaba más orientada hacia las personalidades que hacia las personas, guiada por personajes públicos más que patrocinada por mentores que pudieran imitar. Escribiendo a la iglesia, Pablo contrasta a los guías con los padres: «Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. Por tanto, os ruego que me imitéis» (1 Co. 4:15-16). Los guías eran tutores contratados y vinculados a sus estudiantes por dinero. Pero los padres son líderes que se relacionan y se vinculan a sus hijos por amor. Pablo también instó a la iglesia para que fuera mediadora del evangelio a través de relaciones cercanas y dignas de imitar. Por tanto, no es suficiente identificarse con un guía del evangelio. Los autores, los predicadores y los maestros favoritos no son suficientes para el discipulado. Los maestros contratados y relacionalmente desvinculados no pueden reemplazar a los padres comprometidos que aman. De acuerdo con lo dicho por Jesús y Pablo, la iglesia necesita desesperadamente recuperar un evangelio transmitido a través de las relaciones. Necesitamos padres, no solo guías.
¿Quién tiene la culpa: Youtube o los pastores?
Hoy en día muchos cristianos se identifican con predicadores concretos a través YouTube o sermones en línea. Escuchar estos sermones puede ser un beneficio tremendo para el crecimiento cristiano y la expansión del evangelio. Sin embargo, en manos de pecadores, los videos de sermones en YouTube también pueden perjudicar el crecimiento. Los oyentes pueden estar tan adheridos a un predicador de fuera de su iglesia que se identifican menos con aquellos dentro de su congregación. Poseen un evangelio comunicado a través de la tecnología, no uno basado en las relaciones personales. Cuando esto ocurre, el crecimiento de los discípulos se dificulta así como también la misión de la iglesia. Priorizan la doctrina sobre la vida en lugar de tener cuidado «de ti mismo y de la doctrina» (1 Ti. 4:16). Cuando el discipulado es dominado por la doctrina, te tienta a actuar como un jugador de sofá. Los discípulos intentan dirigir las cosas, criticando a los pastores locales por no ser como otros predicadores celebridad o por no dirigir la iglesia como ciertos profesionales. Las comparaciones con predicadores de YouTube —no los videos en sí— minan la centralidad de la iglesia local. En lugar de buscar activamente líderes locales para el discipulado, los miembros de la iglesia escuchan pasivamente los sermones de otros predicadores. Mientras que una multitud de guías se apilan en las listas de YouTube, el discipulado local declina. Esta comparación de YouTube pone en peligro el impulso discipulador del evangelio. Produce más guías y fans que padres e hijos. Y lo que es peor, representa erróneamente el evangelio del Dios que discipula. ¿Quién tiene la culpa de esta hambruna? ¿La tecnología? El magnate de los medios de comunicación David Sarnoff dijo: «Con demasiada rapidez convertimos los instrumentos tecnológicos en los chivos expiatorios de los pecados de aquellos que los usan». Los videos de YouTube no tienen la culpa. Nosotros la tenemos. Echar la culpa a la tecnología no ayudará a nuestras iglesias a levantar padres espirituales para discipular a otros. Tanto los pastores como los no pastores confunden una dieta de información teológica con un discipulado que abarca la vida entera. Como resultado, nos enfrentamos a una hambruna de discipulado en medio de un festín homilético. Tanto los pastores como las iglesias necesitan arrepentirse de esto. La siguiente entrada nos ayudara a ver como podemos retomar y vivificar el discipulado mientras rescatamos la presentación del evangelio en el proceso. Artículo original de 9Marks.