¿Cuál es el papel de un padre en el cuidado de un bebé?

Hay pocos llamados más altos que el de ser un padre que muestra a Dios, a Cristo, al amor apostólico y a la madurez para sus propios hijos.
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John Piper es pastor, teólogo, predicador, autor y esposo, padre y abuelo. La pregunta de hoy es sobre ser esposo y padre, específicamente padre de hijos pequeños. La pregunta viene de una joven y confusa esposa y madre llamada Mary. “Querido Pastor John, mi esposo y yo tuvimos recientemente nuestra primera hija, una hermosa niña. Ahora tiene siete semanas. Mi esposo, sin embargo, no parece querer ayudar mucho con ella. Nunca cambia los pañales. Y tengo que pedirle que la abrace. Afirma que como trabaja fuera de casa no debería tener que cuidar de ella. ¿Qué opina de esto? ¿Qué papel debería tomar un esposo cristiano en el cuidado de los niños y sus necesidades en el hogar?”.

Diferentes situaciones de la vida

Creo que puedo ilustrar con un fiel cuadro bíblico el tipo de cosas a las que un esposo cristiano piadoso debería inclinarse si se somete a las Escrituras y es guiado por el Espíritu Santo y confía en las promesas de Dios. Pero no quiero dar a entender con este cuadro que voy a describir que cada matrimonio tendrá la misma proporción de actividades repartidas entre una esposa y un esposo. Más bien, este es el tipo de cosas en las que un hombre se inclinará si ama las Escrituras, vive por el Espíritu y saca fuerzas de las promesas de Dios. La razón por la que hago esa afirmación es porque si tienes una mujer que tiene seis hijos y un esposo que trabaja ocho horas —se va a las 8:30 a.m. y vuelve a casa a las 5:30 p.m.— y él está sentado la mayor parte del día mientras ella se ocupa de seis hijos, es posible que se vea diferente cuando él llegue a la casa, que con un solo hijo y ella se quede en casa mientras él trabaja doce horas de trabajo en la construcción todo el día y vuelve a casa a las 8:00 p.m. Simplemente se verá diferente. Pero en cualquiera de esos casos, lo que estoy a punto de describir creo que es verdad.

Proveer, proteger, sacrificar

Primero, un esposo piadoso sentirá una responsabilidad muy especial ante Dios de amar a su esposa e hijos guiándolos, proveyendo para ellos y protegiéndolos. La razón por la que digo esto es porque veo las tres acciones —dirigir, proveer y proteger— como lo que describe el tipo de amor que se supone que un esposo debe tener según Efesios 5:25-33. Segundo, la naturaleza de ese amor por su esposa e hijos incluye una inclinación abnegada y sacrificada a honrar y nutrir las relaciones en su familia. Pablo dice en Efesios 5:29, “Nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la alimenta y la cuida, como Cristo a la iglesia”. Eso se aplica principalmente a la esposa, pero sus hijos son por implicación también su propia carne, de manera muy profunda. La masculinidad que emana de Cristo tiene la inclinación innata dada por Dios de usar la fuerza para honrar y nutrir a la esposa y a los hijos.

Utilizando nuestra fuerza…

Tercero, Pedro llama a la esposa el vaso más frágil, y no infiere de ello una falta de respeto, sino un mayor honor del marido (1 Pedro 3:7). De esto se deduce que un marido cristiano buscará expresar o expandir su fuerza para apoyar a su esposa en sus obligaciones en lugar de llamar la atención sobre su propia debilidad y cansancio. En otras palabras, la fuerza de un hombre en su humanidad dada por Dios debería inclinarlo a hacer un esfuerzo extra para ayudar a su esposa con los niños —incluyendo el cambio de pañales con sus grandes y fuertes brazos— al igual que ella querrá hacer un esfuerzo extra como una ayuda única adecuada para él. Esta es una hermosa competencia en el matrimonio, donde ambos buscan superarse mutuamente en mostrar honor y servicio (Romanos 12:10).

Cuidado personal

Cuarto, Pablo dice en Efesios 6:4, “Padres, no provoquéis a vuestros hijos a la ira, sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor”. Ahora, la aplicación es que los padres tienen un papel único para mostrar el carácter del Señor Jesús y la naturaleza de Dios. Es importante señalar que las madres son cruciales, esenciales para mostrar a Cristo y la semejanza de Cristo a los niños. Pero la paternidad de Dios y el señorío de Jesús no se nos revela por casualidad. Los padres tienen un papel único en mostrar a sus hijos cómo es Dios Padre. Sabemos que Dios Padre está pendiente hasta de los cabellos de nuestra cabeza. Los tiene todos contados. Dios es muy detallista, Él toma un pelo a la vez: 1, 2, 3… 3002, 3003… Cuenta los pelos de nuestra cabeza (Mateo 10:30). Esa es una imagen de la atención, la cercanía y el cuidado práctico que Dios proporciona a Sus hijos. Esa es la imagen en Mateo 10:30 de nuestro Padre. EPorque él conoce nuestra condición; recuerda que somos polvo” (Salmo 103:14). Nos lleva cuando estamos cansados (Isaías 46:4), cuando estamos débiles al principio y al final de la vida. Es un apoyo para Sus hijos. Canta por nosotros y se alegra de hacernos bien (Sofonías 3:17). Nos lleva a Su propio gozo en lugar de a Su melancolía: “Entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21). Estas son todas las cosas que un padre en su rol, según Efesios 6:4, querrá enseñar y modelar para sus hijos.

Mostrando a Cristo

Quinto, un padre piadoso no sólo querrá mostrar el amor y cuidado de Dios Padre a sus hijos de todas estas maneras, sino que querrá modelar para ellos el corazón de Jesús. Cuando los discípulos vieron que la gente traía niños a Jesús, trataron de detenerlos porque pensaban que aquellos niños no eran importantes. Jesús los reprendió. “Y le traían aun a los niños muy pequeños para que los tocara”. Todo padre debería alegrarse de poder traer sus niños a Cristo. “pero al ver esto los discípulos, los reprendían”. Puedes pensar en todo tipo de razones por las que podrías reprender a estos padres: “¿no sabes que Jesús está cansado?”, “¿no sabes que eso de cuidar niños es trabajo de una mujer?”. Hay muchas razones por las que un hombre podría decir: “Los niños no son tan importantes como para que les ponga atención y me encargue de ellos”. “Mas Jesús, llamándolos a su lado, dijo: Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque de los que son como estos es el reino de Dios” (Lucas 18:15-16). Estos niños son como el tipo de personas a las que Dios se inclina. Jesús se inclinó por los niños, no se alejó de ellos. De hecho, creo que dijo algo sobre los niños que es una de las cosas más sorprendentes que ha dicho. Solía citarlo a menudo cuando me dirigía a nuestros voluntarios que cuidaban bebés en la iglesia: “El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió” (Marcos 9:37). Eso es sorprendente. Si recibes a un niño en el nombre de Jesús, no sólo recibes al niño, sino que también recibes a Jesús, recibes al Dios Todopoderoso, al Creador del universo. Eso es asombroso. Creo que ninguno de nosotros puede comprender lo que implica recibir al Creador del universo y lo que implica recibir a un niño. Pero eso es lo que dice la Escritura. Y un esposo que quiere ser como Jesús y recibir a Jesús y recibir a Dios Padre estará muy atento en cuidar, acoger, jugar y criar a sus hijos.

Un corazón de amor

Finalmente, un padre cristiano querrá tener el corazón de los apóstoles hacia sus hijos y mostrarles cómo relacionarse con los demás desde los primeros meses de vida. Esto es lo que dijo Pablo. Su corazón estaba con los tesalonicenses. Él escribió en 1 Tesalonicenses 2:6-8: Ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo. Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos. Ahora, si Pablo habló de esta manera como un padre en la fe hacia los convertidos, cuánto más un padre cristiano querría tratar a sus hijos de esta manera y querer que sus hijos aprendan con el ejemplo de su padre. Incluso cuando son bebés, aprenden mucho desde el comienzo. Incluso de niños, aprenden cómo un hombre piadoso ama. Este hombre dice que como trabaja fuera de casa no debería tener que cuidar de su hijo. La mente y el corazón de este hombre necesitan un cambio de actitud hacia un patrón bíblico de pensar, un cambio del Espíritu Santo, para que cambie su forma de pensar a la de Dios. Hay pocos llamados más altos que el de ser un padre que muestra a Dios, a Cristo, al amor apostólico y a la madurez para sus propios hijos. Esta labor es un privilegio y un honor, mas que una obligación.

John Piper

John Piper

John Piper (@JohnPiper) es fundador y maestro de desiringGod.org y ministro del Colegio y Seminario Belén. Durante 33 años, trabajó como pastor de la Iglesia Bautista Belén en Minneapolis, Minnesota. Es autor de más de 50 libros.

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