Hace muchos años, cuando comencé mis estudios teológicos, me encontré con el pasaje de Colosenses 1:15-20, una fuente inagotable de cristología en su máximo esplendor. Recuerdo que de allí podíamos escribir ensayos enteros sobre la persona de Jesús. Discutí con mis maestros por horas cómo las verdades de estos versículos sirvieron para destruir toda clase de herejías históricas. Sin embargo, debo reconocer que buena parte de lo que estudié en el seminario bíblico fue muy académico y no llegó a mi corazón (por supuesto, por culpa de mi pecado, no de mis profesores o de las materias en sí).
Por eso, uno de los recuerdos más dulces que tengo de mi vida cristiana fue cuando llegué nuevamente a ese pasaje en mi tiempo devocional a solas con Dios. Ahí me di cuenta, ya no de una forma meramente académica, sino profundamente espiritual, las implicaciones que Colosenses 1:15-20 tiene para un cristiano.
Estos versículos constituyen una de las más grandes exaltaciones a Cristo en toda la Escritura. Estas líneas poéticas del apóstol Pablo muestran la supremacía de nuestro Señor sobre todo el universo como ningún otro pasaje lo hace. Así que, antes de meditar en él, necesitamos deleitarnos en su lectura:
Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen.
Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía. Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud, y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de Su cruz, por medio de Él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos (Col 1:15-20).

¿Por qué son “líneas poéticas”? Es posible que en algunas versiones de la Biblia este pasaje aparezca con una sangría diferente (un poco corrido a la derecha). La razón es que así se marca la poesía en nuestras traducciones al español. Los expertos afirman que estos versículos eran un poema común entre los cristianos del primer siglo, pero que Pablo lo adaptó aquí para su Epístola. Sea como sea, es claro que Pablo utiliza los recursos de la poesía para mostrar quién es Cristo.
Ahora, pensemos por un momento en lo que es un poema. ¿Cuál es el propósito de la poesía? Su objetivo es mostrar el valor y belleza de algo. Cuando los jóvenes enamorados se envían versos, buscan resaltar las cualidades de esa persona amada. Creo que eso es lo que Pablo busca hacer aquí: mostrar el valor de Cristo. Y, entre las infinitas implicaciones de meditar en cuán valioso es nuestro Salvador, quiero compartir tres formas en las que esta descripción impulsa nuestra confianza en Él.

1. Confiamos en que Él nos sostiene
La primera característica de Cristo en este poema es que Él es el “primogénito de la creación”. La NTV dice “supremo sobre toda la creación”. Ambas cosas significan que, entre todo el universo, Él es la persona más importante. Pero no es una criatura que sea mejor que las otras, sino que es el Creador de todo. ¿Cómo sabemos esto? Varias razones:
- Al venir al mundo, Él nos mostró a Dios; fue la “imagen del Dios invisible” (15).
- Además, todas las cosas fueron creadas por medio de Él; al ser el Verbo o la Palabra de Dios (Jn 1:1), Él estuvo allí cuando Dios dijo “sea la luz”.
- Pero, aún más, todas las cosas fueron creadas para Él; las cosas visibles e invisibles sirven para hablar de las bondades de Cristo.
- Finalmente, Él sostiene las cosas creadas; cada átomo del universo se mantiene en su lugar por Su poder.
Definitivamente todo esto corresponde a Dios mismo, no a un ser creado.

Esto tiene una gran importancia cuando pensamos en el sustento diario de nuestros cuerpos. Si es el poder de Cristo el que mantiene todo existiendo, ¿por qué caigo en el error de pensar que mi sustento y el de mi familia dependen de mí? Esto es particularmente importante para aquellos que trabajamos para traer comida a nuestro hogar. Si bien nuestro llamado como seres humanos es a usar nuestras manos para conseguir el alimento, realmente es Cristo quien nos sostiene, no nosotros mismos.
Esto también tiene una aplicación para la enfermedad. Si hay algo que no funciona como debería en nuestros cuerpos, es porque Cristo ha decidido que así sea; incluso los virus subsisten porque Él lo determina segundo a segundo. Finalmente, vale la pena añadir una cosa sobre las cosas materiales. Este pasaje dice que todo fue creado “para Él”, así que debemos ser cuidadosos de no darle un mayor valor a algo creado que al Creador. ¿Algo en el mundo físico parece ser más importante para nosotros que Aquel por quien todo fue creado?

2. Confiamos en Su sangre como el medio de la reconciliación
Pero, además de ser el Dios Creador para quien existen todas las cosas y quien lo sostiene todo, Él es también “la cabeza del cuerpo que es la iglesia”. En la segunda mitad del pasaje, en los versículos 18-20, vemos nuevamente la palabra “primogénito” o “supremo” (NTV). Pero esa supremacía ya no es sobre la primera creación, sino sobre la segunda creación, es decir, la iglesia, aquellos que han nacido de nuevo y van a resucitar de entre los muertos.
¿Por qué es el más importante entre los creyentes? Porque a través de Su sangre derramada en la cruz logró que las criaturas, especialmente aquellas que tienen la imagen de Dios, sean reconciliadas con el Creador. En otras palabras, se necesitó que el Ser más valioso de la creación fuera sacrificado para lograr la reconciliación.

Lastimosamente, los seres humanos nos hemos inventado diferentes formas para estar en paz con Dios que no tienen en cuenta a Jesús. Los reformadores del siglo XVI tuvieron que oponerse a la mentira de que con la compra de indulgencias (documentos firmados por alguna autoridad eclesial) era posible disminuir el juicio por el pecado. En la actualidad, las iglesias del falso evangelio de la prosperidad engañan a muchos diciendo que las ofrendas son la demostración de una verdadera fe. Pero, incluso dejando de lado el evangelio de la prosperidad y el catolicismo medieval, hasta hoy tendemos a creer que nuestras buenas acciones y nuestro comportamiento religioso mantienen contento a Dios.
Es interesante que Pablo les escribe esta carta a los cristianos de la iglesia en Colosas (ver Col 1:3-6). Entonces, este poema sobre la sangre derramada en la cruz no es para incrédulos, sino para creyentes. ¡Los cristianos necesitamos recordar qué fue lo que nos dio reconciliación! ¡Solamente el sacrificio del ser más importante del universo! Así, tengamos cuidado de confiar en algo distinto, especialmente al acercarnos a Dios día a día.

3. Confiamos en Su liderazgo para la iglesia
Este poema también nos dice que Cristo es la “cabeza del cuerpo que es la iglesia”. Al haber entregado Su vida como sacrificio y resucitado de entre los muertos, Jesús compró a todos los creyentes del mundo para Sí mismo. Por eso Él es la cabeza y nosotros somos los miembros: Él es el líder, quien tiene la visión de Su reino y el plan para Su gloria, mientras que nosotros solo somos los siervos, quienes llevan a cabo Su voluntad.
¿No es esto un recuerdo de la Gran Comisión? Cuando iba a ascender, Jesús dijo: “Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra” (Mt 28:18), y con esa autoridad —tanto para darles órdenes como para acompañarlos—, les dijo: “vayan y hagan discípulos de todas las naciones”. Creo que este mismo espíritu está en el poema de Colosenses 1: Él es la cabeza, el primogénito de los que resucitan de entre los muertos, y con esa autoridad nos envía a nosotros, los miembros de Su cuerpo, a continuar Su misión en la tierra.
Creo que esto tiene dos aplicaciones para nosotros. Primero, debemos perseguir Sus intereses, no los nuestros. Probablemente nadie diría de sí mismo que es la “cabeza de la iglesia”, pero lo demostramos cuando perseguimos intereses distintos a los ordenados por Cristo. Él nos envió a hacer llenar el mundo con Su evangelio. O vivimos de manera misional, como miembros que cumplen las órdenes de la cabeza, o vivimos de manera independiente, gobernando sobre nosotros mismos.

Segundo, podemos confiar en que la cabeza es la que nos nutre y fortalece. La cabeza es el centro de mando del cuerpo humano; de allí vienen los impulsos que hacen que nuestros miembros funcionen. Cristo es quien nos alimenta en todo sentido y nos capacita para hacer Su voluntad. Gracias a que Él es nuestra cabeza, nosotros podemos ser útiles en este mundo y tener vidas con sentido.
Un poema sobre el Ser más importante del universo
Entonces, que el Señor nos permita renovar nuestra confianza en Él a través de esta gloriosa exaltación de Cristo en Colosenses 1:15-20. Que la teología que estudiemos en este pasaje sea mucho más que un ejercicio académico; que sea un alimento sólido para nuestras almas que tienden a poner su confianza en lugares distintos al Salvador.