Estoy seguro de que la mayoría de nosotros en algún momento de nuestras vidas ya sea en persona o por medio de una pantalla, hemos visto un espectáculo de un circo. En estas presentaciones hay muchas cosas sucediendo, todas ellas dirigidas a entretener al público. En medio de todo lo que acontece, una característica resalta, una que es el centro de la función: el equilibrio. Desde el que se balancea en la cuerda floja, los del trapecio, los malabaristas, y, aun el elefante que se para de cabeza en dos patas, necesitan del equilibrio, si no hay equilibrio, la función sería un fracaso y el circo no se podría mantener proveyendo el entretenimiento que buscan los espectadores.
El equilibrio y la economía
Pero el equilibrio no solamente es necesario en el circo, también lo es en la economía. Recuerdo muy bien cuando estudiaba administración de empresas, el énfasis tan marcado que hacían los profesores de Macro y Micro Economía con respecto al equilibrio. De manera que, en ese campo también es importante. El equilibrio es el estado en el que la oferta y la demanda del mercado se equilibran entre sí y, como resultado, los precios se estabilizan. En general, un exceso de oferta de bienes o servicios hace que los precios bajen, lo que da como resultado una mayor demanda, mientras que una falta de oferta o escasez hace que los precios suban, lo que da como resultado una menor demanda.
El equilibrio y el evangelismo
Pero existe un lugar además del circo y la economía en donde el equilibro es importante, este sitio es la iglesia, sobre todo, en el área del evangelismo. Hace unos quince días que nos invitaron a mi esposa y a mí a hablar sobre misiones en una iglesia amada. Después de presentar aspectos de la vida de Jesús en cuanto a Su alcance a los perdidos y como Él cruzaba las fronteras con el evangelio, abrimos el tiempo para responder preguntas que tuvieran los hermanos. Un hermano hizo una pregunta sobre Hechos 2:47: «alabando a Dios y hallando favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día al número de ellos los que iban siendo salvos». Su pregunta fue, «¿Si Dios añade para que tanto énfasis en evangelizar?». Yo lo felicite por hacer una excelente pregunta que merece aclaración. Le dije: «Es verdad que Dios añade, sigue añadiendo y en ese tiempo en particular Dios estaba añadiendo de una manera extraordinaria ya que miles llegaban a entender el evangelio y arrepentirse de sus pecados. Pero que esas conversiones se daban cuando el evangelio era predicado. Cuando la iglesia estaba activa en la proclamación de evangelio como lo vemos en Hechos 5:42: “Y todos los días, en el templo y de casa en casa, no cesaban de enseñar y proclamar el evangelio de Jesús como el Cristo”». Ese es el equilibrio que se debe dar en nuestras iglesias. La confianza en que Dios respaldará la fiel proclamación del evangelio. Le comenté que recordará los tiempos del misionero Guillermo Carey y aquellos que se oponían a la obra misionera que el Señor le había llamado a hacer. Le señale al hermano que hacia la pregunta. Que estaba leyendo un breve bosquejo biográfico del padre de las misiones modernas, Guillermo Carey. En el que leí que antes de dejar la Iglesia Bautista Harvey Lane en Leicester, Inglaterra, Carey estuvo una vez en una reunión de ministros en 1787 cuando decidió plantear una pregunta sobre la responsabilidad de la iglesia de alcanzar el mundo con el Evangelio. ¡Carey era un ministro de los bautistas particulares que estaba en un grupo calvinista de bautistas que estaban cautivados por una lucha sobre el hipercalvinismo! El hipercalvinismo era la creencia de que, debido a las doctrinas de la gracia, los hombres no debían usar medios para llegar al mundo porque Dios ya había predestinado la salvación de Sus elegidos. Usar medios era un desperdicio en la vida y los esfuerzos de uno y básicamente socavaba a Dios. Después de que Carey planteó esta pregunta, el renombrado ministro bautista y escritor de su época, John Ryland Sr., supuestamente se puso de pie y proclamó a Carey: «¡Joven, siéntate! ¡Cuando a Dios le plazca convertir a los paganos, prescindirá de tu ayuda o de la mía!» (Aunque el hijo de Ryland, un compañero de trabajo posterior de Carey en la Sociedad Misionera Bautista, afirmó que nunca sucedió). Tristemente hoy, ya sea consciente o inconscientemente, muchos cristianos, iglesias y sí, incluso predicadores y misioneros han comenzado a pensar en nuestro Dios de esta manera. Ya sea abrazando el hipercalvinismo o pensando subconscientemente que Dios salvará a aquellos que Él salvará, y no necesitamos interferir de ninguna manera. Creo que la gran mayoría de los cristianos podemos decir que hemos llegado a la conclusión que Ryland estaba equivocado. Y a la vez, podemos animarnos a ver la responsabilidad de alcanzar al mundo con el evangelio y a encontrar nuestro lugar en el evangelismo mundial, el discipulado y la formación de iglesias saludables. Volviendo al tema del equilibrio, la mayor muestra de ese equilibrio que debe haber en cuanto al evangelismo lo dejaron demostrado Jesús, los apóstoles y la iglesia primitiva. Después de la explicación, el hermano quedo satisfecho y creo que sus dudas fueron aclaradas. Que todo esto nos ayude a ser más intencionales en la manera de proclamar el evangelio confiados que Dios hará Su obra y salvará. ¡Que podamos evitar los extremos y tengamos un equilibrio adecuado!