Cómo escoger amigos sabiamente: tres consejos prácticos

¿Con qué clase de amigos queremos andar? En este artículo hay tres consejos prácticos para escoger nuestras amistades con sabiduría.
Foto: Envato Elements

Un tiempo atrás leí lel ibro de Vaughan Roberts True Friendship [Verdadera amistad], en el cual se dan algunas lecciones sobre la amistad. Este libro impactó mi vida al mostrarme que Dios nos ha hablado ampliamente sobre el efecto que tienen las personas con las que compartimos nuestras vidas.

Quizás el libro bíblico que aborda este tema con mayor profundidad es Proverbios. Allí Salomón, después de ver muchos de los efectos buenos y malos que diferentes tipos de personas tienen en nosotros, nos da pistas sobre cómo ser mejores amigos y cómo escoger mejor nuestras relaciones. Así, de los innumerables consejos que hallamos en este libro inspirado, quiero reflexionar brevemente en tres.

1. Ten cuidado con la influencia de quienes te rodean

El que anda con sabios será sabio,

Pero el compañero de los necios sufrirá daño. 

Pro 13:20

En otras palabras, es importante elegir con quienes estamos. La compañía que mantenemos tiene un impacto en nuestro carácter. 

El ejemplo bíblico más obvio de esto es cuando Moisés baja del monte y las personas ven que su rostro brilla. Esta era una imagen visible para las personas de que Moisés había estado en la presencia del Dios santo; ellos podían evidenciar físicamente la clase de compañía que tuvo (Ex 34:29-30).

Si pensamos en las relaciones humanas, podemos ver cómo los cónyuges adoptan características y frases del otro. Lo vemos en niños que copian las formas de comportarse y de hablar de sus padres (¡las buenas y las malas!). Vemos esto con inconversos que comienzan a pasar tiempo con creyentes, quienes poco a poco dicen menos groserías y cambian el tema de sus conversaciones. Pero lo opuesto puede ocurrir también: si pasamos más tiempo con no cristianos, fácilmente podemos caer en charlas inútiles y comenzar a aceptar cosas que no hubiésemos permitido antes.

Todos somos influenciados. Cuando estamos pasando tiempo con otras personas, sean cristianas o no, ¿las influenciamos para bien? Lo que hablamos, ¿glorifica a Dios? ¿O nos vemos atrapados en el chisme, palabras deshonrosas y conversaciones dañinas? ¿Tus amistades son buenas para tu alma o te arrastran lejos de Cristo?

Es importante elegir con quienes estamos. La compañía que mantenemos tiene un impacto en nuestro carácter. / Foto: Unsplash

2. Ten cuidado con lo que motiva tus amistades

La riqueza añade muchos amigos,

Pero el pobre es separado de su amigo…

Todos los hermanos del pobre lo aborrecen,

¡Cuánto más sus amigos se alejarán de él!.

Pro 19:4, 7

Este proverbio nos advierte sobre los peligros de los falsos amigos. 

Pensamos que las personas se acercan a nosotros porque quieren nuestra amistad, cuando en realidad solo les interesa lo que pueden obtener de nosotros. La riqueza es muy atractiva, pero incluso si no somos ricos, podemos tener muchas cosas a nivel social o emocional que atraen a las personas hacia nosotros. 

Es importante ser precavidos al iniciar relaciones con otros, especialmente con aquellos que son vulnerables o desconocen la amistad verdadera. Al establecer relaciones basadas en lo que damos, podemos fomentar una dependencia de manera involuntaria. ¿Siempre pagamos por todo? ¿Siempre damos transporte? ¿Siempre ayudamos financieramente? 

Todo esto puede llevarnos a creer que hemos formado una amistad sólida, cuando en realidad la otra persona podría estar aprovechándose de nuestra generosidad sin valorarnos genuinamente. Esta situación, en la que he caído en ocasiones, ha sido una lección difícil de aprender. Además, tenemos que examinarnos a nosotros mismos: ¿buscamos a otra persona por su amistad o por algún interés que tenemos en ella?

Oprah Winfrey dijo alguna vez: “Muchas personas quieren andar contigo en la limusina, pero lo que querrás es a alguien que tomará el autobús contigo cuando la limusina se daña”. Así, los amigos verdaderos están allí para cuidarse mutuamente, incluso cuando no hay intereses de por medio.

Al establecer relaciones basadas en lo que damos, podemos fomentar una dependencia de manera involuntaria. / Getty Images

3. Ten cuidado con las palabras que dices y escuchas

Muerte y vida están en poder de la lengua,

Y los que la aman comerán su fruto.

Pro 18:21

Para ser amigo de alguien, hay que hablar con la persona, pues es la única forma de que te conozcan y que tú conozcas a otros. Sin embargo, es necesario estar atentos al efecto que produce aquello que decimos y escuchamos.

Nuestras palabras tienen el poder de destruir y de construir, de sanar y de dañar. Todo depende de cómo se utilicen. Santiago nos recuerda su poder destructor: “Así también la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas. ¡Pues qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego!” (Stg 3:5). Por su parte, Salomón nos dice que ésta es capaz de sanar: “La lengua de los sabios sana” (Pro 12:18).

En realidad, son muchas las formas en las que las palabras pueden dañar. Proverbios nos da un panorama muy amplio, mencionando los efectos destructivos del chisme (Pro 16:28), del rencor (Pro 17:9), y de la murmuración (Pro 20:19). 

Lastimosamente, vivimos en un mundo que nos dice que tenemos el derecho de decir lo que sea que queramos. Sin embargo, cuando nos convertimos en cristianos, abandonamos ese derecho al adentramos a una nueva comunidad, en la cual tenemos la responsabilidad de reprimir nuestra ira y bendecir a otros con lo que decimos (Pro 29:11).

Para ser amigo de alguien, hay que hablar con la persona, pues es la única forma de que te conozcan y que tú conozcas a otros. / Foto: Getty Images

Entonces, un buen amigo es aquél que es cuidadoso con los secretos que escucha, sabiendo que no son suyos y que su deber es guardarlos como a un tesoro. Así mismo, un buen amigo perdona las faltas, cuidando que los problemas pasados sean olvidados y no dañen la relación actual. Incluso, un buen amigo es capaz de pedir perdón y de restaurar lo que se ha dañado a causa del pecado.

La Biblia contiene aproximadamente 400 versículos que mencionan el uso de las palabras. Definitivamente la forma en la que hablamos es importante para Dios. ¿Por qué? Porque Él mismo es un Dios que habla y que nos ha creado para que reflejemos Su carácter por medio de las cosas que decimos. Nuestras amistades son una plataforma para encarnar el amor y la humildad de Cristo.

Imperfectos, pero sabios

Es imposible pretender encontrar amigos perfectos o que los demás hallen una amistad perfecta en nosotros. Todos estamos en un proceso de crecimiento, y aún las personas más maduras cometerán errores en algunos momentos. 

Sin embargo, el libro de Proverbios nos llama a ser sabios y cuidadosos. El hecho de que seamos imperfectos no nos excusa a la hora de examinar nuestras amistades actuales y futuras. ¿Qué clase de amigos somos nosotros? ¿Con qué clase de personas estamos construyendo nuestras amistades? ¿Es evidente que quienes nos rodean nos ayudan a ser más como Cristo?

Miriam McConnell

Miriam ha estado sirviendo en Niddrie desde 2007. Durante ese tiempo ella ha estado involucrada con casi todos los diversos ministerios que dirige la iglesia. En los últimos años, se ha centrado en el ministerio de la mujer en particular. Ella ha estado casada con Mez (Director de Ministerio de 20schemes) desde 1998 y tienen dos hijas.

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