Redescubriendo la visitación bíblica: más allá de un compartir social

Mucho más que cortesía, visitar con propósito es ministrar el evangelio cara a cara, como lo hizo la iglesia primitiva.
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En los albores de la iglesia, los apóstoles no se limitaban al púlpito; llevaban la enseñanza del evangelio de casa en casa, asegurándose de que la doctrina resonara en la vida diaria de cada creyente. El apóstol Pablo les dijo a los ancianos de la iglesia de Éfeso en Mileto: “Bien saben cómo no rehuí declararles a ustedes nada que fuera útil, y de enseñarles públicamente y de casa en casa” (Hch 20:20). 

Siglos después, los reformadores y puritanos, en un esfuerzo por recobrar la vitalidad de la iglesia primitiva, retomaron con fervor esta práctica. Hombres como Richard Baxter, en su influyente obra El pastor reformado, instaban a sus colegas a discipular personalmente a sus congregaciones a través de la visitación.

Lamentablemente, en nuestra época, esta poderosa herramienta espiritual parece haberse extraviado. Con frecuencia, la visitación se ha diluido hasta convertirse en un mero encuentro social, una charla motivacional influida por la psicología popular o, en el peor de los casos, ha sido completamente abandonada. Se ha perdido de vista su propósito original, privando a los creyentes de un medio de gracia sumamente eficaz para el crecimiento espiritual. 

La visitación espiritual, vital para el crecimiento, a veces se ha perdido o se reduce a charlas sociales, perdiendo así su verdadero propósito.

Para recuperar esta práctica esencial, es necesario responder a tres preguntas fundamentales que nos devolverán a su verdadero significado y poder.

1. ¿Qué es la visitación bíblica?

Para entender lo que es la visitación bíblica, primero debemos aclarar lo que no es. No se trata simplemente de un tiempo social o recreativo, aunque la camaradería esté presente. Tampoco es una sesión de consejería bíblica intensa; si durante una visita se descubre una crisis profunda, lo correcto es dirigir a la persona hacia los pastores o consejeros capacitados de la iglesia para un seguimiento formal.

Entonces, ¿qué es? La visitación bíblica es un encuentro intencional entre miembros de la misma iglesia con el claro propósito de impulsar la santificación mutua mediante la Palabra de Dios, la oración y el amor santo. Su fundamento se encuentra en el mandato de Hebreos 10:24-25: “Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca”. 

La visitación bíblica es un encuentro intencional para crecer juntos en santidad mediante la Palabra, oración y amor. / Foto: Lightstock

Dentro de este marco, existen dos expresiones de la misma práctica: la visitación entre miembros y la visitación pastoral. La primera no es otra cosa que el ministerio que todo creyente está llamado a ejercer en obediencia a Hebreos 10. Es el cuerpo de Cristo cuidándose a sí mismo, donde los hermanos se animan, oran unos por otros y se recuerdan las verdades del evangelio en el contexto de la vida cotidiana. 

Por su parte, la visitación pastoral comparte el mismo fin, pero incluye elementos distintivos de autoridad y responsabilidad. Hebreos 13:17 afirma: “Obedezcan a sus pastores y sujétense a ellos, porque ellos velan por sus almas, como quienes han de dar cuenta”. El pastor visita no solo como un hermano, sino como quien ha sido puesto por Dios para velar, enseñar oficialmente y rendir cuentas por las almas a su cargo.

El pastor visita no solo como hermano, sino como enviado de Dios para velar, enseñar y responder por las almas a su cuidado. / Foto: Lightstock

Sin embargo, estos dos tipos no compiten, sino que se complementan. El rol del pastor no es hacer todo el ministerio, sino, como dice Efesios 4:12, “capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo”. La visitación pastoral equipa e inspira a los miembros para que ellos, a su vez, se visiten unos a otros.

2. ¿Cuáles objeciones o desafíos se presentan?

Al buscar implementar esta práctica, surgen desafíos y preguntas legítimas. Por ejemplo, ¿deberíamos visitar a personas que no son miembros de la iglesia? La respuesta es sí, pero el propósito de la visita cambia. Si la persona no es creyente, el enfoque se convierte en el evangelismo, compartiendo con amor las buenas nuevas de Cristo. Si es un creyente que asiste pero aún no se ha unido formalmente a la iglesia, la visita es una oportunidad para animarle a dar ese paso de obediencia y compromiso, explicando el diseño de Dios para la vida cristiana dentro de una comunidad local.

La visitación se adapta: con no creyentes busca evangelizar, y con creyentes no afiliados, invita al compromiso en la comunidad. / Foto: Lightstock

Otro desafío delicado surge cuando la persona visitada expresa una queja contra la iglesia o el pastor. En este momento, el visitante debe actuar como un pacificador, no como un agitador. Esta no es una oportunidad para el conflicto, sino para la reconciliación. El visitante, a medida que le recuerda a la persona que el perdón y la unidad son mandatos bíblicos,  puede pedir permiso para mediar, llevando el asunto ante el pastor con el fin de buscar soluciones y entendimiento. Aquí vale la pena revisar los principios que Jesús enseñó en Mateo 18:10-22 acerca de la restauración, la exhortación mutua y el perdón.

Una visita puede fracasar, no por malas intenciones, sino simplemente por perder el enfoque bíblico. / Foto: Lightstock

Sin embargo, quizás el mayor desafío en la visitación es la tendencia a desviarse de su propósito principal. Una visita puede fracasar, no por malas intenciones, sino simplemente por perder el enfoque bíblico. Esto sucede cuando la conversación se degrada en chismes o en consejería secular, donde la experiencia personal y las opiniones humanas terminan por eclipsar la autoridad de la Palabra de Dios. El desvío también se hace evidente por omisión: una notable ausencia de oración o el hecho de que la Biblia permanezca cerrada. Incluso la falta de sabiduría práctica, como llegar sin previo aviso o que un hombre visite a una mujer sin compañía, daña la confianza y desvía la visita de su fin espiritual, dejando que las distracciones consuman la oportunidad para la edificación.

La falta de sabiduría práctica, como llegar sin previo aviso o que un hombre visite a una mujer sin compañía, daña la confianza y desvía la visita de su fin espiritual. / Foto: Lightstock

3. ¿Cómo se ve una visitación bíblica en la práctica?

Imaginar una visitación modelo nos ayuda a entender cómo se integran todos estos elementos. El proceso no comienza en la puerta, sino con una coordinación respetuosa y clara. El visitante llama con anticipación, explicando el propósito y la duración aproximada: “Hola, María. Unos hermanos y yo estaremos visitando a algunos miembros de la iglesia esta semana para orar y animarnos con la Palabra de Dios. ¿Crees que podríamos pasar por tu casa el martes por unos 45 minutos?”.

Quien recibe la visita, por su parte, se prepara. No debe obsesionarse con la apariencia de su hogar o los alimentos que ofrecerá, sino que debe enfocarse en su corazón. Es un momento para examinar su caminar con Cristo, pensar en preguntas espirituales significativas y estar dispuesto a ser sincero ante Dios y sus hermanos sobre sus luchas y gozos.

Al llegar, los visitantes lo hacen con gratitud y un enfoque congregacional, recordando que representan al cuerpo de Cristo. La conversación puede iniciar de manera natural, pero el visitante la guía con intencionalidad. Tras unos minutos de convivencia, utiliza una transición clara: “Qué bueno ponernos al día. Si les parece, ahora vamos a tomar un tiempo para orar y meditar en la Palabra”.

Una visitación eficaz comienza con respeto y preparación, incluye oración, ánimo bíblico y diálogo sincero, y termina fortaleciendo la unidad y el amor en la comunidad. / Foto: Lightstock

Este es el núcleo de la visita. Se inicia con la oración, preguntando por peticiones específicas. Luego, se comparte un breve ánimo bíblico. No se trata de un sermón extenso, sino de una porción de las Escrituras para recordar las verdades del evangelio y animar a la santidad. A continuación, se hacen preguntas espirituales profundas y directas: “¿Cómo ha estado tu vida de oración? ¿Has podido meditar en la Palabra? ¿De qué manera podemos como iglesia ayudarte a crecer?”. Es aquí donde la sinceridad de quien es visitado permite que el ministerio sea verdaderamente efectivo.

La visita concluye con una oración final por las necesidades compartidas y por la unidad de la iglesia, fomentando el amor por la familia local de la fe. El visitante termina con palabras de aprecio que reafirman el valor de la persona para la comunidad: “Eres una bendición para mí y para toda la iglesia. Oramos que sigamos creciendo juntos como familia en Cristo”. Así, la visitación deja de ser una mera formalidad y se convierte en lo que siempre debió ser: un canal vibrante del amor de Cristo y un pilar para la edificación de Su iglesia.

 

Luis David Marín

Es el pastor de Iglesia Bautista Highview en Español. Él está felizmente casado con Emma. Obtuvo una Licenciatura en Estudios Bíblicos en el Seminario Bíblico Río Grande y está terminando una Maestría en Divinidades en el Seminario Teológico Bautista del Sur. Anteriormente se desempeñó como plantador de iglesias con la Convencion Bautista del Sur y también sirvió varios años en ministerios universitarios.

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