Hay muchos ejemplos de amistad en la Biblia. Tenemos el ejemplo de David y Jonatán en 1 Samuel 18:1-3:
Y aconteció que cuando David acabó de hablar con Saúl, el alma de Jonatán quedó ligada al alma de David, y Jonatán lo amó como a sí mismo. Saúl tomó a David aquel día y no lo dejó volver a la casa de su padre. Entonces Jonatán hizo un pacto con David, porque lo amaba como a sí mismo.
Job también tenía sus amigos, aunque es discutible cuánto consuelo le ofrecieron. Aun así, leemos en Job 2:11:
Cuando tres amigos de Job, Elifaz, el temanita, Bildad, el suhita y Zofar, el naamatita, oyeron de todo este mal que había venido sobre él, vinieron cada uno de su lugar, pues se habían puesto de acuerdo para ir juntos a condolerse de él y a consolarlo.

La amistad es de importancia fundamental en nuestro tipo de ministerio. Las zonas marginadas —sitios difíciles donde yo hago ministerio— pueden ser lugares donde un día vislumbramos luz y vida, y al siguiente oscuridad y dificultad implacables. Podemos sentir que estamos avanzando mucho y luego, como un relámpago, ser absorbidos por el pantano de la desesperanza. En los círculos cristianos se habla mucho sobre rendición de cuentas, mentoría y acompañamiento, pero no tanto sobre la amistad buena y a la antigua. Aquí hay algunas preguntas para reflexionar:
- ¿Quiénes son tus amigos más cercanos y con qué frecuencia estás en contacto con ellos?
- ¿Te tomas el tiempo de salir con tus amigos regularmente fuera del contexto del ministerio? La vida en las zonas marginadas lo abarca todo, tanto que puede parecer que pierdes algo de ti mismo en la labor. Todos los que me visitan o me conocen solo quieren hablar de plantación de iglesias, entrenamiento o del ministerio en las zonas marginadas. A veces es agradable simplemente hablar de fútbol, de una película o bromear y relajarse un poco.

- ¿Tienes a alguien a quien rendir cuentas personalmente en estas cosas? Esto es particularmente importante si aún no has establecido un equipo de ancianos y/o de liderazgo en tu contexto. Necesitas a alguien en tu vida que te recuerde relajarte, descansar y divertirte.
- ¿Tienes un amigo que te confronte cuando estás actuando de forma tonta o exagerada? El estrés es un asesino en nuestro oficio y, muchas veces, el simple hecho de estar demasiado cansado puede llevarnos a cometer errores y a no responder de forma calmada y equilibrada ante la adversidad.
- ¿Y tu esposa? ¿Tiene ella este tipo de amigas en su vida? ¿La animas a buscarlas? Deberías. Inmediatamente.

- ¿Cuántas amistades locales y comunitarias has construido y estás construyendo? Me refiero a personas con quienes pasar el rato simplemente porque te agradan, y no con un motivo oscuro de “evangelismo a través de la amistad”. No todas las conversaciones tienen que terminar torcidamente en una presentación del evangelio cuando estás con alguien del lugar. Aprecia a las personas, y ellas te apreciarán a ti.
- ¿Tienes un amigo que simplemente te anime cuando sientes la presión del ministerio? ¿Alguien que te saque del abatimiento con la palabra oportuna? Todos necesitamos ese tipo de personas en nuestra vida.
- ¿Eres tú un amigo para alguien que está luchando en el ministerio (o en la vida, de hecho)? ¿La gente acude a ti en busca de consuelo y consejo? Si no es así, ¿por qué no? Tal vez sea momento de reevaluar tu vida y tus amistades si el único momento en que te reúnes con alguien es para descargar tus problemas sobre ellos.
En palabras de C. S. Lewis: “¿Existe en la tierra algún placer mayor que el de un círculo de amigos cristianos junto al fuego?”. Haz amigos, afianza amistades y sé un amigo. Eso podría mejorar seriamente tu vida y tu ministerio.
Este artículo se publicó originalmente en 20schemes.