La semana pasada hablamos sobre las demandas del llamado pastoral y explicábamos por qué muchos entran al ministerio con el motivo incorrecto, y cuando la demanda llega lo que saben no es suficiente. Hoy quisiera enfocarme en seis pasos o requisitos que debemos tener en cuenta a la hora de confirmar si en realidad tenemos un llamado pastoral.
1. Cumplir con los requisitos (1 Tim 3:1-13 y Tit 1:5-9)
Un buen medidor para saber si estoy llamado y apto para el ministerio o pastorado es evaluar si cumplo con los requisitos dados por el apóstol Pablo en 1 Timoteo 3:1-13 y Tito 1:5-9. El carácter y la madurez son un requisito para el ministerio y el pastorado. Algunos jóvenes son como una enciclopedia, parece que tienen el software Logos en sus cabezas, pero no tienen el carácter ni la madurez para ejercer el pastorado o para hacer ministerio. No estoy diciendo que esto los descalifique para siempre porque gracias a Dios la madurez y el carácter se pueden desarrollar más adelante. Pero definitivamente si uno no cumple con los requisitos expresados en Timoteo y Tito está descartado. Por ejemplo, debe ser apto para enseñar. Por más buen deseo que tenga de ser pastor, sino alguien no está capacitado para enseñar es obvio que no está calificado para el ministerio pastoral.
2. Pasión por la proclamación del Evangelio y por servir fuera del púlpito
Una persona con un llamado pastoral debe tener pasión por alcanzar a los perdidos y por compartir con la gente. No estoy afirmando que debe ser extrovertido pero sí debe, al menos, desear establecer relaciones personales. Muchos están fascinados con la enseñanza pero no con la tarea de ser pastor. No les gusta el evangelismo, no les gusta la consejería, le sacan el cuerpo a muchas de las tareas pastorales. Estoy consciente que la tarea más importante del pastor es la proclamación del evangelio, pero no es la única. Si yo no veo pasión en las otras áreas, para mí eso es una bandera roja.
3. Estar bajo autoridad y sirviendo en la iglesia local
Mi padre siempre me decía: “Jamás será un gran número uno si no aprendes a ser un buen número dos”. Veo muchos jóvenes con un ímpetu en defender la sana doctrina, hablando de Eclesiología, Apologética y gastando horas defendiendo sus posturas escatológicas en las redes sociales, pero no sirven en su iglesia local. A veces ven un papel en el piso, le pasan por el lado y no lo recogen. Saben que hay hermanos dentro de la congregación en necesidad, pero no son movidos a acercarse a ellos a ministrarles. No forman parte de ministerios en su iglesia local, no participan en evangelismo personal, y peor aún, sus pastores no pueden dar fe y testimonio de una vida entregada al servicio dentro y fuera de la iglesia. Eso es grave. Muchos aspiran a ser primeros, pero no sirven a sus pastores ni a sus iglesias y mucho menos a su comunidad.
4. El testimonio de los de cerca
¿Qué piensan la esposa, hijos, padres, hermanos, pastores y/o líderes sobre el candidato a pastor? Si los que le rodean y los que le pastorean dan testimonio de un carácter piadoso y una pasión por Dios, esto ayuda a confirmar que tiene el llamado. Algunos me han dicho: “soy un gran predicador, tengo mucha iniciativa, tengo pasión por los perdidos…” y la esposa por el otro lado me dice todo lo contrario. Es como si estuviéramos viendo a dos personas distintas. ¿Qué dicen sus pastores? Muchos jóvenes me llaman, escriben y piden consejo, pero cuando le pregunto por sus pastores y líderes me doy cuenta que ni siquiera desean que los contacte. Esto es señal de que posiblemente sus pastores y líderes no están de acuerdo o no ven el llamado. Si los pastores que están día a día con estos jóvenes no ven llamado, el joven puede tener todo el deseo y la pasión por Dios, pero no está calificado para el ministerio, al menos por el momento. Es importante que el llamado interno sea confirmado externamente.
5. Ser enseñable y humilde
Debemos ver un deseo por aprender, por la lectura, por ser mentoreado, por establecer relaciones con pastores de más experiencia. Santiago dijo que “Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes.” Una actitud de estudiante y de discípulo es importante en aquel que aspira al pastorado. En nuestra cultura hispana se nos ha enseñado incorrectamente que los hombres no seamos expresivos, ni busquemos ayuda cuando tenemos problemas. Todos llevamos el típico “macho” en nosotros. Eso no funciona en la vida pastoral. Todo lo contrario, créanme, nos lleva al fracaso y a la destrucción. La rendición de cuentas es vital para un pastor, así que quien aspira a serlo debe estar dispuesto desde antes a rendir cuenta por su vida a otro(s). Debe existir un anhelo por ser enseñado, confrontado, corregido y ministrado. Los llaneros solitarios no sobreviven en el pastorado.
6. Un deseo ferviente de exaltar y glorificar a Cristo
¿Cuál es el motivo de mi llamado? La gran tentación del pastorado es la fama y el poder que ofrece. Un joven llamado al pastorado debe ser dependiente de Dios a través de la oración para que el Espíritu Santo le ayude a que las palabras de Juan el Bautista sean suyas: “Es necesario que Él crezca y yo disminuya” (Juan 3:30). El fin de todos los que estamos en el ministerio debe ser hacer famoso a Cristo hasta los confines de la Tierra. Estoy consciente que existen muchos otros requisitos importantes, pero creo que estos son los de mayor importancia para que cada joven evalúe si en realidad tiene el llamado pastoral.