¿Qué dice la Escritura sobre la ofrenda? Aquí hay 10 verdades

En cuanto a la ofrenda, podemos caer en dos extremos: idolatría o negligencia. Aquí 10 principios bíblicos fundamentales.
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El tema del dinero es muy delicado. Fácilmente podemos caer en dos extremos. Por un lado, la idolatría. La Palabra de Dios nos advierte seriamente sobre el amor al dinero, que es raíz de todos los males (1Ti 6:10), y, sin embargo, vemos en ciertos contextos —aún en ciertas iglesias— que tan solo se habla del dinero. Qué triste es comprobar que hay líderes religiosos más preocupados por lo que sus feligreses tienen en la cartera que por lo que tienen en el corazón. Debemos de tener cuidado con la avaricia, pues el amor al dinero es idolatría (Col 3:5).

Pero el otro extremo es igualmente triste: la negligencia. No podemos cerrar los ojos ante este tema, porque el dinero es un tema importante, y el Señor Jesús habla varias veces sobre nuestro uso de los bienes materiales. Debemos confiar en Dios, nuestro proveedor, y debemos ser buenos mayordomos de todo lo que Él pone en nuestras manos.

¿Cómo podemos, entonces, tener una visión bíblica del dinero? ¿Qué principios podemos seguir para saber cómo agradar al Señor con nuestras ofrendas? Veamos 10 principios prácticos de forma muy resumida:

1. Todo es del Señor

En ningún momento pienses que “le estás haciendo un favor a Dios” con tus ofrendas. Todo es Suyo. Tu casa, tu coche, tu familia, tu dinero y tu vida. Pero Él es tan generoso, que todo lo que es Suyo deja que lo llames “mío”. Cuando ofrendamos, no hacemos más que darle al Señor una pequeña parte de lo mucho que Él nos da.

En ningún momento pienses que “le estás haciendo un favor a Dios” con tus ofrendas. / Foto: Lightstock

2. La ofrenda es algo espiritual, no material

No se trata de ofrendar simplemente para cubrir los gastos de la iglesia. Nuestro uso del dinero expresa las prioridades de nuestro corazón. Usamos el dinero en aquello que nos interesa, aquello que amamos o creemos que es importante. ¿En qué inviertes tu dinero? ¿Libros, pasatiempos, deporte, dulces, ropa? ¿Qué prioridad tienen las cosas del Señor en tu vida? ¿Qué importancia le das a la iglesia local y a la extensión del reino? El presupuesto mensual es un reflejo de lo que está en nuestro corazón.

No se trata de ofrendar simplemente para cubrir los gastos de la iglesia. Nuestro uso del dinero expresa las prioridades de nuestro corazón. / Foto: Lightstock

3. Ofrenda para el Señor, no para los hombres

La ofrenda es una forma más de expresar nuestra devoción hacia el Señor. En la iglesia que pastoreo en Barcelona, tenemos la costumbre de ofrendar usando un buzón en la sala de cultos, de modo que el creyente pueda ofrendar de forma privada y habiendo meditado delante de Dios. La oración, la lectura de la Palabra o la ofrenda son aspectos de nuestra adoración al Señor. Eso quiere decir, lamentablemente, que corremos el peligro de descuidar las ofrendas así como corremos el peligro de descuidar nuestra vida de devoción privada. Pero recordemos que el hecho de que solo Dios vea qué ofrendamos no hace las ofrendas algo menos importante, sino todo lo contrario.

La ofrenda es una forma más de expresar nuestra devoción hacia el Señor. / Foto: Lightstock

4. No ofrendes para que Dios te dé; ofrenda porque Dios te ha dado

El mal llamado “evangelio de la prosperidad” presenta el ofrendar como una forma de “negociar con Dios”. Algunos dicen “ofrenda, para que Dios te bendiga”, otros dicen “ofrenda o Dios te castigará”, y usan algunos pasajes fuera de contexto para justificarse. Recordemos que en el Antiguo Testamento las bendiciones materiales eran sombra y figura de las bendiciones espirituales bajo el Nuevo Pacto.

Hoy, Cristo es nuestra tierra prometida y todas las bendiciones celestiales las tenemos en Él (Ef 1:3). No creemos que debamos ofrendar “para que Dios nos bendiga”, sino al revés. Ofrendamos, porque Dios ya nos ha bendecido. ¿Te ha dado algo el Señor? ¿Tienes sustento y abrigo? ¿Dios provee para ti cada día? Nuestras ofrendas no son para “negociar” con Dios, sino una muestra de nuestra gratitud y devoción por Su bondad y generosidad con nosotros.

No creemos que debamos ofrendar “para que Dios nos bendiga”, sino al revés. Ofrendamos, porque Dios ya nos ha bendecido. / Foto: Lightstock

5. Ofrendar es un privilegio

Hay causas muy nobles en las cuales vale la pena invertir dinero, pero no hay causa más excelente que la obra de la extensión del evangelio. No es de extrañar que haya creyentes que han ofrendado mucho para el avance del reino. Vale la pena. Quien ha encontrado el tesoro escondido, ya no tiene el mismo apego a las cosas terrenales. Si Dios entregó lo más precioso, Su Hijo, y el Hijo entregó lo más precioso, Su vida, el cristiano es por naturaleza alguien que da generosamente porque ha sido objeto de la generosidad de Dios y desea que muchos más escuchen del camino de salvación.

Hay causas muy nobles en las cuales vale la pena invertir dinero, pero no hay causa más excelente que la obra de la extensión del evangelio. / Foto: Lightstock

6. Ofrendar es una responsabilidad

En algunos casos, Dios ha usado a los incrédulos para proveer para Su causa, como cuando los egipcios entregaron el oro a los hebreos. Pero en general, ese no es el caso. Los creyentes son los que con sus ofrendas envían misioneros, sostienen a sus pastores, construyen sus iglesias, etc. El apoyo de cada iglesia local es una responsabilidad de los miembros que la componen. El creyente puede ofrendar de muchas maneras y a muchos lugares, pero nunca debe de pasar por alto esta responsabilidad principal con su propia iglesia.

Los creyentes son los que con sus ofrendas envían misioneros, sostienen a sus pastores, construyen sus iglesias, etc. / Foto: Pexels

7. Ofrenda con generosidad

No se trata de debatir si hemos de hacer el diezmo, o más, o menos. En el Antiguo Testamento el diezmo era parte de la ley, y no había uno, sino varios diezmos (Dt 26:12-13). Normalmente, quien cuestiona el diezmo no es porque quiera ofrendar más. El diezmo ha quedado para nosotros como un baremo (una medida de referencia) de lo que ofrendar, no una imposición.

Normalmente, quien cuestiona el diezmo no es porque quiera ofrendar más. / Foto: Unsplash

Hay momentos en los cuales no nos es posible hacer el diezmo, y otros momentos en los que el diezmo será muy poco. Cada uno ofrende “según haya prosperado” (1Co 16:2). En el nuevo pacto, la ofrenda obedece a principios espirituales, y debe ser generosa, en amor, y con gozo, porque la ofrenda brota de la actitud de adoración de un corazón agradecido, y está expresando nuestra dependencia de Dios (Lc 21:3-4).

8. La ofrenda es una inversión espiritual

En 2 Corintios 9 el apóstol Pablo da instrucciones sobre cómo ofrendar. En el versículo 6 escribe: El que siembra escasamente, escasamente también segará; y el que siembra abundantemente, abundantemente también segará. Todos queremos ver pecadores venir a Cristo, bautismos, nuevas iglesias y el evangelio llegando a todas las naciones, pero para cosechar es necesario sembrar. Dios usa el esfuerzo, el tiempo y las ofrendas de los creyentes para traer fruto espiritual en Su tiempo. No veamos las ofrendas como dinero perdido, sino como dinero invertido en una causa con implicaciones eternas.

Todos queremos ver pecadores venir a Cristo, bautismos, nuevas iglesias y el evangelio llegando a todas las naciones, pero para cosechar es necesario sembrar. / Foto: Lightstock

9. Ofrenda con gozo

Pablo también nos recuerda en 2 Corintios 9:7 que debemos ofrendar no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría. Recuerda, que la ofrenda es parte de tu adoración al Señor. ¿Acaso cantas enfadado y oras con fastidio? ¡Claro que no! Pues tampoco ofrendes con tristeza. Que aquello que decidas ofrendar sea con alegría y gratitud en tu corazón, porque no solo ofrendas dinero. La mejor ofrenda que los magos trajeron a Belén no fue el oro, ni el incienso, ni la mirra, sino la actitud de verdadera adoración (Mt 5:23-24).

Que aquello que decidas ofrendar sea con alegría y gratitud en tu corazón. / Foto: Lightstock

10. Ofrenda medidamente

De nuevo 2 Corintios 9 expresa claramente que cada uno dé como propuso en su corazón. La ofrenda no se debe improvisar el domingo, rascando en el bolsillo a ver qué encuentro. Cuando el dinero llegue a tus manos, ya sea el salario, o un regalo, o una herencia de tu bisabuelo, decide en oración delante del Señor qué hacer con ello. ¿Vas a ofrendar? ¿Cuánto? ¿Tienes la actitud correcta en tu corazón? Y según hayas meditado, prepara tu ofrenda para llevarla el domingo.

En el caso de aquellas familias donde haya varios salarios y una sola administración, la familia debe decidir junta cuánto van a ofrendar. En el caso de ser el único creyente en casa, decide cuánto vas a ofrendar con el consentimiento de tus padres, o de tu esposo, o de tu esposa. Seamos sabios y recordemos que todo es de Dios: “Del SEÑOR es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y los que en él habitan. Porque Él la fundó sobre los mares, y la asentó sobre los ríos” (Sal 24:1-2).

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David Barceló

David Barceló es originario de Palma de Mallorca, licenciado en Psicología por la Universidad Autónoma de Barcelona, Master en Teología Bíblica por el Seminario Westminster en California (MA) y Doctor en Consejería Bíblica por el Seminario Westminster en Filadelfia (DMin). Es miembro de la ACBC (Association of Certified Biblical Couselors) y graduado en Consejería Bíblica por el Instituto de Consejería y Discipulado Bíblico de La Mesa, California (IBCD). David sirve en la Iglesia Evangélica de la Gracia en Barcelona desde sus inicios en 2005, siendo ordenado al pastorado en Junio de 2008. David y Elisabet están casados desde 1998 y son padres de cuatro preciosos hijos: Moisés, Daniel, Elisabet y Abraham.

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