La transformación de la cultura no es el evangelio

Transformar la cultura es valioso, pero no es el corazón del evangelio. La buena noticia sigue siendo que, por la cruz, Dios redime pecadores.
Foto: Envato Elements

Muchos cristianos han resumido la historia de la Biblia usando cuatro palabras: creación, caída, redención, consumación.

De hecho, ese bosquejo es una buena manera de resumir la historia central de la Biblia. Dios crea el mundo, el hombre peca, Dios actúa en Jesús el Mesías para redimir a Su pueblo y la historia llega a su fin con la consumación de Su reino glorioso. Desde Génesis hasta Apocalipsis, esa es una excelente forma de recordar la narrativa básica de la Biblia. De hecho, cuando lo entendemos y articulamos correctamente, el bosquejo creación-caída-redención-consumación provee una buena estructura para una presentación fiel del evangelio bíblico.

Sin embargo, el problema es que el esquema creación-caída-redención-consumación, ha sido mal utilizado por algunos, poniendo el énfasis del evangelio en la promesa de Dios de renovar la tierra, en lugar de hacer énfasis en la cruz. Por eso, el “evangelio” de la creación-caída-redención-consumación es presentado muchas veces de esta manera:

El evangelio es la noticia de que en el principio Dios creó el mundo y todo lo que hay en él. Originalmente era muy bueno, pero los seres humanos se rebelaron contra el reinado de Dios y causaron caos en el mundo. Los humanos rompieron su relación con Dios, con los demás seres humanos, con ellos mismos y con su mundo. Sin embargo, después de la caída, Dios prometió enviar un Rey que redimiría un pueblo para Sí y reconciliaría la creación con Su Creador una vez más. La promesa empezó a ser cumplida con la venida del Señor Jesucristo, pero será finalmente completada o consumada, cuando regrese el Rey Jesús.

En la obra La historia de Dios se hace una representación pictórica del esquema creación — caída — redención — consumación / Imagen: David Arms

Todo lo que dice este párrafo es verdad. Pero lo que escribí ahí no es el evangelio. Así como la proclamación de que “Jesús es el Señor” no son buenas noticias a menos que exista una manera de ser perdonados de nuestra rebelión contra Él, tampoco el hecho de que Dios está recreando el mundo son buenas noticias a menos que estemos incluidos en ello.

Por supuesto que es correcto utilizar el esquema creación-caída-redención-consumación como una forma de explicar las buenas noticias del cristianismo. De hecho, las categorías “creación” y “caída” se alinean casi perfectamente con nuestras categorías de “Dios” y “hombre”. Sin embargo, el punto crucial es cuando se presenta la categoría “redención”. Aquí es donde debemos tener cuidado en explicar la muerte y resurrección de Jesús, y la respuesta que Dios demanda de los pecadores cuando presentemos el evangelio. Si decimos meramente que Dios está redimiendo a un pueblo y está recreando el mundo, pero no mencionamos cómo está haciendo eso (a través de la muerte y resurrección de Jesús) y cómo una persona puede ser incluida en esa redención (arrepintiéndose de su pecado y confiando en Jesús), entonces no hemos proclamado las buenas nuevas. Simplemente contamos la gran narrativa de la Biblia, y dejamos fuera de la historia a los pecadores.

Al hablar de la redención, debemos presentar con claridad la vida, muerte y resurrección de Jesús, subrayando la respuesta que se espera de los pecadores. / Foto: Lightstock

Transformar la cultura no es el evangelio

Parece que la idea de ver transformada la cultura a través del trabajo de los cristianos ha capturado la mente de muchos evangélicos. Creo que esta es una meta noble, y también pienso que esforzarse por resistir el mal en la sociedad, sea personal o parte de un sistema, es una idea bíblica. Pablo nos dice que “hagamos bien a todos según tengamos oportunidad, y especialmente a los de la familia de la fe” (Ga 6:10). Jesús nos dice que debemos cuidar a nuestros vecinos, y esto incluye a los que no son creyentes (Lc 10:25-37). Y también nos dijo: “Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos” (Mt 5:16).

Sin embargo, muchas personas preocupadas por transformar la sociedad van aún más allá, diciendo que el mandato de “redimir la cultura” está en la misma esencia de la historia bíblica.

La idea de ver transformada la cultura a través del trabajo de los cristianos ha capturado la mente de muchos evangélicos. / Foto: Unsplash

Argumentan que, si Dios está ocupado recreando el mundo, entonces es nuestra responsabilidad unirnos a Su plan, juntando los materiales de construcción del reino y haciendo grandes progresos en el establecimiento del reino de Dios en nuestros vecindarios, ciudades y naciones. “Debemos hacer lo mismo que vemos que Dios está haciendo”, nos dicen.

Permíteme dar un paso adelante y poner mis pensamientos sobre la mesa. Tengo serias dudas bíblicas y teológicas sobre el paradigma de la transformación cultural. No estoy convencido de que las Escrituras den a los esfuerzos de transformación cultural la prioridad que piden muchos que argumentan a favor de este paradigma. Esto lo digo por varias razones. Primero, no creo que el mandato cultural de Génesis sea dado al pueblo de Dios como tal; creo que le es dado a la humanidad entera. Tampoco creo que la trayectoria general de la cultura humana, ya sea en la Biblia o en la historia, esté dirigida hacia Dios; al contrario, creo que la trayectoria de la cultura humana se dirige hacia el juicio (Ap 17 – 19). Por eso creo que el optimismo de estas personas acerca de la posibilidad de “cambiar el mundo” es engañoso y, por tanto, también es desalentador.

No obstante, todo esto es una conversación bíblica-teológica enorme, y no es mi intención principal hablar de ella. De hecho, creo que es posible estar preocupado por transformar la cultura y al mismo tiempo estar comprometido a mantener la cruz de Jesús en el centro de la historia bíblica y de las buenas noticias. Después de todo, es el pueblo perdonado y redimido de Dios quien será usado para lograr esta transformación, y el perdón y la redención solo se encuentran en la cruz.

Es posible anhelar transformar la cultura y, a la vez, mantener la cruz de Jesús en el centro del mensaje bíblico y del evangelio. / Foto: Lightstock

Espero que mis amigos que afirman este paradigma estén de acuerdo de todo corazón con mi principal preocupación: para muchos de ellos, la redención cultural puede convertirse sutilmente en la gran promesa del evangelio; por tanto, el significado de la cruz, deliberadamente o no, es desplazado del centro. Esto se puede ver en los muchos libros que llaman a los cristianos a hacer un mayor énfasis en transformar la cultura. Para los escritores de esos recursos, el mayor gozo viene por la promesa de una cultura reformada, no por la obra de Cristo en la cruz. El llamado más importante es que la gente se una a Dios en Su obra de transformar el mundo, en vez de que se arrepientan de su pecado y crean en Jesús. La línea histórica de la Biblia pareciera tener su eje en la nueva cultura, en vez de tenerlo en la muerte sustitutoria de Jesús.

Y en el proceso, el cristianismo ya no se basa en la gracia y la fe, sino que se convierte en una religión insignificante que nos dice: “Vive de esta manera y transformaremos el mundo”. Eso no es cristianismo; es moralismo.


Libro: ¿Qué es el evangelio?

Autor: Greg Gilbert

Páginas: 120 – 124

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Greg Gilbert

Greg Gilbert es el pastor de Third Avenue Baptist Church en Louisville, Kentucky (Estados Unidos).

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