Excelentes pastores, buenos expositores de la Palabra de Dios, sagaces administradores pero muy pocos “Timoteos” es la triste realidad que he visto en varias iglesias locales. Les llamaré congregaciones “pastor-dependientes”. ¿Cómo son? Congregaciones en cuyos púlpitos se vislumbra a un claro líder con el corazón entregado a la Palabra de Dios, pero en las que no se ve un claro Timoteo detrás de sus pasos. Se puede ver (aunque no siempre) a un hombre de Dios liderando piadosamente, pero no se ve a un claro “Timoteo” siendo entrenado, discipulado y equipado debidamente para liderar la iglesia del Señor en la siguiente generación. Ahora bien, cuando hablo de congregaciones “pastor-dependientes”, me refiero a la funcionalidad y/o administración práctica, porque es evidente en las Escrituras que la iglesia depende de la cabeza que es Jesucristo. Él la salvó, Él la gobierna, Él la dirige, Él la sustenta, Él la guarda y Él la edifica (Efesios 1:22-23, Colosenses 1:18, Efesios 5:23, Efesios 2:19-22 y Mateo 16:13-18). Sin embargo, el concepto que deseo comunicar, es en base a la funcionalidad práctica de congregaciones que casi dependen de una única persona y ves en ellas un liderazgo solitario (incluso a veces autoritario) y sin proyección en otras vidas. Así que, si al iniciar la lectura de este breve artículo ya has identificado a tu propia congregación como una “pastor-dependiente” comienza a orar para que tu pastor pueda comprender esta importante tarea de equipar a un nuevo Timoteo para el futuro. Personalmente, al estudiar la evidencia bíblica, puedo aseverar que una iglesia local que depende exclusivamente de un único líder es una iglesia enferma. Simplemente, esta clase de gobierno eclesiástico no representa al modelo bíblico revelado por Dios. Si eres pastor, o bien eres un miembro de una congregación del tipo “pastor-dependiente”, quisiera ofrecer en este breve escrito 3 razones por las que cada “Pablo” debería tener al menos un “Timoteo” que la congregación pueda identificar con claridad.
En primer lugar, considera tu debilidad
Esta primera razón es simplemente el grito divino en las Escrituras para recordarnos que somos insuficientes, débiles y pequeños. La debilidad es un recordatorio bíblico que nos asegura que no somos los mejores, ni los más completos líderes de la “historia de la iglesia”. Somos solamente siervos inútiles al servicio del Rey. Mi padre y pastor decía: “somos hombres llenos de limitaciones”. Y sin duda, puedo aceptarlo: Soy nada más que un débil, limitado, pequeño y dependiente hombre que tiene el gozo y el honor de servir al Rey de gloria y majestad. Quisiera, de pastor a pastor, invitarte a reflexionar conmigo, ¿De veras has aceptado la realidad de tu debilidad, o bien, en lo profundo y secreto de tu corazón aún crees que puedes hacer todo, estar presente en todo y decidir todo? He luchado con esta realidad, mi ego se niega a aceptarla. Sin embargo, el santo Espíritu de Dios por medio de la Palabra viene a recordarme lo insuficiente y débil que soy. No lo sé todo ni lo puedo hacer todo. Por lo tanto, en vista de nuestra debilidad, ¿no sería mejor reconocer con humildad que el trabajo en equipo es mejor que el trabajo solitario? ¿No deberíamos reconocer que muchas de nuestras debilidades son las mejores fortalezas de otros hombres? El reconocimiento sincero de nuestra debilidad debería conducirnos a trabajar junto a otros en equipo, a discipular y entrenar a otros hombres para liderar la iglesia del mañana. A la luz de la Palabra de Dios somos débiles y limitados; acéptalo de corazón y tu visión del trabajo en equipo y tu visión del discipulado seguramente cambiarán.
En segundo lugar, considera tu temporalidad
¿Temporales? Sí, todos lo sabemos: vamos a morir. Sin embargo, me parece que muchos nos hemos comportado en el liderazgo como si no lo supiéramos. Somos seres temporales, somos una niebla, una flor que marchita; sin embargo, por nuestra manera de liderar y abrazar tan fuertemente nuestros puestos ministeriales pareciera más bien que creemos que estaremos para siempre. Nuestro entendimiento de la temporalidad debe motivarnos a dedicar nuestra vida para preparar “Timoteos” que caminen a nuestro lado para el futuro gobierno de la iglesia. Muchos pastores lideran la iglesia como si en la práctica no estuvieran convencidos de su temporalidad, pues da la impresión que no les preocupa que en cualquier momento Dios les pueda llamar a Su presencia. Queridos hermanos, somos temporales y un pésimo legado que podemos dejar en nuestro liderazgo es el recuerdo de haber pensado que somos inmortales. No me digas que consideras seriamente tu temporalidad si no has preparado a nadie, discipulado a nadie, ni equipado a nadie para servir en tu lugar. Permíteme hacerte dos preguntas, respóndelas sinceramente: Si el Señor te llama a Su presencia, ¿Has trabajado arduamente para equipar a otros detrás de ti o estás abrazando fuertemente tu posición olvidando tu temporalidad? ¿Das la impresión de no ser temporal o de ser inmortal en tu puesto de ministerio.
En último lugar, considera tu visión
¿Mi visión? ¿Considerar mi visión? ¿Por qué? El asunto práctico es que nos hemos autorizado a re-definir nuestra visión de iglesia y ministerio olvidando la esencia de la gran comisión: el discipulado. Hemos re-definido nuestra visión olvidando que en este reino el Rey Jesucristo ya habló y ya nos señaló claramente que Su visión es que hagamos discípulos de todas las etnias/naciones del mundo y les enseñemos a guardar todas las cosas que Él nos mandó. Si el discipulado es clave para el Rey de este reino, ¿Cómo puedo yo objetar esa visión y dejarla a un lado? ¿Cómo podemos re-definir la visión de la iglesia ignorando la visión y misión que el Rey nos ordenó? ¿Cómo podemos tener líderes que no hacen discípulos? Ahora bien, puede ser que una iglesia local tenga una determinada tarea o proyectos prioritarios, pero si éstos no están fuertemente conectados a la gran visión del Señor de la iglesia, entonces hemos perdido el rumbo. Muchos pastores han estado grandemente involucrados en levantar proyectos y alcanzar metas que no están conectadas a la gran comisión, y por eso hemos olvidado y dejado de lado la tarea del discipulado personal y profundo que conduce a otros hacia la madurez. Si cada pastor, anciano o líder en la iglesia local tuviera un claro “Timoteo” en discipulado permanente nuestras congregaciones sufrirían mucho menos ante los cambios