Reconoce el grave peligro

El pecado sexual puede llevar a enfermedades sexuales. No estoy tratando de instigar miedo. De verdad, no es mi intención. Simplemente quiero despertarnos ante el peligro que tenemos enfrente
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En su icónica escena en el juzgado en la película Cuestión de honor [A Few Good Men], el coronel Nathan Jessup habla acerca de otro soldado que estuvo en peligro. Entonces, el teniente Daniel Kaffee pregunta: “¿Grave peligro?”, el coronel Jessup le responde: “¿Hay otro tipo de peligro?”. Pienso que no lo hay; peligro es peligro. Aun así, pocos pecados cuentan con tantas alertas en la Biblia como el pecado sexual. Sin exagerar, el pecado sexual es un asunto de vida o muerte. Ya que las consecuencias son tan altas, es sabio reflexionar sobre esto por un momento. Permíteme mencionar nueve peligros del pecado sexual. El pecado sexual conduce a condenación eterna. En Efesios, Pablo escribe: “Porque con certeza ustedes saben esto: que ningún inmoral […] tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios” (5:5). Si el pecado sexual define tu vida (estoy eligiendo con cuidado mis palabras), entonces no tienes herencia en el reino de Cristo y de Dios, ninguna esperanza del cielo. Esto no significa que no puedes ser salvo de tu pecado. Por supuesto que sí. Pero el pecado sexual que se persigue con alegría y que nunca se confiesa es incompatible con la fe salvadora porque la fe que nos salva también nos transforma, aun si en esta vida el proceso es lento e incompleto. Los patrones de pecado sexual pueden no solo traer la ira de Dios en el futuro, sino que pueden ser ellos mismos la ira de Dios en el presente. En Romanos 1:18–31, Pablo argumenta que la depravación desenfrenada, incluyendo pecados sexuales, no es lo que provoca la ira de Dios. Por el contrario, la depravación generalizada ya es la muestra de Su ira. Permíteme decirlo de manera diferente. La ira de Dios en Romanos 1 no viene en forma de relámpagos y truenos, sino en el hecho de que Dios retira Sus limitaciones sobre nuestros deseos pecaminosos. Para usar una imagen, imagina un globo inflado. Dios lo mantiene cerrado apretando con los dedos la boquilla. La ira de Dios que describe Romanos 1 es como si Dios soltara ese globo y lo dejara salir volando sin control. ¿Ves ahora el peligro? ¿Podría haber algo más peligroso que pensar que estás experimentando una libertad loca, genial y salvaje cuando en realidad estás experimentando (¡en tiempo presente!) la ira de Dios? El pecado sexual provee un pago cada vez menor. La atracción del pecado nos empujará más allá de donde queremos ir. Siempre. Pocos imaginan que el pecado lleva a las cámaras de la muerte, pero cuando seguimos al dios falso del sexo, allí es a donde nos lleva (Pr 7:27). En este momento, puede que tengas una línea que no cruzarías. Simplemente pensar en cruzar esa línea te provoca náuseas. Piensas: No soy un pervertido. Pero si dejas que el pecado sexual haga de las suyas, mañana estarás más cerca de esa línea y, eventualmente, tendrás que crear otra línea a mayor distancia. “Nunca […] se sacian los ojos del hombre” (Pr 27:20). Russell Moore remarca que por esta razón “en rara ocasión encontrarás a un hombre adicto a una sola imagen pornográfica. Él se encuentra atrapado en un caleidoscopio en constante expansión”.[1] En otras palabras, pocas veces nos metemos a un agujero espiritual con una retroexcavadora. Nos metemos con una pala, una pequeña paleada a la vez. Tras muchos siglos de pecado, esta es la razón por la que Dios le dice a Su pueblo que no han sabido ruborizarse (Jr 6:15). Sus patrones pecaminosos aniquilaron su habilidad para reconocer lo vergonzoso. Perseguir el pecado a menudo se convierte en un tipo de caricatura, y luego en la caricatura de la caricatura, y termina en lo absurdo. Así es como muchos hombres terminan por dejar de considerar imágenes tipo Playboy como pornografía porque no exhiben actos sexuales. La pornografía, dicen ellos, es solo lo explícito.[2] Esto es lo que Pablo describe en Romanos 1: razonamiento vano, corazón entenebrecido y deshonra de sus cuerpos (vv. 21,24). Esta es la peligrosa trayectoria del pecado. Esto nos hace menos humanos y más animales. El pecado sexual cauteriza tu conciencia. Recuerdo una temporada en la que Dios trabajó fuertemente en mi vida. Comenzó cuando me di cuenta de algo: me aterró que ya no me aterraba mi pecado sexual. Permíteme explicar. Crecí en un hermoso hogar cristiano y, gracias a eso, mi conciencia estaba bien entrenada para distinguir entre lo bueno y lo malo según el diseño de Dios. Esta fue una razón por la que siempre me afligía cuando cedía ante el pecado sexual. Cuando miraba cosas que no debía mirar, me sentía culpable. Cuando sobrepasaba la línea con mi novia (o la ignoraba enteramente), sentía convicción. Yo sabía que lo que estaba haciendo estaba mal y eso me molestaba. Entonces, al principio lentamente, dejó de importarme. El pecado sexual ya no era gran cosa. Esto me aterró. Yo entendía perfectamente que no debía cerrar con cinta la boca de mi conciencia y meterla en el clóset. Pero eso es lo que estaba haciendo. Por favor, no hagan lo que yo hice. Si ya lo estás haciendo, detente. Si sigues ignorando la conciencia que Dios te dio, no terminarás bien (1 Ti 4:1–2). El pecado sexual destruye nuestra habilidad de disfrutar la belleza. ¿Acaso el dragón que acumula tesoros realmente disfruta de la belleza de esas joyas? La pornografía no se trata de disfrutar y honrar la belleza. Se trata de consumo egoísta. Quiérelo. Tómalo. Consúmelo. Déjalo atrás. Por esto, Matthew Lee Anderson habla de cómo la industria de la pornografía busca producir orgasmos baratos, como si los que están involucrados creando la pornografía fueran solo accesorios.[3] Sin embargo, una visión consumista del sexo está lejos de la belleza y maravilla que Dios planeó para la intimidad sexual (Pr 30:18–19). El pecado sexual nos hace esclavos. A propósito, ¿posee el dragón el oro que acumula o sería más correcto decir que el oro lo posee a él? “Todo el que comete pecado es esclavo del pecado” (Jn 8:34). El pecado sexual puede conducir a la pérdida de empleo y sustento. Para los que son pastores, esto puede ser evidente. Pero también es cierto para otros. ¿Crees que un empleado del gobierno puede navegar durante horas en sitios pornográficos desde su computadora de trabajo sin ser descubierto? El pecado sexual puede conducir a la pérdida de familia y amigos. Tus amigos y familia pueden ser más perdonadores que tu jefe, pero no si continúas obstinadamente hacia el pecado. Reflexiona sobre las ramificaciones de perder para siempre el respeto de tus hijos porque te descubrieron mirando algo inapropiado. Reflexiona sobre el daño en tu intimidad con tu esposa si dejas de poder llegar al clímax con ella porque tu harén digital destrozó los circuitos de tu cerebro o porque desarrollaste una disfunción eréctil provocada por la pornografía. Y las cosas pueden salir peor que esto. He estado en el ministerio por suficiente tiempo como para conocer a varias mujeres que tuvieron que ser examinadas por enfermedades de transmisión sexual porque la adicción a la pornografía de sus maridos se convirtió en adulterio en serie. Devastador. Absolutamente devastador. El pecado sexual puede llevar a enfermedades sexuales. No estoy tratando de instigar miedo. De verdad, no es mi intención. Simplemente quiero despertarnos ante el peligro que tenemos enfrente. Algunas enfermedades sexuales son incurables, algunas afectan la fertilidad o provocan otros problemas de salud y todas son transmisibles. Podría seguir enumerando los diferentes peligros del pecado sexual porque son muy diversos, pero la conclusión es esta: cuando Satanás te tienta, no te va a leer los términos y condiciones. Él no te dirá que viene para robar, matar y destruir. En cambio, Jesús viene para que Sus ovejas tengan vida y para que la tengan en abundancia (Jn 10:10). Escucha la voz del Pastor y Él te ayudará a alejarte del peligro.

Preguntas de diagnóstico

  1. Alguien podría decir: “Ya que el pecado sexual es tan disfrutable, simplemente no puede estar mal”. En la Biblia, ¿quién más habló de esta manera y por qué no debes creer esta afirmación? (Pista: mira Génesis 3).
  2. ¿Alguna vez has sentido la muerte que involucra el pecado sexual? ¿Qué podrías perder si cedes ante el pecado sexual?
  3. En versículos como 1 Corintios 6:9–11, Efesios 5:5 y Apocalipsis 22:14–15 se hace una conexión entre el futuro eterno de una persona y el abrazar ciertos pecados. ¿Entiendes esta conexión y por qué es importante? En resumen, ¿cómo puede relacionarse tu lucha contra el pecado con tu salvación eterna? (Estas son preguntas importantes. Si no te quedan claras, pide ayuda a un pastor o a un cristiano maduro).
  4. Reflexionando sobre Romanos 1, ¿alguna vez habías pensado que la “libertad” que experimentas en tu pecado sexual es, no la indiferencia de Dios, sino de hecho Su ira? ¿Cómo te hace sentir esto?

[1] Russell Moore, “Fake Love, Fake War: Why So Many Men Are Addicted to Internet Porn and Video Games,” [“Amor falso, guerra falsa: por qué tantos hombres son adictos a la pornografía en Internet y a los videojuegos”] Desiring God, May 25, 2012, https://www.desiringgod.org/articles/fake-love-fake-war-why-so-many-men-are-addicted-to-internet-porn-and-video-games. [2] Pamela Paul, Pornified: How Pornography Is Damaging Our Lives, Our Relationships, and Our Families [Pornificados: cómo la pornografía está dañando nuestras vidas, nuestras relaciones y nuestras familias] (New York: Holt, 2006), 5. [3] Matthew Lee Anderson, “What Does the Culture Say?” [¿Qué dice la cultura?] en The Gospel & Pornography [El evangelio y la pornografía], ed. Russell D. Moore y Andrew T. Walker, Gospel for Life (Nashville: B&H, 2017), 94–97.

Benjamin Vrbicek

Benjamin Vrbicek y su esposa Brooke tienen seis hijos. Posee una licenciatura en ingeniería mecánica y aeroespacial por la Universidad de Missouri y una maestría en divinidad del seminario Covenant Theological Seminary en St. Louis, Missouri. Es pastor de enseñanza en la iglesia Community Evangelical Free Church en Harrisburg, Pennsylvania. Es autor y coautor de varios libros y blogs.

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