¿Qué es un necio? El Antiguo y el Nuevo Testamento usan diferentes términos que nos ayudan a entender.
En el Antiguo Testamento se utiliza la palabra hebrea כְּסִיל (kĕsîl). Se refiere a alguien que no solo es un ignorante, sino que de manera deliberada rechaza la sabiduría de Dios. Pero el necio no solo se opone a la sabiduría, sino que además es caracterizado por la imprudencia y la torpeza en todo su actuar.
Por su parte, el Nuevo testamento usa principalmente tres términos en griego para el necio. El primer término es ἄφρων (aphrōn), que se refiere a alguien con un discernimiento pobre. También podría describir a uno que se considera experto en la religión, pero carece de conocimiento verdadero de Dios. El segundo término es μωρός (mōros), que enfatiza las acciones de alguien que es un tonto o insensato y que, por consiguiente, sus juicios, acciones y palabras carecen de cualquier utilidad. Es la idea de una falta de capacidad para el pensamiento o la acción correcta. El tercer término es ἀνόητος (anoētos), que se refiere a alguien que no piensa bien. La necedad es la característica principal de aquel que decide abandonar a Dios en sus caminos.
Pero estos términos no son todo lo que la Biblia dice acerca del necio. ¿Qué hay en su corazón, su mente y su actuar? La necedad es principalmente un problema en la relación de una persona con Dios. Aquí hay seis rasgos propios de esa persona.
1. El necio se inclina a la idolatría
La idolatría es la inclinación de adorar algo más en vez de a Dios. La tendencia natural del necio es dirigir su adoración a lo creado en vez de al Creador (Jer 10:8; Ro 1:21-25). Esto algunas veces se manifestará con ateísmo declarado y otras veces con ateísmo práctico: el primero quiere convencer a su corazón de que Dios no existe, mientras que el segundo, aunque dice creer en Dios, vive su vida como si Él no existiera. Además, el ateo declarado no asiste a la iglesia, mientras que el ateo práctico llena las bancas de muchas congregaciones.
La Biblia afirma que esta clase de necedad lleva a los hombres a la corrupción total (Sal 14:1), a cometer actos abominables y a alejarse del bien (Sal 53:1); esta persona injuria a Dios todo el día con sus palabras y con sus actos (Sal 74:22).
2. El necio se inclina a la desobediencia
Ya que el necio rechaza lo que Dios tiene que decirle, entonces su patrón característico de vida es la desobediencia. Es alguien falto de entendimiento en sus decisiones (Sal 94:8). La Biblia lo describe como uno que se divierte haciendo el mal (Pro 10:23; 13:19; 14:9). Este hombre es arrogante y descuidado (Pro 14:16), y no solo le basta con ser un rebelde, sino que le encanta demostrarlo a otros (Ec 10:3).
3. El necio se inclina a la ira pecaminosa
Uno de los síntomas más evidentes de un necio es que no puede controlar su carácter. Es explosivo, irritable, altivo y grosero en su conversar. Pero sobre todas las cosas, el necio se caracteriza por reaccionar de manera rápida (Pro 12:16; Ec 7:9): no se detiene a considerar las consecuencias de sus actos o de sus palabras. El necio simplemente actúa por impulsos y experimenta las consecuencias dañinas de sus actos precipitados (Job 5:2; Pro 10:21).
4. El necio se inclina a la autodestrucción
Este hombre desprovisto de sabiduría causa su propia destrucción. Muchas veces el necio se pregunta: “¿Por qué nadie me honra y me respeta?”. Parece ignorar que la causa de su mala reputación es su actuar cotidiano. Puede pensar que todos alrededor son perversos y hostiles con él, pero no se detiene a meditar en que él mismo es el problema (Pro 3:35).
Según la Biblia, el necio busca su propia destrucción de varias formas, pero hay dos que destacan. Primero, es un hombre rebelde a las autoridades (Pro 10:8), lo cual lo hace merecedor del castigo. Segundo, el necio tiene la tendencia a dejarse persuadir fácilmente por el pecado sexual, el cual acarrea la destrucción de su familia y su reputación. En términos bíblicos, va como el “buey al matadero” (Pro 7:22).
5. El necio se inclina a lastimar a los que le rodean
El necio no solo se destruye a sí mismo, sino que también lastima a los que están a su alrededor (Pro 13.20). Por ejemplo, en el libro de Proverbios se nos dice que un hijo necio trae dolor a sus padres (Pro 10:1). Los hijos menores actúan de manera descontrolada y traen vergüenza a sus papás; los hijos jóvenes actúan con rebeldía y sin freno en sus deseos; finalmente, un hijo adulto trae dolor a toda la familia, que se ve afectada por las malas decisiones que toma en cada área de su vida, incluyendo lo laboral, lo emocional y lo financiero.
Es por esta razón que la Biblia exhorta a los padres a ayudar a sus hijos a abandonar el camino de la necedad desde temprano. La Biblia da esta instrucción en los siguientes términos:
La vara y la reprensión dan sabiduría,
Pero el niño consentido avergüenza a su madre (Pro 29:15).
6. El necio se inclina a ser orgulloso
El necio se tiene a sí mismo en muy alta estima. Se percibe mucho más grande e importante de lo que realmente es. Piensa que sus planes son geniales y que no necesita el consejo de nadie (Pro 12:15). Su orgullo lo lleva a recibir golpes en la vida una y otra vez, pues no acepta la corrección y comete los mismos errores continuamente (Pro 14:16). La Biblia usa términos muy gráficos para describir esta clase de obstinación cuando dice:
Como perro que vuelve a su vómito
Es el necio que repite su necedad (Pro 26:11).
En lugar de reconocer sus faltas, arrepentirse y apartarse, el necio buscará culpar a alguien más de sus desdichas, y su orgullo seguirá en aumento.
Hay esperanza: el necio puede ser rescatado por la gracia de Dios
¿Qué pasa si alguna de las características del necio nos describe?
Comencemos recordando que todos hemos sido necios: la Biblia es clara en afirmar que todos nacemos en una condición de necedad extrema. De continuo el ser humano busca hacer el mal y no puede glorificar a su Creador. Lo que caracteriza a todo hombre sin Dios es una vida de desobediencia, sujeta a la esclavitud de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia, envidia y odio (Tit 3:3).
Pero es de esa masa de pecadores que Dios decide rescatar almas. Él no vino por los sanos, sino por los enfermos. De lo vil y menospreciado, de lo más necio de este mundo, es que Dios decide salvar por Su elección soberana (1Co 1:27). Así que, si tú te has identificado como un necio, hoy puedes abandonar ese camino. Suplica al Dios del universo que se apiade de ti, te perdone, te justifique y te salve. Él no rechaza un corazón contrito y humillado.