Un anciano, postrado en cama por una enfermedad larga y terminal, deseaba ver las Montañas Rocosas antes de morir. No podía viajar, pero siendo un hombre de recursos, contrató a varios artistas hábiles y los envió al oeste. A cada uno de ellos le ordenó que le trajera un cuadro que mostrara la belleza de las Montañas Rocosas.
Un pintor se dirigió hacia el Parque Nacional de Banff, a la cima de Morant’s Curve, donde plasmó una escena de una locomotora que halaba un largo tren por el valle del río. Otro se instaló en el lago Louise e interpretó la belleza prístina del lago alpino y las montañas que lo rodean. Otros pintores eligieron ir al sur del paralelo 49, uno a Yellowstone para retratar las alturas del imponente monte Washburn y, otro a Colorado y el Cañón Negro del Gunnison. Algunos eligieron capturar escenas del verano, cuando las flores llenan las praderas de las montañas; otros eligieron el otoño, cuando las hojas de los valles se vuelven de color orojo y naranja brillantes; y otros prefirieron el invierno, cuando los paisajes están enterrados en la nieve profunda y todos los árboles de hoja perenne están escarchados de blanco. Cada artista pintaba su escena, la titulaba “Montañas Rocosas” y, en el día señalado, se la llevó al mecenas.
Desde su cama, el hombre observó esta gran colección de pinturas y, con lágrimas en los ojos, elogió a cada artista, pues cada uno lo había hecho bien, cada uno había interpretado fielmente su escena. Aunque ningún artista había captado el todo, cada uno había sido fiel en su parte. Antes de que el anciano se deslizara más allá de esta vida, estaba contento de haber visto las Montañas Rocosas.

Los cristianos estamos llamados a ser como Jesús, a estudiar detenidamente Su vida, Sus caminos, Su carácter, para luego representarlo en el lienzo de nuestras vidas. El mundo no verá a Cristo, pero sí a los cristianos, así que nos esforzamos por representarlo fielmente. Sin embargo, así como ningún artista puede capturar todas las Montañas Rocosas, ningún cristiano puede representar a Cristo en Su totalidad. Somos demasiado débiles, demasiado frágiles, demasiado efímeros, demasiado estropeados por el pecado. Y así, al igual que el anciano supo enviar a muchos pintores, Dios supo salvar a mucha gente. Así como cada pintor capturó su pequeña parte de las grandes Montañas Rocosas, nosotros representamos nuestra pequeña parte del gran Cristo.
Cada uno de nosotros, aunque vivamos 60 u 80 años al servicio de Jesús, no podemos ni acercarnos a imitar todas Sus perfecciones. Progresamos, sin duda, pero con frecuencia, mientras crecemos en un área, resbalamos en otra; a menudo, mientras destacamos en un rasgo, declinamos en otro. E incluso en nuestros mayores logros, una evaluación honesta mostrará que, aunque hemos llegado lejos, todavía nos queda mucho por recorrer antes de ser perfectos como Cristo es perfecto.

Debe ser por esa razón, que Dios nos da a cada uno de nosotros un llamado especial para una parte diferente. Aunque un artista esté convencido de que la mejor belleza de las Montañas Rocosas se encuentra en Banff, otro dirá que en Yellowstone y otro en Jasper. Ninguno de ellos se equivoca. Y así, algunos cristianos se sienten atraídos por la bondad de Jesús como el más bello de Sus rasgos. No pueden pensar en ninguna frase mayor que “era un hombre bondadoso” y se esfuerzan toda su vida para ser tan bondadosos como su Salvador. Otros se sienten atraídos por Su valentía frente a los adversarios que quieren alejar a las preciosas ovejas del pastor, y se esfuerzan por crecer en su capacidad de hablar con tanto denuedo, con tanta fuerza y verdad como Jesús. Algunos destacan Su amor por los amigos y los enemigos; otros, Su gozo frente a la adversidad; otros, Su perseverancia en el sufrimiento; otros, Su generosidad en la hospitalidad; otros, Su cuidado de los abandonados y oprimidos.
Al final, ¿cuál de estos cristianos representa mejor a Cristo? ¿Es el que es tan amable como Jesús o el que es tan paciente? ¿Es el que enseña como Jesús o el que extiende Su cálida bienvenida? La verdad es que todos y ninguno. Todos ellos captan la parte que Dios les ha asignado, pero ninguno capta el todo, porque el tema es sencillamente demasiado vasto para un solo lienzo, para una sola persona. La visión más cercana del todo es cuando todos se reúnen en una galería y cada uno muestra su pequeña parte.

Podríamos imaginar que mientras el anciano examinaba su colección de cuadros, se produjo una discusión entre los artistas, cada uno insistía en que su obra era superior porque solo él había elegido el lugar más representativo de todas las Montañas Rocosas. Sin embargo, Banff pertenece a las Montañas Rocosas tanto como Yellowstone, y Yellowstone es parte de la cordillera tanto como Jasper. Cada uno fue al lugar que le atraía, y ¿quién puede decir que los picos son más bellos que los valles, los amaneceres que los atardeceres o los veranos que los inviernos? Cada uno de los artistas honró a su patrocinador si fue al lugar al que lo llevó su corazón, y luego usó toda su habilidad y todo su talento para crear una imagen precisa. Y de la misma manera, no tenemos derecho a juzgar el carácter de otro hombre cuando su representación de Cristo difiere de la nuestra en su énfasis. Más bien, debemos entender que, del mismo modo que Cristo nos ha dado a todos diferentes dones, nos ha provisto de diversas perspectivas para representarlo en sus diferentes atributos. Él se refleja tanto en esa otra persona como en nosotros.

Y así, cada cristiano se esfuerza por ser como Cristo. Aunque cada uno de nosotros se esfuerza por ser totalmente como Cristo, cada uno de nosotros tiene el llamado especial de enfatizar una parte, aspecto o rasgo particular. Cada uno de nosotros lleva a cabo esta labor en nombre de nuestro Mecenas divino, en nombre del Dios que nos ha salvado para Sí, y que nos ha llamado a imitar a Su Hijo. Aunque ninguno de nosotros llegue a captar la totalidad en este lado de la gloria, todos podemos confiar en que recibiremos el “bien hecho” de Dios si somos fieles en nuestra parte y animamos con gozo a los demás en la fidelidad en su llamado.
(Inspirado en Silent Times de James Russell Miller).
Publicado originalmente en Challies.