¿Profetas o Poetas? | 2da Parte

Hoy estaremos revisando las cuatro tendencias alarmantes que indican que estamos en tiempos donde Dios necesita enviar profetas que señalen el error.
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En la entrada anterior, hablamos sobre que la circunstancias de prosperidad, justicia y sabiduría durante los reinados de David y Salomón propiciaron que poetas expresaran su apelo al favor y los diferentes atributos de Dios que vemos expresados en los libros poéticos. También vimos que cuando ocurría lo contrario, el pueblo se apartaba en idolatría y había reyes malvados, Dios enviaba profetas a confrontar el pecado y a advertir al pueblo por desviarse de sus caminos. Hoy estaremos revisando las cuatro tendencias alarmantes que indican que estamos en tiempos donde Dios necesita enviar profetas que señalen el error.

  1. Exitismo

Existe una exagerada tendencia al exitismo (afán desmedido de éxito), medido este por la captación casi instantánea de grandes multitudes independiente de su real condición espiritual. Claramente el énfasis aquí se pone en la cantidad y no en la calidad. A. W. Tozer en su libro “El siguiente capítulo después del último” hablando al respecto dice: “El cristianismo se está dejando llevar por la plaga de la degradación de los valores. Y ello se deriva de un deseo demasiado anhelante de impresionar, de ganarse una atención pasajera, de aparecer bien en comparación con algún atizador del mundo que parece por un tiempo capturar el oído o la mirada del público” (pág. 14). Si en los días de Tozer este proceder era común, en la actualidad es una realidad generalizada. El exitismo está dispuesto a usar cualquier arma que sirva a sus propósitos, vengan de donde vengan. Incluso, si las circunstancias lo ameritan, hasta diluir, ablandar o simplemente cambiar el mensaje para que sea recibido por el público ávido de escuchar lo que satisfaga sus deseos carnales. Aconsejados por la sicología, casi se ha extinguido la enseñanza de la doctrina de la depravación total del hombre, de la realidad del infierno y la necesidad del arrepentimiento. Todo ello derivado de la casi nula atención a la santidad, la justicia y la ira de Dios. El argumento que se da es que estas enseñanzas pueden dañar gravemente la autoestima de las personas.

  1. Pragmatismo

En el cristianismo actual se aprecia también la implementación el pragmatismo (preferencia por lo práctico o útil) como la filosofía prevalente, particularmente en los programas y las estrategias de la iglesia. Si algo resulta, aparentemente es bueno y correcto mantenerlo y propagarlo a través de libros, videos y todas las técnicas de mercadeo posibles. Esto es, independiente de si cuenta o no con un sólido respaldo bíblico. Esto trae como consecuencia una serie de modas circunstanciales que tan rápido como aparecen de igual modo desaparecen siendo reemplazas por el descubrimiento e implementación de otras “estrategias” que están causando furor en alguna parte del mundo evangélico. La predicación doctrinal y directa ha sido echada en el baúl de los recuerdos y reemplazada por el drama, la comedia, las luces de colores que parpadean al ritmo de la música, los actos circenses, los recitales de rock y la danza, entre otras muchas cosas. De esta manera el pragmatismo se ha transformado en el mejor instrumento del exitismo. Los propagandistas de esto se han hecho extraordinariamente ricos y famosos, logrando con creces los antojos de sus corazones.

  1. Relativismo

También el relativismo ha llegado a formar parte de la filosofía de la iglesia actual. La verdad absoluta ya ha quedado en el pasado para los modernos líderes eclesiásticos. Los principios bíblicos ya no son inmutables sino cambiantes y relativos, todo depende del prisma a través del cual se le mira. A este tipo de filosofía se debe el creciente deterioro moral en la vida de la iglesia. Puesto que si todo es interpretable y relativo entonces nada puede realmente ser algo malo de lo cual haya que apartarse. Aquellos que osan defender los principios absolutos son tildados de “fanáticos” o cuadrados (intransigentes), o simplemente retrógrados que se han quedado en el pasado. No es extraño encontrar respuestas como estas, cuando se confronta a un líder espiritual con la dicotomía que existe entre su manera de actuar y lo que la Biblia dice, “bueno, la Biblia efectivamente dice eso, pero en la práctica es otra la realidad” dejando entrever que los estándares de la Biblia no deben ser aplicados como verdades absolutas e inmutables, sino que todo depende de las circunstancias (moral de situación). Es precisamente este relativismo, el que está socavando la doctrina de la autoridad y suficiencia de las Escrituras. La sola Biblia ya no parece ser la autoridad final en todo asunto de doctrina o práctica, como tampoco suficiente para dar respuesta a cualquier inquietud o necesidad del ser humano. Por lo que hay que complementar o interpretar las afirmaciones de la Biblia de acuerdo a parámetros subjetivos, derivados en su mayoría, de la sicología humanista.

  1. Sicologización de la iglesia

La práctica del relativismo da paso a la sicologización de la iglesia. Los principios de Freud, Skinner, Maslow, Roger, Jung, etc. están desplazando a los principios bíblicos en la consejería pastoral o en la enseñanza desde los púlpitos. Probablemente nadie reconocerá esto abiertamente o explicará que no se trata de dejar de lado la Biblia, sino que los “nuevos descubrimientos científicos” pueden ayudar para hacer más efectiva la consejería y la enseñanza bíblica. Esta explicación demuestra por si sola que para estos modernos líderes espirituales la Biblia no es suficiente. Estos ignoran conscientemente, lo que la misma Biblia establece respecto de sí misma (2 Ti. 3:16). Las librerías cristianas están llenas de libros de consejería y análisis de la personalidad de personajes bíblicos desde la perspectiva sicológica. Los libros más vendidos son los que apuntan a levantar la autoestima (orgullo) de los creyentes y establecen fórmulas para ser más felices (satisfacer sus deseos egoístas y carnales). Todas estas tendencias actuales han creado una generación de “creyentes” satisfechos consigo mismos, hedonistas, mundanos y que viven para las cosas de esta tierra, poniendo la mira en este mundo pasajero y cambiante. Ante el panorama ya descrito ¿Qué necesita la iglesia actual? ¿Poetas o profetas? La respuesta es obvia, se requiere de profetas, entendido como aquellos que Dios ha llamado para hablar en Su nombre, que confronten valientemente la maldad del pueblo de Dios en la actualidad y hagan un urgente llamado al arrepentimiento. Considerando que el regreso del Señor Jesucristo está a la puerta, son necesarios muchos Juan Bautistas que desnuden la triste realidad del supuesto pueblo de Dios y proclamen, con autoridad bíblica, que el arrepentimiento es la mayor necesidad de la iglesia en los tiempos actuales. Como en los días de los profetas de Israel el Señor denuncia la hipocresía de su pueblo “Dijo entonces el Señor: Por cuanto este pueblo se me acerca con sus palabras Y ME HONRA CON SUS LABIOS, PERO ALEJA DE MÍ SU CORAZÓN…” (Is. 29:13), en el día de hoy no es diferente. De igual modo, la advertencia y el llamado de Dios debe ser similar al de los tiempos de los profetas “Circuncidaos para el Señor, y quitad los prepucios de vuestros corazones, hombres de Judá y habitantes de Jerusalén, no sea que mi furor salga como fuego y arda y no haya quien lo apague, a causa de la maldad de vuestras obras” (Jer. 4:4) y el llamado “Si has de volver, oh Israel —declara el Señor— vuélvete a mí. Si quitas de mi presencia tus abominaciones, y no vacilas, y juras: “Vive el Señor”, EN VERDAD, EN JUICIO Y EN JUSTICIA, entonces se bendecirán en Él las naciones, y en Él se gloriarán” (Jer. 4:1-2). Profetas está llamando hoy el Señor, sumisos a Su voluntad que buscan la gloria de Dios y el engrandecimiento de Su obra. Dispuestos a dejarlo todo por ser la voz del Señor en medio de una generación perversa y maligna. Hombres fieles y desinteresados que vivan para que en todo, sea Dios glorificado.

Ivan Reyes

Iván Reyes, alcanzado por la gracia del Señor en Septiembre de 1993. Egresado del Instituto de Capacitación Teológica (Icat) de la Unión de Centros Bíblicos, Chile. Casado con Myrja Pérez con quién tiene dos hijos, Aliani y Josías. Pastor de la iglesia Centros Bíblicos en Villarrica, Chile, desde hace 13 años.

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