Entre los evangélicos conservadores, existe un antiguo debate amigable sobre si cada sermón debería o no incluir un breve resumen del mensaje del evangelio. Con esto no estoy hablando acerca del uso de una hermenéutica que conecta cada pasaje de las Escrituras con la persona y obra de Jesús, o sea, el enfoque de la interpretación bíblica enseñado por GraemeGoldsworthy1 o Edmund Clowney.2
En lugar de eso, me refiero al hecho de insertar en algún lugar de tu sermón y que de manera natural se conecte con el resto del mensaje, una breve explicación de las verdades principales sobre quién es Jesús y lo que él ha hecho (tomando tal vez entre 2 a 6 minutos), junto a una exhortación a arrepentirse y creer. Y aunque ciertamente este enfoque no es practicado por cada predicador evangélico conservador, tal vez el defensor y modelo más conocido sobre incluir un resumen del evangelio en (casi) cada sermón es Mark Dever, pastor de la Capitol Hill BaptistChurch en Washington, DC.
Fui persuadido por la sabiduría de este enfoque hace unos quince años. Y luego de haberlo practicado fielmente por más de una década, puedo ver muchos beneficios de incluir un breve resumen del evangelio en casi cada sermón. A continuación tres razones que explican por qué deberías adoptar este enfoque:
1. Cuando incluyes regularmente un resumen del evangelio evangelizas a los no creyentes de tu congregación.
Una de las cosas más sorprendentes que descubrí cuando comencé a pastorear es cómo muchos no creyentes asisten fielmente a las iglesias evangélicas. Con esto no me refiero a los «evangélicos hipócritas», esos que dicen ser cristianos pero no muestran una verdadera evidencia de haber nacido de nuevo, aunque ciertamente hay muchos de esos en nuestras iglesias. Sino a las personas que no afirman ser cristianos pero que asisten a la iglesia porque dicen que su esposa los arrastra o porque sus padres los obligan a asistir o simplemente porque no tienen nada mejor que hacer los domingos. La mayoría de las iglesias, especialmente en los Estados Unidos, tienen sorprendentemente un alto porcentaje de ese tipo de personas. ¿Qué necesitan más desesperadamente estas personas que ser confrontados por las demandas de Jesús y ser llamados al arrepentimiento y a creer? Recientemente, bauticé a un joven que comenzó a asistir a nuestra iglesia solamente porque le gustaba una joven de nuestra congregación. Pero cada semana él escuchaba un breve resumen de las buenas nuevas. Luego de seis meses de esto, el evangelio abrió su corazón y él nació de nuevo. Ese es el beneficio potencial de incluir regularmente un resumen del evangelio en tus sermones.
2. Cuando incluyes regularmente un resumen del evangelio entrenas a los cristianos a explicar el evangelio a sus amigos no creyentes.
Descubrí accidentalmente este beneficio luego de haber practicado este enfoque durante unos años. En conversaciones informales he escuchado miembros de mi congregación comenzar a explicar el evangelio y los he descubierto usando casi la misma terminología, fraseología y lógica que he utilizado en mis sermones semanales. Eventualmente me di cuenta de que no estaban tratando de impresionarme o imitarme; sino que simplemente explicaban el evangelio de la manera en que los había entrenado a hacerlo. Me atrevería a apostar que si detienes a uno de mis fieles miembros de iglesia al azar y luego le pides a él o ella que resuma el evangelio, dirán algo muy parecido al resumen que he proclamado por años. Y aunque es muy posible que esto lleve a una repetición sin sentido e insensible, en mi experiencia es más común que haya llevado a la claridad y la precisión al compartir el evangelio, algo que muchos cristianos no hacen. Desde que decidí incluí un resumen del evangelio en casi cada sermón que he predicado, mi gente ha sido equipada para comunicarlo a sus hijos, amigos y compañeros de trabajo.
3. Cuando incluyes regularmente un resumen del evangelio comunicas a través del énfasis lo que tiene más importancia.
Don Carson dijo sabiamente: «si he aprendido algo en 35 o 40 años de enseñanza, es que los estudiantes no aprenden todo lo que les enseño. Lo que aprenden es aquello que me apasiona, el tipo de cosas en las que hago énfasis una y otra y otra vez». Si esto es verdad, y en mi experiencia lo tengo confirmado definitivamente, entonces lo mejor que puedo hacer es ser cuidadoso e intencional sobre las cosas que enfatizo en mi predicación y enseñanza. Si, por ejemplo, enfatizo de manera intencional o no intencional políticas seculares, mi iglesia tendrá una visión enfocada en la política de la vida cristiana. Lo mismo sucederá si hago énfasis en el ecumenismo o el ambientalismo, o el misticismo o el separatismo. Mi iglesia no recuerda todo lo que digo, sino que recordarán aquello sobre lo que hablo de manera repetitiva. Por lo tanto, como predicadores cristianos, seamos cuidadosos e intencionales al enfatizar aquello que tiene más importancia: «que Cristo murió por nuestros pecados» (1 Co. 15:3). Comprometámonos a conocer nada entre nosotros excepto «a Jesucristo y a él crucificado» (1 Co. 2:2). Y en nuestra predicación, nunca nos jactemos de nada excepto de la cruz de nuestro Señor Jesucristo (Gá. 6:14). En mi ciudad, diferentes iglesias son conocidas por muchas cosas distintas. Está la iglesia separatista, la iglesia política, la iglesia del entretenimiento, la iglesia «atractiva». Por la gracia de Dios, somos conocidos como la iglesia que proclama el evangelio. Y eso debido más que todo a mi compromiso de incluir un resumen del evangelio en casi cada sermón que predico. Ahora, no me mal interpretes, no estoy diciendo que existe algún tipo de ley divina no escrita requiriendo que los predicadores siempre hagan esto. La mayoría de los sermones que han tenido un mayor impacto en mi vida no incluyeron dicho resumen. Al mismo tiempo, la tentación de hacer de esto un ritual tanto para el predicador como para el que escucha, existe y puede ser fuerte. Sin embargo, todavía sostendría la sabiduría, poder, belleza y eficacia de este enfoque. Si aún no estás convencido, simplemente trata de incluir un breve resumen del evangelio una vez al mes. Me atrevo a apostar que con el tiempo comenzarás a ver los frutos que mencioné anteriormente. En ese punto, puede que sólo comiences a incluir un resumen del evangelio en cada sermón—y creo que nunca volverás atrás.