Antes de responder a esta pregunta es propicio que demos un vistazo a la primera mujer creada. Eva fue seducida por Satanás a dudar de la bondad de su Creador y a creer que podía confiar en su propia opinión. Tanto el hombre como la mujer aún portando en sí mismos la imagen de Dios, pecaron, rechazándole como su autoridad suprema y rebelándose contra el diseño con el cual habían sido formados.
La razón detrás del ministerio de damas
La mujer pasó de ser una compañera adecuada e idónea que brindaba su ayuda de manera voluntaria y sumisa a su marido, a ser una competidora por obtener la autoridad dada por Dios a su esposo, al punto de socavar toda intención de liderazgo (Gn. 3:16). El pecado afectó cada una de sus capacidades, erradicó su disposición de hacer el bien y la lanzó a un pozo oscuro de perdición en el que se encontraba completamente alejada de Dios. Pero en esa escena oscura, se puede observar un rayo de luz cuando Dios prometió rescatar al hombre y la mujer (Gn. 3:15). Ellos podían aguardar la esperanza de que, aunque ya no podían hacer nada para arreglar el desastre que habían hecho, un día vendría uno a destruir el poder del pecado y a vencer a Satanás para siempre. Dios mismo se encarnó y con su vida, muerte y resurrección los salvó del dominio del pecado en sus vidas. ¡Por fin ya podían regresar a su Creador y abrazar el diseño con el cual fueron creados! ¡Esa es la buena noticia del evangelio, en Cristo todas las cosas son restauradas, todo es hecho nuevo! Esa mujer que fue sacada del paraíso, que por generaciones ha ido corriendo detrás de su pecado y la corriente de este mundo para construir su propio reino, fue interceptada por una cruz que cambió su rumbo y ahora ella se encuentra de vuelta a casa. Ella ha pasado de enemiga a hija, del reino de las tinieblas al reino de la luz. Ella está sentada en lugares celestiales en Cristo y ya no es definida por el pecado, sino por la santidad que ha recibido de su Salvador. Dios ahora la ha colocado en medio de Su pueblo y le ha dado Su Palabra para que ella pueda transformar su entendimiento y vivir de acuerdo a su nueva identidad.
La necesidad del ministerio de damas
Ella, que aunque ya sido trasladada de las tinieblas a la luz, también ha sido permeada, de una manera u otra, por una cosmovisión feminista. Por ese mismo conjunto de ideas que Eva abrazó, esas que borran las líneas que diferencian los roles dados al hombre y a la mujer y que intentan redefinir la sumisión y el servicio como enemigos de su felicidad. Y ahí se encuentra esa mujer, insertada en la familia de Dios, con sus pies en la congregación, pero con su mente saturada de mentiras. Aquí volvemos a la pregunta, ¿por qué debemos tener un ministerio de damas? Porque esa misma mujer, que está convencida de su salvación en Cristo, a la vez se encuentra confundida porque no sabe cómo su forma de vivir se conecta con la fe que profesa. Ella necesita aprender a ponerle manos y pies a la doctrina que ha creído. Ese era el deseo del apóstol Pablo al enseñar a Tito a organizar la iglesia en Creta, que el evangelio luciera hermoso ante quienes observaban. Allí, él establece muy claro el encargo a las mujeres mayores a enseñar a las más jóvenes cuál era la manera práctica de vivir el evangelio y de adornar la doctrina de nuestro Salvador.
Mujeres discipulando a mujeres, el modelo bíblico
Así que, desde los inicios de la iglesia el plan fue que las mujeres mayores discipularan a las mujeres más jóvenes. El programa de enseñanza sugerido por Pablo tiene como prioridad ayudar a las mujeres a recapturar esos roles que el pecado dañó, e invita tanto a las que enseñan como a las que aprenden a reconocer que el diseño de Dios es bueno. Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta: no calumniadoras ni esclavas de mucho vino, que enseñen lo bueno, que enseñen a las jóvenes a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada (Tit. 2:3-5). Se trata de una generación contando a la siguiente generación acerca de las bondades del Señor. Mujeres desarrollando relaciones redentoras que las llevan a honrar la Palabra de Dios. Damas aprendiendo a desarrollar una disposición gozosa y voluntaria para someterse bíblicamente a sus maridos. Mujeres que abrazan el servicio en sus lugares de influencia con prudencia, pureza y amor. Ancianas y jóvenes mostrando al mundo cómo luce el evangelio y reflejando áreas del carácter de Dios de formas únicas y distintivas. Me encanta como Ligon Duncan responde a nuestra pregunta inicial: “La única razón confiable por la que debemos motivar un ministerio de damas en la iglesia local es un fuerte deseo de ver la gloria de Dios desplegada en la iglesia”. Esa es la razón por la que debemos tener un ministerio de mujeres en la iglesia local, un intenso anhelo de ver el carácter de Dios reflejado en la vida de mujeres rendidas y dispuestas a ser ayuda idónea.
El enfoque correcto del ministerio de damas
La siguiente pregunta que se desprende es, entonces ¿cómo debe lucir el ministerio de damas? Las primeras palabras que llegan a nuestras mentes son: currículo, actividades, estudios bíblicos, reuniones, eventos… La realidad es que la Biblia no provee una explicación detallada de cómo debe organizarse el ministerio de damas en una congregación, no nos da una talla única que le puede servir todas las iglesias. Lo que sí la Escritura nos provee es:
- Una jerarquía: Dios encomendó el liderazgo y el orden de la iglesia local a los pastores. Por lo tanto, el ministerio de damas debe funcionar bajo su supervisión (Tit. 1:5).
- Un modelo: las Mujeres mayores enseñando a mujeres más jóvenes. Mujeres ancianas en edad y/o maduras en la fe enseñando a las que van detrás de ellas.
- Un contexto: La instrucción de Pablo a Tito fue dada en el marco de la iglesia local. El cuerpo de Cristo es el espacio principal para el crecimiento de los creyentes. Ningún ministerio para-eclesiástico o virtual puede sustituirlo.
- Un contenido: “que enseñen lo bueno” (Tit. 2:3). La Palabra de Dios es la fuente de toda bondad y verdad. Desde Génesis hasta Apocalipsis ella es útil para conformar a la mujer a la imagen de Cristo y para renovar su entendimiento (2 Ti. 3:16).
- Un propósito: Todo esfuerzo debe apuntar a una sola meta, que las mujeres adornen con sus vidas la doctrina de Cristo.
El ministerio de damas es mucho más que un programa o una estructura, es la construcción de relaciones redentoras con mujeres dentro de la familia de Dios. Así que la forma en la que el ministerio de damas luce de iglesia en iglesia puede diferir, pero la sumisión al liderazgo pastoral, el discipulado por parte de las mujeres maduras, el enfoque hacia la iglesia local y la concentración en la Escritura, deben ser los denominadores en común. Finalmente, en palabras de Susan Hunt, “esto no significa que la feminidad bíblica sea la única cosa que las mujeres estudien, pero sí significa que debe haber un firme compromiso de tejer estos principios a lo largo de todo el ministerio de las mujeres”.