Pedro conocía a Jesús, por eso pudo confiar en Su perdón, ¿y tú?

Cómo Pedro y los otros discípulos se mantuvieron juntos y buscando a Cristo, a pesar de la traición.
Foto: Light Stock

Cuando pecamos contra otras personas, nuestra respuesta natural es distanciarnos de ellas. El niño travieso que desafió a sus padres mirará el desastre que ha hecho y luego se escabullirá a su habitación. El miembro de la iglesia que ha difundido chismes sobre otra persona mantendrá las distancias el domingo siguiente. De este modo, imitamos a nuestros primeros padres cuando cometieron su primer pecado. En su vergüenza e incertidumbre, corrieron y se escondieron en un vano intento por escapar de la mirada omnisciente de Dios.

El contraste de dos momentos

La última imagen que vemos de Pedro en el drama de la crucifixión de Jesús es la de un hombre destrozado que ha cometido un terrible acto de traición. Tres veces negó cualquier asociación con Jesús; en tres ocasiones, llegó a invocar el juicio divino sobre sí mismo antes que correr el riesgo de ser asociado con el hombre que una vez declaró “el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. Aunque con valentía había prometido que prefería morir antes que renegar, aunque había desenvainado valientemente la espada para defender a su Señor, desde entonces reveló su absoluta cobardía. Mientras Jesús sufre y muere, Pedro huye y se esconde. Durante el último aliento público de Jesús, Pedro llora en privado amargas lágrimas de convicción, culpa y arrepentimiento.

Sin embargo, la primera imagen que vemos de Pedro en el drama de la resurrección de Jesús, es la de un hombre seguro de sí mismo que sigue siendo aceptado entre los discípulos. Es un hermano, no un marginado. Al escuchar la noticia de que Jesús ya no está en el sepulcro, es Pedro quien se apresura a ser el primero en investigar, el primero en correr hacia este Señor ahora resucitado. Cuando él y sus compañeros ven a Jesús en la orilla, Pedro es el primero en lanzarse por la borda, el primero en correr confiadamente a su lado. A pesar de su grave transgresión, no le falta seguridad.

Cuando pecamos contra otras personas, nuestra respuesta natural es distanciarnos o escondernos de ellas. / Foto: Unsplash

¿Qué le dio tanta confianza a Pedro?

¿Qué le impulsó a correr hacia Él en lugar de huir? Solo se me ocurre una cosa: conocía a Jesús. ¿Y qué convenció a los discípulos para seguir afirmando en lugar de empezar a rechazar a Pedro como su compañero? Solo se me ocurre una cosa: conocían a Jesús. Pedro y los demás discípulos habían pasado tiempo con Jesús, habían sido conocidos por Jesús, habían sido amados por Jesús. Confiaban plenamente en Su voluntad y en Su capacidad de perdonar. Parece que nunca se les pasó por la cabeza que Pedro fuera avergonzado, rechazado o reprendido, o que tuviera que soportar un tiempo de rechazo simbólico antes de experimentar la restauración formal.

Aunque Jesús aún no se les había manifestado plenamente a través de Su ascensión a la gloria y del envío de Su Espíritu, ya lo sabían. Sabían que Pedro era amigo de Jesús y que ninguna traición rompería esa amistad. Su confianza se basaba firmemente en su conocimiento de Aquel que les había dicho: “Ya no los llamo siervos… sino que los he llamado amigos”.

Amigo cristiano, ya que estás en Cristo, has puesto tu fe en Él y has recibido Su perdón, tú también eres Su amigo. Tú también eres conocido y amado por Él. Tú también puedes tener la confianza de que, por mucho que le hayas traicionado, por muy terrible que haya sido tu transgresión, Él nunca te dará la espalda. En tu pecado y fracaso, en tu dolor y vergüenza, puedes hacer como Pedro y correr directamente a Cristo.


Este artículo se publicó originalmente en Challies.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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