…Timoteo, verdadero hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor (1 Timoteo 1:2).
La iglesia latinoamericana ha sido privilegiada por un pastorado que en su mayoría es sumamente comprometido, leal y celoso con su iglesia local. A diferencia de el ministerio pastoral en los Estados Unidos, donde parte de la cultura ministerial es que el ser pastor, es un trabajo: un pastor llega a una iglesia, es entrevistado, es contratado y su estadía allí puede durar desde solo un par de domingos, hasta años. Los pastores en Latinoamérica nacen en la fe, crecen, son llamados al ministerio en su iglesia local, ejercen ministerio en las mismas y muchas veces mueren allí. Esto es algo muy beneficioso para el cuerpo local porque le permite a iglesia ser ministrada por alguien que no es un extraño, alguien que tiene credibilidad en la congregación y en la comunidad, y alguien que conoce bien a sus ovejas. Aunque pienso que este modelo es el ideal, el mismo tiene algunas desventajas que están muy presentes en la iglesia latina.
Con esto no pretendo generalizar, pues no conozco cada iglesia, pero sí mostrar puntos apoyados por las Escrituras sobre cómo hacer un ministerio efectivo.
La iglesia no es una empresa personal
Digamos que nuestro pastor, se llama Eliezer. Él llegó a los pies de Cristo a los 14 años en esta misma iglesia local y desde entonces ha conocido más y más a su Señor a través de la enseñanza y a través de la comunión con los hermanos. Su iglesia es su familia.
Años después, el Señor llama a Eliezer al ministerio. La iglesia perdió su pastor y Eliezer fue llamado a pastorear a su amada iglesia. Durante años, él lidera, guía y pastorea el rebaño que Dios puso en sus manos. Eliezer ha estado en esta iglesia en las altas y en las bajas, ha sido fiel y finalmente, Dios lo llama a casa. Y ahora la iglesia queda sin pastor y se enfrenta al reto de salir a buscar a alguien que pastoree el remanente.
Esta es una historia de fidelidad y de fe. Y es una muy común en Latinoamérica, ¿pero que hizo falta en la historia? Discipulado.
Discipulado ministerial en Latinoamérica
Ya sea conscientemente o no, muchos pastores en nuestras iglesias hacen ministerio por años y años dejando de lado una función que ninguno de los grandes personajes de la Biblia ignoraron: el discipular. A través de todo el Nuevo Testamento vemos qué tan fiel fue Pablo en este sentido y qué gran impacto tuvo esto en la iglesia primitiva. En las cartas pastorales de Timoteo y Tito vemos a un Pablo con increíbles cualidades paternales, enseñando, amonestando y haciendo crecer a un muy joven Timoteo, quien ha sido llamado al ministerio, pero carece de experiencia y sabiduría en muchos sentidos. En 1 Timoteo 1:2, Pablo le llama su “verdadero hijo en la fe”.
Adicionalmente un patrón que vemos en los ministerios de cada uno de los grandes personajes es que tenían un pseudo-discípulo o algún tipo de ayudante. Moisés con Josué; Pablo con Timoteo, Tito, Aquila e incluso Lucas; Juan el Bautista con su grupo de seguidores, y últimamente Jesús, quien discipuló a los apóstoles y prosélitos, y cuyo impacto se convirtió en la tradición de la iglesia primitiva.
En cada uno de estos ejemplos vemos demostrado que el ministerio pastoral es cualquier cosa menos una empresa personal. Somos llamados y traídos a la obra del Señor por pura gracia. Por gracia se nos entrega nuestro ministerio, no por mérito alguno y por gracia somos llamados a imitar el ejemplo de Jesús en su ministerio de discipulado. No estaremos ahí por siempre, y parte de ser fiel y leal al cuerpo local, es haciendo crecer líderes que tomen la riendas de la misma cuando ya no estemos.
“Una voz clama: “Preparen en el desierto camino al Señor; Allanen en la soledad calzada para nuestro Dios.” Isaias 40:3
La voz que clama
Juan el Bautista fue la manifestación física de varias profesías del Antiguo Testamento (ver Isaías 40:3, Malaquías 3:1). Su ministerio fue probado y fue más que efectivo. Él era quien había de allanar el camino para el esperado Mesías. ¿Qué mejor rol ministerial que este?
Después de un ministerio tan fructífero al llegar Jesús, ¿cuál es su reacción? “Es necesario que Él crezca, y que yo disminuya.” (Juan 3:30). Esta es una actitud de humildad admirable y al mismo tiempo un ejemplo de cómo hacer ministerio con una visión del Reino, no con una visión de mi imagen personal. Juan conocía su lugar, conocía su función y conocía a un Dios mayor que sus deseos de brillar.
Visión del Reino y discipulado en términos prácticos
Liderazgo no es solo dirigir y mandar. El liderazgo bíblico auténtico nos ordena a la enseñanza de los más jóvenes en la fe. Si el Pastor Eliezer hubiese ejercido su liderazgo correctamente y de manera bíblica, hubiese tomado a uno (o varios) jóvenes piadosos de su congregación para enseñarles ministerio. Algo muy común y de imitar en la iglesia norte-americana es que un pastor tenga uno o varios pupilos. Esto es algo sumamente beneficioso para ambas partes. El joven recibe preparación y experiencia, y el pastor cumple su rol como maestro, mientras es ayudado por alguien que se prepara a servir en el ministerio.
Al mismo tiempo, esto asegura un legado de discípulos que discipularán a otros.
“Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga (confía) a hombres fieles que sean capaces de enseñar también a otros.” 2 Timoteo 2:2
La iglesia latinoamericana necesita pastores tan celosos y fieles como Eliezer pero con cualidades paternales como Pablo y carácter sumiso, humilde y doblegado como Juan el Bautista. Una visión de la iglesia para el Reino no piensa que estos jóvenes me van a quitar el trabajo, o van a entorpecer mi ministerio, o van a aprovecharse de mí. Una visión del Reino discipula por agradecimiento y compromiso a Dios, multiplica para cumplir con la Gran Comisión y es fiel al ejemplo de Cristo, como el mejor líder y siervo sacrificial hasta la muerte.