La Biblia está llena de promesas que ofrecen seguridad, refugio y esperanza en medio de las dificultades de la vida. A través de diversos pasajes, Dios nos recuerda que Su amor, Su presencia y Su poder nos sostienen siempre, sin importar las circunstancias. En este artículo, reunimos siete pasajes que nos animan a confiar en el Señor, a descansar bajo Su cuidado y a vivir seguros en Su fidelidad inquebrantable.
1. Salmo 23:1-6
El SEÑOR es mi pastor,
Nada me faltará.
En lugares de verdes pastos me hace descansar;
Junto a aguas de reposo me conduce.
Él restaura mi alma;
Me guía por senderos de justicia
Por amor de Su nombre.
Aunque pase por el valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo;
Tu vara y Tu cayado me infunden aliento.
Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos;
Has ungido mi cabeza con aceite;
Mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida,
Y en la casa del Señor moraré por largos días.
2. Salmo 27:1-4
El SEÑOR es mi luz y mi salvación;
¿A quién temeré?
El Señor es la fortaleza de mi vida;
¿De quién tendré temor?
Cuando los malhechores vinieron sobre mí para devorar mis carnes,
Ellos, mis adversarios y mis enemigos, tropezaron y cayeron.
Si un ejército acampa contra mí,
No temerá mi corazón;
Si contra mí se levanta guerra,
A pesar de ello, yo estaré confiado.
Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré:
Que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida,
Para contemplar la hermosura del SEÑOR
Y para meditar en Su templo.

3. Salmo 46:1-11
Dios es nuestro refugio y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Por tanto, no temeremos aunque la tierra sufra cambios,
Y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares;
Aunque bramen y se agiten sus aguas,
Aunque tiemblen los montes con creciente enojo. (Selah)
Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios,
Las moradas santas del Altísimo.
Dios está en medio de ella, no será sacudida;
Dios la ayudará al romper el alba.
Bramaron las naciones, se tambalearon los reinos;
Dio Él Su voz, y la tierra se derritió.
El Señor de los ejércitos está con nosotros;
Nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Selah)
Vengan, contemplen las obras del SEÑOR,
Que ha hecho asolamientos en la tierra;
Que hace cesar las guerras hasta los confines de la tierra;
Quiebra el arco, parte la lanza,
Y quema los carros en el fuego.
Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios;
Exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra.
El SEÑOR de los ejércitos está con nosotros;
Nuestro baluarte es el Dios de Jacob. (Selah)

4. Salmo 91:1-6
El que habita al amparo del Altísimo
Morará a la sombra del Omnipotente.
Diré yo al SEÑOR: “Refugio mío y fortaleza mía,
Mi Dios, en quien confío”.
Porque Él te libra del lazo del cazador
Y de la pestilencia mortal.
Con Sus plumas te cubre,
Y bajo Sus alas hallas refugio;
Escudo y baluarte es Su fidelidad.
No temerás el terror de la noche,
Ni la flecha que vuela de día,
Ni la pestilencia que anda en tinieblas,
Ni la destrucción que hace estragos en medio del día.
5. Salmo 121:1-8
Levantaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi ayuda?
Mi ayuda viene del SEÑOR,
Que hizo los cielos y la tierra.
No permitirá que tu pie resbale;
No se adormecerá el que te guarda.
Jamás se adormecerá ni dormirá
El que guarda a Israel.
El SEÑOR es tu guardador;
El SEÑOR es tu sombra a tu mano derecha.
El sol no te herirá de día,
Ni la luna de noche.
El SEÑOR te protegerá de todo mal;
Él guardará tu alma.
El SEÑOR guardará tu salida y tu entrada
Desde ahora y para siempre.

6. Romanos 8:37-39
Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
7. Romanos 14:8-9
Pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos. Por tanto, ya sea que vivamos o que muramos, del Señor somos. Porque para esto Cristo murió y resucitó, para ser Señor tanto de los muertos como de los vivos.
Conclusión: nuestra seguridad
Estos pasajes nos muestran que nuestra seguridad no depende de la ausencia de problemas, sino de la presencia constante de Dios con nosotros. Ya sea en tiempos de temor, en medio de tribulaciones o ante la incertidumbre de la vida y la muerte, podemos tener la certeza de que somos guardados, amados y guiados por nuestro Señor. Él es nuestro refugio hoy y para siempre.
Este artículo se publicó originalmente en Crossway.