Cuando tomas la Santa Cena, ¿qué viene a tu mente? ¿En qué meditas? Tiendes a pensar más en la muerte de Cristo ¿En la resurrección de Cristo? ¿En la lectura de la Biblia, tiempo de oración, devocional familiar? ¿Qué tanto la resurrección es algo en lo que meditas, en lo que encuentras ánimo? ¿Qué tanto es parte de tus pláticas con otros creyentes? ¿Qué tanto te detienes a darle gracias a Dios por haber resucitado a Cristo? ¿Es un tema sólo para el tiempo de la Cuaresma o la Pascua?   Si eres como yo, esto de meditar en la resurrección de Cristo o que nosotros resucitaremos, está casi inexistente en nuestra vida y pensamientos. Si no es por predicaciones o por leerlo inevitablemente en la Biblia, creo que ni siquiera pensaría en ello. Aun cuando leo pasajes que hablan al respecto, medito en todo el resto del pasaje, pero no me detengo en este tema. Es más fácil aplicar la lectura y meditación de la Palabra a las cosas que vemos, tocamos o estamos experimentando.  La verdad sobre la resurrección y cómo esta afecta nuestro día a día, cómo se encuentra ánimo, esperanza, gozo en ella es una verdad fundamental en el cristianismo y en lo que es el Evangelio. Si no creemos en la resurrección de Cristo o dudamos de ella; tenemos que evaluar si hemos creído en el Evangelio verdadero y si conocemos en realidad a Dios.  Estos meses del 2020 han sido diferentes y retadores. Las redes sociales son una bendición en muchas formas, pero también son una fuente de confusión, temor e inseguridad. Entre lo que dice un país y otro, teorías conspiracionistas sobre este virus; pareciera como todo el mundo tiene algo que decir, todos dan a conocer su opinión, por lo que hay momentos que ya no sabes qué creer. Esto no ayuda, pues necesitamos certeza, verdad y seguridad. Sin embargo, solo nos queda incertidumbre. Nos resta esperar.  La realidad es que, aunque todo el mundo esté cayéndose a pedazos y no exista certeza o verdades firmes de lo que pasa a nuestro alrededor, Dios es verdad, su Palabra es verdad, nunca cambia, no pasa de moda, está vigente en cualquiera que sea nuestra situación. Dios y Su Palabra tienen lo que necesitamos para vivir en esta Pandemia.  Y hoy en día, más que nunca, necesitamos confiar en ella, confiar en Dios y abrazar con fuerza el Evangelio de Cristo. La resurrección es una verdad fundamental, y creo que es en la que más necesitamos meditar en estos tiempos en los que nos encontramos.  Vayamos a 1 Corintios 15, para aprender lo que Pablo inspirado por Dios nos enseña y nos anima  En los versículos 1-8, Pablo expone una de las grandes verdades que encierra el mensaje del Evangelio; La Resurrección de Cristo.   Esta es una verdad fundamental dentro del Evangelio, no puedes creer en el Evangelio verdadero si no crees en la resurrección. Es interesante que cuando Pablo menciona que Cristo resucitó enlista a las personas que vieron a Cristo vivo después de su muerte.   Más de 500 personas lo vieron. Los corintios podían buscar, y confirmar estas palabras, ya que algunas de estos testigos oculares todavía vivían. Pero estos aún así, estaban dudando de esta verdad. Cuánto más nosotros que vivimos 2000 años después estamos propensos a dudar o vivir lejos de esta verdad.  En los v. 8-10 notamos que Pablo asevera que él mismo era uno de esos testigos, ya que Cristo mismo se le apareció en el camino a Damasco (Hech. 9). En el v.11 Pablo les recuerda que muchos de ellos en Corinto habían creído en Cristo y en Su mensaje. En los siguientes versículos (12-32), el Apóstol, nos enumera varias razones del por qué la resurrección es real y es necesaria que sea real y el por qué es fundamental para nuestra fe.  Si no hay resurrección… 

    1. Vana es nuestra fe. (estamos muertos en nuestros delitos y pecados) 
    2. Vana es nuestra predicación (por lo tanto hace vano toda disciplina espiritual o sufrimiento por Cristo) 
    3. Seríamos testigos falsos (ósea seríamos mentirosos) 
    4. No tendríamos ninguna esperanza para los que han muerto o para morir. 
    5. Seríamos los más dignos de conmiseración, pues creemos en algo que es vapor. 
    6. No existe la esperanza de que la muerte sea vencida. 
    7. No vale la pena obedecer a Dios ya que esta vida es todo lo que tenemos. 

En fin, Pablo tiene muy buenos argumentos y además nos da un adelanto de cómo será la resurrección cuando Cristo venga, te invito a que leas todo el capítulo, pero yo quiero enfocarme en los v. 50-58. Aquí Pablo está concluyendo el tema, primero que nada quiero que notemos el tono en el que Pablo escribe, no es en un tono de duda, no es un tono de sugerencia, no es un tono de “me imagino que”,  o un tono de “tal vez”. Es un tono de seguridad, de confianza; (v.52b) “los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.”  Pablo nos asegura que no podemos heredar la eternidad en nuestro cuerpo actual porque es corruptible, está sujeto a la naturaleza pecaminosa. Para recibir nuestra herencia necesitamos un cuerpo nuevo, así como a Cristo le fue dado un cuerpo nuevo que no estaba limitado por el tiempo o el espacio, nosotros recibiremos un cuerpo nuevo, uno que no esté a merced de esa naturaleza pecaminosa.   Nos afirma que esto sucederá en un “abrir y cerrar de ojos” (v.52).  Declarando en los v. 54-55 una victoria total sobre la muerte, incluso con un tono cínico o de burla, Pablo dice: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?La muerte no tiene la última palabra, allí no termina todo.  Después viene el v. 57 “Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Pablo está diciendo, que los que creemos en Cristo tenemos victoria sobre la muerte. Por lo regular no solemos meditar en morir, a algunos de nosotros no nos gusta ni escuchar la palabra muerte porque representa lo peor que nos puede pasar en la vida o a nuestros seres queridos.    Si tratamos de hacer una lista de las peores cosas que nos pueden pasar en la vida la muerte sería la número uno. ¿Qué pondrías como número dos? ¿Cáncer? ¿Quedar cuadripléjico? ¿Perder un familiar? ¿Enfermarte de coronavirus? Nada de esto ni nada de lo que vino a tu mente tiene la última palabra, la muerte no es el final, el coronavirus no es el final.  Dios es soberano sobre ello y Él es el que tiene la última palabra.    La resurrección de Cristo debe ser razón de gozo porque nos asegura la victoria sobre la muerte. Y si tenemos victoria sobre algo tan terrible como la muerte, no tenemos más que gloriarnos en Cristo y vivir confiados.  Pablo nos anima a pensar en la muerte como una puerta, una puerta que nos lleva a abrazar a nuestro Salvador y vivir con Él para siempre. Una puerta al hogar perfecto, sin peleas, enfermedad, dolor ni pecado. O puedes ver la muerte como la limusina que te llevará con el Rey por la eternidad. Así que para los que creemos en Cristo, la muerte al final es lo mejor, pues nos lleva con nuestro Salvador. “Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Fil.1:21) Por esto Pablo termina esta sección en el v.58 diciendo: “estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”  La resurrección es real, nuestra victoria sobre la muerte es real… por lo tanto, Dios es real y lo que hagamos para su gloria tiene un fruto y un propósito. No te dejes acongojar, no pierdas de vista que pase lo que te pase, si te da coronavirus o no, tú vivirás. Si estás pasando por esta enfermedad, recuerda que ya tienes victoria y glorifica a tu Dios a través de la enfermedad.   Al mismo tiempo, Pablo asegura en el v. 51, que “todos resucitaremos”, sí “todos”, los no creyentes en Cristo también. Pero ellos no resucitarán para gozo sino para maldición y dolor eterno. Si no has creído en Cristo te invito a que te arrepientas de tus pecados y confíes en su muerte en la cruz por ti. Y los que ya somos creyentes, ¿qué mejor oportunidad que esta Pandemia y esta inestabilidad para predicar el Evangelio? No hay otra esperanza, no hay otra seguridad.   ¿Qué otra motivación necesitamos para ser valientes como Pablo y hablar la verdad de Dios aunque nos cueste la vida? porque no es en vano, nos espera una vida eterna a su lado. Que Dios nos ayude, a vivir para Su gloria en esta pandemia y creer de forma práctica que resucitaremos con Él.   

Claudia Puerto

Claudia Campos de Puerto, es esposa del pastor Daniel Puerto (Director de SDJ), actualmentevive en Guadalajara, Mexico. Es madre de dos hijos Emma y Loikan.

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