No te apresures a juzgar

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«Y dijo David: Yo haré misericordia con Hanún hijo de Nahas, como su padre la hizo conmigo. Y envió David sus siervos para consolarlo por su padre. Mas llegados los siervos de David a la tierra de los hijos de Amón, los príncipes de los hijos de Amón dijeron a Hanún su señor: ¿Te parece que por honrar David a tu padre te ha enviado consoladores? ¿No ha enviado David sus siervos a ti para reconocer e inspeccionar la ciudad, para destruirla?» – 2 Samuel 10:2-3 Cuando David recibió el maltrato de Saúl, igualmente decidió hacer misericordia con su nieto Mefi-boset, hijo de su mejor amigo, Jonatán (2 Sa. 9), ahora en este capítulo, David decide hacer misericordia con quien había hecho misericordia con él, sólo para recibir sospechas y afrentas en devolución. Los consejeros del rey Hanún sólo juzgaron a David con sospechas y atribuyeron engaño a su demostración de misericordia, lo cual terminó en la muerte de miles de personas. La muestra de benignidad por parte de David no tuvo la misma recepción de Amón que en el caso de Mefi-boset. Cuando juzgamos a las personas por la apariencia perdemos la oportunidad de disfrutar de cosas que de otra manera serían de beneficio mutuo. Pero cuando el corazón manifiesta dudas y acusaciones sin base alguna, con toda probabilidad solamente está reflejando la propia naturaleza del mismo. Los amonitas no tenían buenas impresiones de David porque ellos mismos eran engañosos y faltos de misericordia. Tratamos a otro conforme al estado de nuestro corazón; cuando no tenemos motivaciones puras, todo lo que veremos en otros será lo que nosotros mismos padecemos. Si vives con sospechas y siempre imaginando que otros te desean daño ¿no has pensado que eso mismo es lo que tú eres? ¿nunca has tomado el tiempo para examinar tus razones de enojos, amarguras y molestias para con los demás? Quizá es un problema de tu corazón que necesita ser reparado inmediatamente. No hacerlo deriva siempre en disputas y guerras de personalidad que podrían evitarse. Si la malicia toma control de tu corazón, nada de lo que otro haga te parecerá adecuado y bueno. ¿Cuál es el mejor consejo que Dios nos da para este tipo de situaciones? Oye lo que dice, «Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.» (1 Pe. 2:1-3). ¡Dios te bendiga!

Ricardo Daglio

Ricardo es pastor en la iglesia de la Unión de Centros Bíblicos en la ciudad de Villa Regina, Río Negro – Patagonia Argentina. Casado con Silvina, tiene tres hijos, Carolina, Lucas y Micaela. Sirvió al Señor como pastor en Uruguay, en la ciudad de Salto durante dieciséis años. Desde el año 2008 pastorea la iglesia local en Villa Regina. La filosofía de enseñanza bíblica es «La Biblia, versículo por versículo», la predicación expositiva secuencial de la Palabra de Dios.

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