Estamos en la semana mayor, y esto nos debe llenar de gozo, pero un gozo especial, que nos haga gritar a todo pulmón que Cristo ha resucitado. Es un momento tan importante, que ha marcado la historia, lo quieran aceptar los incrédulos o no. Este evento único en la historia ̶ la muerte y resurrección de Jesús ̶ nos permite mostrar la diferencia entre la religión cristiana y el resto. Nos permite mostrar que el camino a Dios es único y es a través de Jesús. En la vida, nos encontraremos con personas que creen que Jesús es un mito, que realmente no existió, pero la evidencia de su vida es innegable, tan es así, que académicos liberales como John Dominic Crossan (cofundador del Seminario de Jesús), y el agnóstico más famoso de la actualidad, Bart Ehrman admiten la historicidad de Jesús. Su paso en esta vida es irrefutable. Sin embargo, lo que me compete en este escrito, es la resurrección de nuestro Señor. La muerte de Cristo conlleva el cumplimiento de muchas profecías y promesas, en especial, la de Génesis 3:15: «Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; Él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el talón». Jesús es la promesa de quién herirá la cabeza de Satanás, una herida fatal, que culmina en proveernos un puente para volver al Padre, puente que fue destruido cuando Adán y Eva pecaron. Hermanos, podemos gozarnos muchísimo en esta promesa cumplida, gracias a esto, es que sabemos que nuestra fe es lógica y REAL. ¿Cómo sabemos que la resurrección es histórica? Gary Habermas, académico contemporáneo destacado en el tema de la resurrección, ha presentado lo que se llaman «los hechos mínimos». Estos, consisten en un listado de sucesos, los cuales, son aceptados como históricos por la mayoría de los académicos creyentes como incrédulos, y son, además, soportados por el criterio de autenticidad. Algunos de los hechos mínimos más conocidos son: La muerte de Jesús: el hecho consiste, en que Jesús murió por crucifixión. No hay discusión seria al respecto que niegue este suceso. Las enseñanzas de Jesús: El mensaje principal de Jesús, fue el Reino de Dios y cómo llegar ahí. Declarándose el único camino para ello. Tal vez, los académicos incrédulos decidan no tomar personalmente esta enseñanza, es decir, no creen que Jesús es el único camino a Dios, pero no pueden argumentar en contra de que Jesús declaró serlo. La vida de los discípulos: No es un secreto que los discípulos fueron temerosos y huyeron cuando apresaron a Jesús. Pedro, incluso le negó tres veces. ¿Qué pasó después de la muerte de Jesús que cambió tan drásticamente la vida de los apóstoles? Ellos pasaron de mostrar cobardía a estar dispuestos a morir por Cristo. Tuvieron experiencias que ellos creen genuinamente, fueron apariciones del Jesús resucitado. Saulo de Tarso. Este judío, celoso de la ley, pasó de ser el perseguidor de todo aquel que seguía a Jesús. Buscaba la muerte de todo seguidor de los de «el Camino» (como se conocía a los cristianos en ese tiempo), porque los consideraba herejes. Fue en su camino a Damasco que Saulo tuvo un encuentro que él consideraba ser el Jesús resucitado. De ahí, de ese cambio en la vida de este perseguidor de la iglesia primitiva, es que le conocemos como el querido apóstol Pablo. ¿Cómo pudo un religioso celoso pasar a ser parte de los apóstoles que buscaba matar? Santiago. El hermano de Jesús pasó de ser un escéptico a ser no solo un seguidor de Jesús, sino a ser el líder de la iglesia de Jerusalén. Santiago cambió cuando tuvo un encuentro con quien él identifica ser el Jesús resucitado. Como vemos, aunque los académicos incrédulos no acepten a Jesús como el Mesías, no pueden negar que hay hechos en la historia que marcaron el destino de ciertas personas. Estos académicos apoyan los argumentos sobre eventos en la historia de estas personas, que son innegables y que algo pasó en sus vidas, que creyeron genuinamente haber visto al Jesús resucitado. Mike Licona, académico cristiano, difusor de los hechos mínimos también, tiene una frase muy popular que dice que «los mártires son malos mentirosos». Es decir, cómo puede explicarse que estas personas hayan dado sus vidas, de formas tortuosas, por una mentira. Ellos dieron sus vidas, porque creían realmente haber visto, escuchado, comido y caminado con Jesús en un cuerpo glorioso. La resurrección de Jesús no fue un hecho milagroso llevado a cabo en secreto, no…Jesús caminó por la ciudad, predicó ante más de 500 personas al mismo tiempo, comió con sus discípulos y ascendió al cielo frente a ellos. La muerte de Jesús selló el cumplimiento de aquella promesa en Génesis; la tumba vacía nos dejó las pistas de que era quien dijo ser, y su resurrección nos confirma que es Dios mismo. Lucas 24 nos relata cuando las mujeres iban camino a la tumba, espantadas por encontrarla vacía, pensando que tal vez los romanos se habían desecho del cuerpo. Un ángel las consuela con un mensaje que nos sigue brindando la esperanza y el gozo con el que alabamos a Cristo: «No está aquí, sino que ha resucitado».