¿No es la disciplina de la iglesia una excusa para controlar y abusar de la gente?

¿Es la iglesia local básicamente una organización de voluntariado? ¿Podemos ir y venir como nos plazca y hacer lo que nos plazca?
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La siguiente es una serie de cuatro artículos basados mayormente en el trabajo de Jonathan Leeman y su libro La disciplina en la iglesiacómo protege la iglesia el nombre de Jesús. Vivimos en una cultura antiautoritaria que se rebela contra la idea de autoridad y disciplina. Ni siquiera nos gustan las palabras. Ambas tienen demasiados significados negativos para nosotros. De hecho, están tan interrelacionadas con la noción del abuso que es difícil separarlas. El problema, sin embargo, es que encontramos estas palabras por toda la Biblia y es mejor que averigüemos lo que ella enseña sobre este tema si hemos de entenderlas en su sentido más verdadero. Un tema como éste arrojará muchas preguntas, las cuales no serán respondidas en esta única publicación. Este es el primero de cuatro artículos, y asumiré que las respuestas que deseas irán apareciendo en un momento posterior. Así que, si te resulta posible, espera y si tu respuesta no se encuentra aquí, puedes enviarme un correo electrónico (a contacto@sdejesucristo.org). Haré lo mejor posible por responder. La disciplina en la iglesia es un tema sumamente complicado en el que se necesita una grandísima cantidad de sabiduría, por lo que deseo edificar lentamente y con seguridad, de modo que todos estemos en la misma página.

Autoridad

Vivimos en un mundo en el cual la autoridad es ejercida por muchas personas diferentes. El estado ejerce su autoridad sobre los ciudadanos por medio de leyes, etc. En el hogar tenemos padres que ejercen su autoridad (o no) sobre sus hijos. La policía ejerce la autoridad. La Biblia ejerce su autoridad sobre la vida cristiana. Entonces, ¿qué lugar ocupa la iglesia? ¿Qué autoridad, si la hubiere, debe tener la iglesia en nuestras vidas?

La iglesia

¿Es la iglesia local básicamente una organización de voluntariado? ¿Podemos ir y venir como nos plazca y hacer lo que nos plazca? ¿Qué buscamos en una iglesia? ¿Buena predicación? ¿Actividades para niños? ¿Qué me haga sentir bien? A la hora de escoger una iglesia local, ¿cuántos de nosotros hacemos nuestra elección con base en el hecho de que es un lugar donde se ejerce la disciplina piadosa entre sus miembros? Estoy dispuesto a apostar que esta idea jamás ha pasado por la mente a la mayoría de los que asisten a una iglesia en el Reino Unido en la actualidad. Y esto se debe a que nos gusta pensar que la iglesia local es un club y/o una sociedad de voluntariado. La idea de que la iglesia local ejerza cualquier tipo de autoridad sobre nuestras vidas hace que muchos de nosotros nos volvamos aprensivos. Nos vocifera la idea de un pastorado opresivo o la de un control de comportamiento sectario. ¿Qué le da a la iglesia o al liderazgo de ésta el derecho de decirle a alguien lo que tiene que hacer? Buenas preguntas. Las respuestas a estas preguntas residen en la membresía de la iglesia. Por tanto, antes de comenzar con la esencia de la disciplina en las próximas cuatro publicaciones, necesitamos tomarnos un poco de tiempo para entender las bases de la membresía de la iglesia. Pero antes de eso, necesitamos entender todo el panorama bíblico a la hora de hablar del concepto de autoridad.

El gran panorama

Génesis 1:27 nos enseña que Dios creó a la raza humana para ser la portadora de su imagen. Fue allí, en aquel huerto perfecto, que el cielo y la tierra se encontraron por medio de Dios y el hombre, quienes disfrutaban una relación perfecta. El problema fue que Adán y Eva no se comportaron como debieron y fueron expulsados del huerto y se les negó el beneficio de ser parte del reino de los cielos. El cielo y la tierra vivieron juntos en el Edén, pero fueron separados después de la caída. Ahora, en vez de gobernar la tierra, razón para la que fueron creados, esta autoridad particular le fue dada ¿a quién? Mateo 4:8-9 nos da un indicio: “Otra vez el diablo le llevó a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrándote me adoras”. Después de la caída, Dios comisionó a un pueblo especial para que mostrara su gloria en la tierra (Lv. 19:2). Ellos tenían que ser santos y obedientes. Incluso, se les había concedido la autoridad para determinar quién era apto o no para el reino de Dios (Nm. 15:30-31). Al mostrar y proteger el Santo nombre de Dios, Israel corregía y excluía a la gente por medio del uso de la Ley. Aun el mismo Israel fue apartado de Dios por causa de sus abusos. Entonces llegó Jesús en el evangelio de Mateo, hablando de volver a unir el cielo con la tierra. Jesús viene para ser el portador de la imagen perfecta y sin pecado. El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios y la representación exacta de su ser. Pero con la llegada de Jesús, también se vino un cambio en el régimen. ¿Por qué Israel está siendo excluido? Mateo 23:13 dice: “Pero, ¡ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a los que están entrando”. Ellos cerraban la puerta del reino de los cielos delante de la gente. Entonces, ¿ahora quién va a representar al cielo? Alguna vez, Israel representó a Dios y a sus intereses. ¿Quién va a representar a Dios en el planeta Tierra ahora? ¿A quién podrá acudir la gente ahora para que les hable de parte de Dios? ¿A quién podrán apelar cuando se acerquen a la autoridad suprema del universo? 1. Jesús. Mateo 3:17 dice: “Y he aquí, se oyó una voz de los cielos que decía: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido”. El cielo afirma a Jesús como el que ejerce la autoridad de Dios en la tierra. Mateo 11:27 registra: “Todas las cosas me han sido entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”. 2. Los apóstoles. En Mateo 16:5 Jesús advierte a sus discípulos a no confiar en los líderes de Israel. Mira los versículos del 13 al 15: “Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Y ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros, Jeremías o uno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. ¿Cuál fue la respuesta de Pedro en el versículo 16? “Tú eres el Cristo”. Jesús lo afirma en el versículo 17. Luego, tenemos a Pedro y al linaje de la iglesia. Jesús le dice algo extraño en el versículo 19. “Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, será atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos”. ¿De qué se trata todo esto? “¡Yo te daré las llaves!”. Jesús le confiere su autoridad a Pedro. ¿Qué autoridad? La de hacer declaraciones de parte del cielo acerca de que Jesús es el Cristo, el Salvador del mundo. ¿Qué es lo que hace un juez? Él no es quien crea la ley, sino quien evalúa a la gente a la luz de la ley que ya ha sido revelada. Esto es lo que los apóstoles tienen que hacer. Pero ellos ahora ya están muertos. Entonces, ¿esta autoridad se le confiere a alguien más? 3.La iglesia. Mateo 18:15-17 dice: “Y si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si no te escucha, lleva contigo a uno o a dos más, para que toda palabra sea confirmada por boca de dos o tres testigos. Y si rehúsa escucharlos, dilo a la iglesia; y si también rehúsa escuchar a la iglesia, sea para ti como el gentil y el recaudador de impuestos”. Hay pecado entre el pueblo de Dios y se nos enseña que debemos decírselo a la iglesia y expulsar a la persona que no se arrepiente de la comunidad del pacto. Mira el lenguaje que se utiliza en el versículo 18: “En verdad os digo: todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo”. Todo lo que atéistodo lo que desatéis. Los 2 o 3 reunidos en nombre de Cristo se refiere a lo que nos toca hacer a nosotros los creyentes. Parece que la iglesia local tiene la autoridad de las llaves del reino de los cielos. Nos paramos frente a nuestros confesores y emitimos un juicio acerca de la veracidad o no de su confesión. ¿Quién dices que es Jesús? Entonces, juzgamos como lo hizo Jesús con Pedro. RecapitulandoAdán y Eva debieron haber sido la imagen de Dios, pero fracasaron cuando pecaron. Israel debió presentar la imagen de Dios, pero fracasó cuando pecó. Jesús vino como la imagen perfecta de Dios y él no fracasó, puesto que jamás pecó. Él representó al reino de los cielos perfectamente. Él les confirió esa autoridad a los apóstoles, quienes a su vez se la confirieron a la iglesia. Entonces, ¿cuál es el trabajo de la iglesia local? ¿Cómo ejercemos la autoridad dada por Jesús aquí en la tierra? La iglesia local tiene la autoridad de declarar a las naciones quién le pertenece a Jesús y quién es un ciudadano del cielo, y quién no. Nosotros no podemos hacer cristianos, pero sí podemos declarar quiénes sí lo son. Cuando cambiamos el pasaporte, ¿la persona que coloca la estampilla en el boleto nos hace un ciudadano británico? (en mi caso, irlandés). No, pues ya lo somos. Ellos básicamente están confirmando lo que ya somos. Pero si la persona que coloca la estampilla no está convencida de nuestro estado, entonces puede negarse a colocarla. Esto significa que podemos seguir viviendo en ese país, pero no tendremos ninguno de los beneficios de la ciudadanía en cuanto a viajar a otros países. Esto es similar a la autoridad conferida a la iglesia local a la hora de determinar quién está en el reino de Dios. La gente se acerca a nosotros declarando su ciudadanía celestial y la iglesia local coloca la estampilla en su pasaporte espiritual (o no). Una vez que se haya hecho la confesión adecuada, bautizamos a las personas y las invitamos a la mesa del Señor. Así que, en otras palabras, no somos solamente un edificio ni una organización de voluntariado. Somos mucho más que eso. Somos el pueblo de Dios en la tierra. Estamos representando el reino de los cielos en la tierra. Esto significa que tenemos más autoridad que cualquier otra potestad sobre la tierra. Esto significa que nosotros no tenemos que decir si nuestra conversión es genuina o no, pues esa es tarea de la iglesia local. Ser un miembro de la iglesia local es afirmar que eres un seguidor de Jesucristo de buena fe. Entonces, el cristiano se somete a ese cuerpo local. Pero ¿qué significa eso? Significa mucho más que hacer lo que dicen los ancianos. Significa someterse unos a otros, preocuparse unos por otros, cuidarse unos a otros, compartir la vida juntos. Hechos 2:44-45. Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común. Vendían sus propiedades y posesiones para darle a todo el que tuviera necesidad. Se sometían a la iglesia y vivían juntos. Así es como la iglesia debe funcionar. Muchos cristianos ven a la iglesia nada más como un lugar donde satisfacer sus necesidades espirituales. Pero es muchísimo más que eso. Somos un pueblo que tenemos autoridad y que debemos rendir cuentas. Es allí cuando entra la disciplina. De esta manera, modelamos la autoridad cristiana unos a otros. Lo hago para los invitados que visitan mi casa, mientras ellos ven cómo me conduzco con mi esposa e hijas. ¿Y qué pasa si le grito a mi esposa y a las niñas? ¿Qué cosas digo? ¿Qué dice la iglesia si no interviene? Estoy diciendo que un hombre cristiano puede ser abusivo, a menos que la iglesia intervenga y diga que tal persona no se puede comportar de esa manera. Entonces, el testimonio de una iglesia es claro en cuanto a lo que es ser un cristiano y lo que no lo es. Si la iglesia lo pasa por alto, entonces la gente pensará que ese es un comportamiento cristiano aceptable. Si somos embajadores de Cristo, ¿qué credenciales vamos a llevar si traemos vergüenza al reino? Es por eso que la membresía de la iglesia es un compromiso muy serio, pues cumple varios propósitos. (1) Ayuda a preservar el testimonio del evangelio en un lugar en particular. Gálatas 1:6-9: “Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente; que en realidad no es otro evangelio, sólo que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Pero si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema. Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguno os anuncia un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema”. Pablo está maravillado de que se están alejando. Ellos no estaban haciendo su trabajo de afirmar y proteger el evangelio. Esa no es únicamente la tarea de los líderes, sino que es una tarea para todos nosotros. (2) Afirma quién es un cristiano y quién no. Jesús nos ha conferido esta autoridad. En 1 Corintios 5:5 Pablo se dirige a la iglesia: “Entregad a ese tal a Satanás”. Mira el versículo 4. ¿Cuándo hacemos eso? Cuando estamos todos juntos en el nombre de Jesús, cuando el Espíritu está presente, con el poder de Jesús. En esa asamblea, Jesús está presente por el Espíritu y nosotros operamos en su poder. Mira el versículo 12. Aquí, Él le está hablando a toda la iglesia. El trabajo del pastor es equipar a las ovejas para entender el evangelio con claridad, y cómo obra en nuestras vidas, de modo que puedan ejercer esa autoridad dada por Dios con cuidado y responsabilidad. Protegemos el evangelio juntos. (3) Discipular a otros miembros de la iglesia. (4) Evangelizar a los no cristianos. Por consiguiente, tenemos una autoridad para juzgarnos unos a otros en cuanto al testimonio del evangelio. Podemos decir quién está adentro y quién está afuera del reino. Podemos hacer el llamado, pues se nos ha dado la autoridad para hacerlo. No es únicamente el trabajo de los ancianos. Es el trabajo de todos los miembros. Es un trabajo muy serio. Es un trabajo con consecuencias eternas. Pero tenemos toda la autoridad de Dios tras nosotros. Tengámoslo en cuenta a medida que nos adentramos en los detalles de esta serie de artículos sobre la disciplina en la iglesia local. En la próxima entrega veremos por qué la disciplina es incluso necesaria. Un artículo publicado por 20Schemes | Traducido por Natalia Armando

Mez McConnell

Mez McConnell es el pastor principal de la Iglesia de la Comunidad de Niddrie y director de 20Schemes. Mez es el autor de numerosos libros, incluyendo «The Creaking on the Stairs: Finding Faith in God Through Childhood Abuse (El crujido de las escaleras: Encontrando la fe en Dios a través del abuso infantil)» (Christian Focus) y «Is There Anybody Out There?: A Journey from Despair to Hope (¿Hay alguien ahí fuera?: Un viaje de la desesperación a la esperanza) (Christian Focus). Está casado con Miriam y tiene dos hijas. Puedes seguirlo en Twitter.

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