El descanso suele ser un tema de último pensamiento en nuestra lista. Quizás porque pensamos que solo se trata de parar de hacer actividades. Pero al momento de ser adoptados por Dios, el descanso va más allá de una necesidad física.
Una amiga cercana me compartió que ella veía el descanso como pérdida de tiempo. Que parte de honrar a Dios era siempre ser productiva y hacer algo constantemente para avanzar. Y por mucho tiempo ella vivió de esa manera, lo cual produjo en ella la necesidad de controlar absolutamente todo, en su propio esfuerzo y a su propia manera. Al pasar el tiempo se enfermó de gastritis nerviosa y tuvo que cambiar cosas dentro de su rutina. Al llegar al matrimonio, el descanso se volvió su meta. ¿Te identificas con ella? En donde nuestro cuerpo físicamente comienza a resentir nuestras decisiones.
Vivimos en un mundo obsesionado con la eficiencia, la prontitud y la habilidad de hacer varias cosas al mismo tiempo. Esto nos da un sentido de dominio sobre nuestra vida; sin embargo, es un sentido falso pues siempre estamos a la vuelta de la esquina de una crisis financiera, problemas de salud, familiares, etc., que nos liberan de esa comodidad o seguridad que creíamos tener. ¿Por qué? Por el simple hecho de vivir en un mundo caído.
En el evangelio de Marcos podemos ver cómo el apóstol nos muestra la fuente de energía y motivación del corazón de Jesús. Su actividad ministerial, traslados de un lugar a otro, circunstancias de la vida, huidas, persecución; su mover era constante, pero Jesús se fortalecía en Su Padre en oración y comunión con Él.
Podemos caer fácilmente en una esclavitud que nos ahoga física y espiritualmente. Quizá podamos ser valorados en este mundo y experimentar cierto éxito; no obstante, “¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma?” (Mc. 8:36). Jesús nos invita a venir y encontrar nuestro descanso en Él. Esta es una invitación a reconocer nuestras limitaciones, nuestras debilidades y nuestra humanidad para reconocer el señorío de Dios.
Jesús es quien mejor puede modelarnos un estilo de vida saludable. Él tenía sus momentos a solas ¿para recargar energías socialmente hablando? no, para estar con Su Padre. El descanso no era una excusa para no realizar lo que necesita, tampoco era guiado por los deseos de su cuerpo, más bien el balance que viene de una vida entregada al Padre.
Jesús nos recuerda una de las más grandiosas verdades del evangelio, para un mundo exhausto por el pecado: “Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar. Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera»” (Mt. 11:28-30).
Jesús no los pone a memorizar teoría, les dice vengan a mí, véanme a mí. Él promete que podemos descansar en Él. Aprender de su humildad y mansedumbre. El descanso en Él, es Su promesa. Él aclara que Su yugo y carga es ligera. Jesús está consciente que lo que causa agotamiento al hombre es la lejanía de Dios y por eso le ofrece ir a Él.
Ahora para venir a Cristo tengo que reconocer que estoy cansada, que estoy cargada, que estoy esclavizada o atrapada en algún patrón de este mundo o incluso mi propio pecado. Si pienso que mi vida está bien, esta invitación no me parecerá atractiva. Al momento en el que descansar en Él se torna en infructífero al estar pensando en todas las otras cosas que podríamos estar haciendo, vemos que el descanso no es para estar dependiendo de Él, buscamos más lo que Él da que lo que Él es.
El Padre renueva nuestras fuerzas solo si corremos a Él (Is. 40:31). Hay una paz que solo Él puede dar, es el resultado de saber que Él está en control de todas las cosas que ocurren. Tener una perspectiva eterna, no podemos encontrarla fuera de Él. Un sentido de propósito y significado que solo podemos encontrar en Cristo.
Cristo es la consumación de todas las virtudes y cuando Él quiso enseñarnos una virtud de todas, Él escogió la mansedumbre y la humildad para enseñarnos eso. Es como si dijera que esta virtud es esencial para la vida cristiana, todas las demás dependen de ella. La ausencia de esa cualidad es la causa de la mayoría de los males en la humanidad. Imposible encontrar descanso para mi alma sin humildad y mansedumbre.
Sin humildad no podemos aprender. El orgullo no es enseñable por lo tanto maneja un sentido de independencia muy diferente a como Cristo enseñó. Cristo modeló lo que es la sumisión a la voluntad de Dios. La ausencia de humildad convierte todas las demás virtudes en vicios. Cuando tengo dones y talentos me creo superior, comienzo a pecar.
La humildad es el hábito de vivir en la verdad. Es la humildad la que te permite reconocer quién tú eres verdaderamente. Entonces puedes exhibir una vida que de otra forma no hubieras podido vivirla. El descanso te invita a estar completa en Él.
El descanso cultiva la esperanza en un reino que estará lleno de bondad y belleza. El verdadero descanso nos devuelve a nuestra humanidad. Nos recuerda lo frágiles que somos alejados de Dios, siendo seres finitos. Esto requiere que involucremos al mundo con nuestro cuerpo físico: sentir el sol en nuestra piel, crear arte, restaurar el orden, dar un paseo por el vecindario o por un sendero de montaña.
Estos pueden ser actos de adoración mientras disfrutamos de las cosas por las que Él se regocija. Mantenerte conectado con la familia de tu iglesia (que puede parecer más difícil que nunca) te recordará que su trabajo juega un papel en una historia mucho más grande. Dios ha formado un pueblo para mostrar su amor en la forma en que se cuidan unos a otros y, a su vez, aman al mundo.
Tu disponibilidad no tiene que ser ilimitada para mostrar amor. Los límites pueden liberarte para servir sin resentimiento con un corazón puro y generoso. Pensamos que somos libres, que podemos hacer con nuestro cuerpo y tiempo lo que queramos sin importar las consecuencias o si da gloria a Dios siendo fiel a Su diseño. Vivimos bajo esa mentira. Nos hemos encadenado a este mundo cuando Cristo ya nos ha liberado. El hombre vive bajo un peso que el solo se ha auto impuesto.
Siempre habrá necesidades y situaciones que requieran nuestra atención. Quizá estas no sean cosas malas o menos importantes, “pero una sola cosa es necesaria”, dijo Jesús a la afanada Marta: estar a Sus pies. Nuestra relación con Dios es lo más importante. Jesús agregó, “María ha escogido la parte buena”, la cual, en comparación al éxito, la eficiencia, el sentido de importancia y la justicia propia, “no le será quitada” (Lc. 10:42).
Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él, porque Él es nuestro descanso eterno.