PRESENTADOR:
Dios es el premio del evangelio, nuestro tesoro supremo, nuestro mayor deleite. Pero así como Dios es el premio del evangelio, también nos da diariamente todo tipo de dones que son buenos y legítimos, y que debemos aceptar con gratitud. Pero la administración de esos dones no está libre de desafíos para todos nosotros, y en particular para Jaime, un oyente del podcast que nos escribe con sus preguntas.
“¿Hola, pastor John! Tengo amigos cristianos que creen que el alcohol y las drogas, particularmente la marihuana, son cosas moralmente buenas que deben ser recibidas en el espíritu de lo que Pablo dice en 1 Timoteo 4:4: ‘todo lo creado por Dios es bueno y nada se debe rechazar si se recibe con acción de gracias’. Pero sé que Pablo también dice: ‘Todo es lícito, pero no todo es de provecho. Todo es lícito, pero no todo edifica’ (1 Corintios 10:23). Intento comprender por qué cosas podemos dar gracias a Dios y por cuáles no. Considerando lo anterior, estas son mis preguntas: (1) ¿podemos dar gracias a Dios por una sustancia que es ilegal para nosotros —digamos el consumo de alcohol por menores de edad o la marihuana recreativa cuando infringe la ley—? Y (2) ¿implica Pablo que no podemos dar gracias a Dios por algo que es lícito para nosotros pero que no nos ayuda? Creo que pudiera expresar mi pregunta así: ¿de qué manera calificaría la frase de Pablo: “nada se debe rechazar”? Me inquieta que mi amigo consuma marihuana, la cual es ilegal, aunque dé gracias a Dios por ella porque creo que no beneficia su vida”.
JOHN PIPER:
Sí, es correcto que sientas inquietud por tu amigo. Me alegro de que llegaras al punto en el que dijiste: “Creo que pudiera expresar mi pregunta así: ¿de qué manera calificaría la frase de Pablo: ‘nada se debe rechazar’?”, porque esa es realmente la cuestión. La cuestión no es: ¿por qué cosas puedo dar gracias? Pablo enseña que debemos dar gracias por todo. Esto no ayuda a tu amigo. Efesios 5:20: “Den siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre”. Pero eso no significa: “Dar aprobación moral a todo”. Significa, más bien, que reconocemos que, en la providencia de Dios, Él hace que todo sirva para Sus sabios y amorosos propósitos, incluso algunas cosas muy dolorosas y hasta pecaminosas.
Pregunta clave
No creo que la pregunta clave sea: ¿por qué cosas debemos dar gracias a Dios? Cuando Pablo dice en 1 Timoteo 4:4: “todo lo creado por Dios es bueno y nada se debe rechazar si se recibe con acción de gracias”, está diciendo: “Todo existe para eso: para revelar la bondad de Dios y despertar en el alma la acción de gracias”. En otras palabras, solo debemos utilizar la creación, toda ella, de la forma en que fue diseñada para ser utilizada, es decir, con acción de gracias.
Así que Jaime dice que la verdadera cuestión —y estoy de acuerdo con él— es la siguiente: ¿qué quiere decir Pablo cuando dice que no hay que rechazar nada de la creación? Creo que quiere decir que nada debe rechazarse porque sea ritualmente impuro. Según Marcos 7:19, Jesús declaró limpios todos los alimentos. Así que todos son lícitos, no deben rechazarse. Ya no se aplica ninguna de las leyes dietéticas del Antiguo Testamento. Esas leyes proveían una forma temporal para que Israel se diferenciara de las naciones.
La iglesia ya no busca diferenciarse de las naciones de esa manera con las leyes alimenticias. Nada es ritualmente impuro para el cristiano en ese sentido. Es lícito —todo es lícito—. Nada debe ser rechazado como ritualmente prohibido, lo que también significa que los falsos maestros a los que se alude en 1 Timoteo 4, que prohibían el matrimonio y exigían abstinencia de alimentos (1 Timoteo 4:3), estaban cayendo de nuevo en el viejo camino del legalismo en lugar de caminar en la libertad de Cristo.
Tres principios
Pero decir que nada debe rechazarse como ritualmente impuro no significa que todo deba comerse o beberse, incluso con acción de gracias, porque hay otros factores a tener en cuenta que Pablo no menciona aquí porque no son parte del tema de los falsos maestros en 1 Timoteo. Pero Jaime tiene razón al mencionar los principios de Pablo en 1 Corintios, porque son relevantes cuando consideramos lo que debemos rechazar o no. Creo que hay al menos tres principios que Pablo menciona en cuanto a lo que hacemos con la naturaleza, lo que hacemos con la bondad de la naturaleza.
Uno de los principios es el amor. 1 Corintios 10:23-24: “Todo es lícito, pero no todo es de provecho. Todo es lícito, pero no todo edifica. Nadie busque su propio bien, sino el de su prójimo”. Así que no decimos simplemente: “Soy libre. Todos los alimentos son limpios. Problema resuelto. Puedo comer lo que yo quiera”. No, así no habla un cristiano. Nos preguntamos: “¿Es útil? ¿Es provechoso? ¿Se beneficiarán otras personas de mi disfrute de esto, de que yo haga esto?”. Ese es el principio del amor.
Luego, en 1 Corintios 6:12, saca a relucir otros dos principios. Dice: “Todas las cosas me son lícitas” —comienza igual que el pasaje anterior, pero continúa de manera diferente—, “pero no todas son de provecho. Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar [controlar, apoderar, esclavizar] por ninguna”, ni siquiera por las cosas buenas. Aquí el principio parece el mismo que en 1 Corintios 10, pero no lo es del todo. En lugar de decir: “Busca el bien de tu prójimo en lo que comes”, dice: “No te dejes dominar ni esclavizar por nada”.
Se podría decir que este es el principio del amor propio, un amor propio apropiado. Ten cuidado de no caer en la adicción. Ten cuidado de no ser dañado. Creo que esos serían otros dos principios a considerar en este asunto. (1) ¿Está esto haciendo que mi vida tienda a la esclavitud? ¿Está convirtiéndome esto en un esclavo? “Estoy fuera de control. Soy totalmente dependiente de esta cosa”. (2) ¿Me hace daño? ¿Me está perjudicando al dominarme como mi amo?
Todos hacen distinciones
Entonces, al menos tres principios ponen límites a la afirmación “nada se debe rechazar”:
- El amor: ¿ayudará o perjudicará a los demás?
- Adicción: ¿me esclavizará? ¿Me está esclavizando?
- Daño a mi cuerpo o a mi alma: ¿me dominará de forma dañina?
Cuando los amigos de Jaime dicen: “Todo lo que Dios ha hecho es bueno, por eso no hay que rechazar absolutamente nada” no hablan en serio. Quizás la forma más clara de demostrar que no hablan en serio es diciéndoles que saben muy bien que hay hongos que los matarían si los comieran. Hay algunas personas con alergias tan graves a los cacahuetes que morirían si comieran un cacahuete. Ni siquiera te dejan comer cacahuetes en el avión cuando estas personas están a bordo. No dan cacahuetes. Ellos lo saben. Estos amigos lo saben. Ellos mismos hacen distinciones.
Así que las preguntas son estas: ¿es el cannabis útil para los demás cuando lo consumimos? ¿Es adictivo para mi mente? ¿Es perjudicial para la mente o para el alma? Esas son las preguntas clave.
Nuestra llamado radical
Tal vez sea útil terminar compartiendo un poco de historia. Cuando llegué como pastor a la iglesia Bethlehem hace 43 años, el pacto de la iglesia decía lo siguiente: “Nos comprometemos a abstenernos del uso y venta de bebidas alcohólicas”, lo que significaba que la abstemia era un requisito para ser miembro de la iglesia. Pero dije a los líderes cuando llegué: “Eso es seriamente antibíblico. Aunque yo mismo veo buenas razones en nuestra cultura, en nuestros días, y considerando mi personalidad para ser abstemio, ese no es un requisito bíblico para ser miembro de la iglesia”.
Entonces, ¿cómo lo cambiamos? Lo cambiamos. Es decir, casi me costó el puesto el segundo año que estuve allí, pero se aprobó la votación y sobreviví. ¿Cómo cambiamos el pacto? Lo hicimos más radical. Esta es la redacción actual: “Nos comprometemos a buscar la ayuda de Dios para abstenernos de toda droga, comida, bebida y prácticas que supongan un daño injustificado al cuerpo o pongan en peligro nuestra fe o la de otros”. Así que no solo alcohol o cannabis, sino todas las drogas, todos los alimentos, todas las bebidas, todas las prácticas. La forma en que ponemos a prueba lo que comemos, bebemos o hacemos es preguntándonos lo siguiente: ¿produce un daño injustificado al cuerpo, o pone en peligro nuestra propia fe o la de otro? Creo que es una buena aplicación de los principios de Pablo en el Nuevo Testamento.