Al escribir estas palabras, es navidad, dos semanas después de mi cumpleaños. Si te ha pasado alguna vez, miramos estas fechas que cierran e inician ciclos como recordatorios de lo cercanas que estamos de encontrarnos con nuestro Salvador y de lo corto que es nuestro paso por esta tierra. 

Estas fechas también suelen revelar lo que hay en nuestro corazón: muy a menudo nuestro pecado o falta de contentamiento en el momento que Dios nos tiene. Los medios de entretenimiento o vidas de otras personas son medios fáciles para la comparación y el enfoque en lo que no tenemos. Algo de esto puede ser el cambio en tu estado civil: querer casarse. 

Es muy seguro que hayas pensado que tener un anillo en tu dedo te hará feliz por fin. Yo he estado ahí. Esta mentalidad, mi querida hermana, es un gran recordatorio de nuestro egoísmo. La historia del enamoramiento puede verse así: “Te veo, me gustas, me la paso pensando en ti, quiero llamar tu atención y casarme contigo”. ¿Ves? Ahí lo tienes: el egoísmo materializado. 

Básicamente, de esto se trata comúnmente lo que es sentirse atraída por alguien. Poco o nada pensamos en servir, en mostrar paciencia, en cuidar, en proteger al otro. Todo lo que pensamos es ser servidas, en lugar de servir. 

Ojalá pensáramos con tanta determinación en Cristo, su Palabra y Su pueblo. Ojalá renováramos nuestra mente con tanta frecuencia, a lo cual la Biblia nos manda. En este escrito no pretendo juzgarte. La lucha por buscar primeramente el reino de Dios es tan real para ti como para mí. 

Por la gracia de Dios, contamos con la oración como medio de gracia para nuestra santificación. La oración por tu esposo, aunque no te hayas casado, es una herramienta para luchar contra tu egoísmo y llevar a la práctica el amor que Dios diseñó que los cónyuges experimentaran. Aunque es necesario no perder de vista que, en su Palabra, Dios no ha prometido que todos sus hijos vayan a casarse. 

Sin embargo, si en Su providencia Dios ha planeado para ti el matrimonio, puedes descansar en que en Su tiempo lo traerá y por tanto, tu futuro esposo, hermana, es un hombre que en este momento vive y respira. 

Proverbios 31: 10-12 dice: Mujer hacendosa, ¿quién la hallará? Su valor supera en mucho al de las joyas. En ella confía el corazón de su marido, y no carecerá de ganancias. Ella le trae bien y no mal todos los días de su vida. 

Prestemos atención a las dos últimas frases: Ella le trae bien y no mal todos los días de su vida.  Sí, acabas de leer todos los días de su vida. Esto quiere decir que aún sin estar casados, puedes traer el bien al hombre que va a ser tu esposo algún día, al orar por él. 

¿Cómo puedes orar por él? Voy a compartirte por lo que personalmente oro:

Que no ame este mundo (1 Jn 2:15-16).

No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.

Que guarde su mente y su corazón de la inmoralidad sexual (Ef. 5:3).

Pero que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre vosotros, como corresponde a los santos;

Que sea miembro de una iglesia bíblica (Heb. 10:25).

No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca.

Que busque rendir cuentas al ser un discípulo de Cristo (Prov. 28:13).

Él que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y los abandona hallará misericordia.

Que trabaje para la gloria de Dios y no para su propia gloria (Fil. 2:3).

Nada hagáis por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo

Para terminar, quiero contarte por qué la oración por tu futuro esposo es un medio para vencer el egoísmo y desenfocar tus ojos de ti misma, porque esta misma lista de peticiones ahora aplican para ti. 

Si quieres que tu esposo no ame este mundo, entonces tú también debes orar para que no ames este mundo. Si quieres que tu futuro esposo se abstenga de la inmoralidad sexual, entonces debes empezar tú misma a huir de ella. Si quieres tener un esposo que rinda cuentas y sea un discípulo de Cristo dentro de una iglesia local, entonces tú también debes asegurarte de hacer lo mismo. 

Un hombre que ama al Señor y busca ser como Cristo va a querer casarse con una mujer que también ame al Señor y le obedezca. Una mujer que lo impulse a Dios y con quien pueda sentirse tranquilo. Un hombre que anda en santidad buscará una mujer que también camine en ella para casarse. Comienza a ser esa mujer

No seas sabio a tus propios ojos, teme al Señor y apártate del mal. Prov. 3:7


Aranza Erazo

Aranza Erazo, es una joven mexicana que vive en Colombia desde temprana edad. Estudió Licenciatura en Lenguas Extranjeras y labora como docente de inglés de bachillerato. En el momento cursa el Certificado de Estudios para Mujeres en el Southeastern Baptist Theological Seminary y sirve también como traductora para Soldados de Jesucristo. Siempre está dispuesta a leer el siguiente libro, conversar junto a un buen café y apreciar la creación de Dios.

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