¿Cuál es la voluntad de Dios para mi vida?

Una reflexión sobre el significado de la voluntad de Dios y cómo tomar decisiones para que nuestra vida personal se acomode a lo que Él desea.
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¿Cuál es la voluntad de Dios para nosotros? No es extraño escuchar a jóvenes cristianos hacerse esa pregunta cuando están tomando decisiones importantes en sus vidas: con quién se casarán, cuál camino profesional tomarán y en dónde vivirán. Considero que es necesario que los cristianos meditemos constantemente en cuál es la voluntad de Dios. También creo que es bueno que los jóvenes quieran que sus vidas reflejen la voluntad de Dios, particularmente en una época tan secular y humanista como la actual.

Sin embargo, muchos no entienden lo que realmente significa “hacer la voluntad de Dios”. ¿Se trata de un conocimiento oculto sobre nuestros futuros que debemos descubrir? ¿Es un puñado de eventos particulares por los cuales debemos esperar pacientemente? Además, muchas personas justifican sus decisiones diciendo que esa es “la voluntad de Dios”, responsabilizando a Dios por el camino que ellas mismas han decidido tomar.

En este artículo, quiero compartir tres ideas que nos pueden ayudar a entender y practicar la voluntad de Dios a la luz de Su Palabra.

1. La voluntad revelada

Primera idea: la voluntad de Dios es principalmente aquello que se nos ha revelado en la Escritura. En contraposición a la idea de que la voluntad de Dios es un misterio que debemos encontrar, la Biblia es clara al decirnos que se trata más bien de lo que Él ya nos ha dicho que quiere para nosotros. En la primera epístola a los tesalonicenses, Pablo dice: “Porque esta es la voluntad de Dios: su santificación; es decir, que se abstengan de inmoralidad sexual” (1Ts 4:3). Claramente la voluntad de Dios es nuestra pureza sexual.

Partiendo de este principio sobre la voluntad de Dios, la Biblia está llena de afirmaciones sobre lo que Dios quiere para nosotros. Él quiere que seamos santificados (Ro 6:22), que seamos llenos del Espíritu (Ef 5:18), que Su Palabra habite abundantemente en nosotros (Col 3:16), que nos perdonemos unos a otros (Col 3:13), que nos amemos (Jn 13:34), que suframos por Su causa (Fil 1:29), que carguemos nuestra cruz (Lc 8:23), que hagamos discípulos de todas las naciones (Mt 28:19-20) y que hagamos todo para Su gloria (1Co 10:31).

Estos pasajes son solo algunos de los muchos que nos muestran la voluntad de Dios para nosotros. La idea es clara: todo lo que necesitamos para saber está en la Biblia. Eso es lo que los teólogos han llamado la “voluntad revelada de Dios”. Saber esto nos quita una gran carga de nuestros hombros, pues no tenemos que batallar por resolver algún misterio oculto, sino que debemos enfocar nuestros esfuerzos en hacer lo que ya tenemos registrado en la Escritura. 

la voluntad de Dios es principalmente aquello que se nos ha revelado en la Escritura. / Foto: Unsplash

2. Su voluntad y nuestros “derechos”

Segunda idea: no hemos sido llamados a reclamar nuestros derechos. Esto es importante porque hacer la voluntad de Dios implica que nuestra máxima prioridad es obedecer lo que Él nos ha mandado. En contraposición al llamado bíblico, nuestra cultura nos invita a buscar nuestro desarrollo personal de una manera individualista, priorizando nuestros beneficios y derechos personales.

Lastimosamente, la cultura ha permeado las decisiones de vida de muchos cristianos. Muchos no escogen un trabajo pensando en si pueden servir bien a Dios allí e incluso están dispuestos a no congregarse el domingo con tal de mantener su puesto. Otros se mudan de su vivienda pensando solo en su comodidad, sin considerar si tienen una iglesia local saludable a la cual unirse. Algunos jóvenes comienzan sus relaciones afectivas movidos principalmente por sus gustos y no por la sabiduría de casarse con otro creyente maduro. En fin, la lista de situaciones similares es interminable.

Nuestra tendencia a perseguir nuestros intereses personales es influenciada por nuestro entendimiento de lo que significa “felicidad”. La cultura nos dice que la felicidad consiste en tener muchos bienes, satisfacernos con distintos deseos o alcanzar cierta posición de prestigio. Al respecto, Jesús dijo que la vida era más que los bienes (Lc 12:15) y Salomón afirmó que saciar todos los placeres no es más que “vanidad y aflicción de espíritu” (Ec 2:10). En cambio, como dijo David, en la presencia del Señor hay “plenitud de gozo” (Sal 16:11) y el todo del hombre es adorar a Dios y obedecer Sus mandamientos (Ec 12:13).

Así, la voluntad de Dios es principalmente lo que está revelado en las Escrituras, y el hombre encuentra su felicidad plena en hacer dicha voluntad. Eso es muy distinto a reclamar los derechos y beneficios personales, y nos muestra un camino bastante seguro a la hora de decidir cómo vivir.

La cultura nos dice que la felicidad consiste en tener muchos bienes, satisfacernos con distintos deseos o alcanzar cierta posición de prestigio. Sin embargo, la felicidad bíblica, apunta hacia otros propósitos. / Foto: Getty Images

3. Cómo tomar decisiones

Tercera idea: estamos llamados a tomar decisiones de acuerdo con la voluntad de Dios. Aunque ya hemos dicho que la voluntad de Dios está en Su Palabra revelada a nosotros, aún tenemos preguntas como: “¿Con quién me casaré?” y “¿qué debo estudiar?”. Por eso necesitamos meditar en cómo tomar decisiones.

Antes de ver qué dice la Biblia, es importante reflexionar en lo que los teólogos han llamado “la voluntad específica de Dios”. Esta voluntad “específica” tiene que ver con los eventos y situaciones futuros que los seres humanos no conocen, pero que Dios ya ha determinado en Su soberanía. Como hijos de Dios, en ningún momento se nos llama a tratar de conocer lo que nos sucederá en el futuro ni a tratar de “descubrir” lo que Él ha determinado. Eso solo le corresponde conocerlo a Él.

En cambio, lo que tenemos que hacer es procurar tomar decisiones sabias en oración y siendo guiados por el Espíritu. Para responder a preguntas como: “¿Con quién me casaré?” y “¿en qué debo trabajar?”, es fundamental conocer claramente la voluntad de Dios. Por ejemplo, Dios no quiere que busquemos un cónyuge que no sea creyente o un trabajo que nos impida congregarnos los domingos. Al respecto, R. C. Sproul dice: “La pregunta práctica de cómo conocemos la voluntad específica de Dios para nuestras vidas no puede resolverse con algún grado de precisión a menos que tengamos alguna comprensión previa de la voluntad de Dios en general”.

Así, preparémonos para tomar decisiones de acuerdo con lo que dice la Escritura. Seamos llenos del conocimiento de Su Palabra, de forma que pensemos como Cristo en todos los aspectos de la vida (Col 3:16; 1Co 2:16). Tengamos vidas de oración en las que busquemos la guía de Dios (Stg 1:5-6; Mt 26:41). Busquemos primeramente los intereses del Reino de Dios antes que la satisfacción de nuestras necesidades materiales (Mt 6:33).

Debemos tomar decisiones sabias en oración y siendo guiados por el Espíritu. Para responder a preguntas como: “¿Con quién me casaré?” y “¿en qué debo trabajar?”, es fundamental conocer claramente la voluntad de Dios. / Foto: Unsplash

Teniendo esto en mente, me atreveré a dar algunos consejos prácticos para algunas decisiones comunes:

  • Te puedes casar con cualquier persona mientras no sea incrédula y ambos se proyecten en su servicio al Señor de forma similar (Am 3:3).

  • Puedes estudiar cualquier profesión que no viole los principios bíblicos ni te exponga a pecar o a endeudarte de manera irresponsable.

  • Si estás considerando un cambio de casa, evalúa si en el lugar al que te trasladas hay una buena iglesia local en dónde congregarte y servir.

  • Si en tu trabajo te están forzando a hacer algo que atenta contra los mandamientos de Dios, mantente íntegro para salir de allí y confía en la provisión del Señor.

  • Si tienes el deseo de dedicarte al ministerio, evalúa si eres apto a la luz de las Escrituras (1Ti 3), considera si el Señor te ha dotado con los dones necesarios para la tarea y verifica que haya un reconocimiento de la iglesia local al respecto. 
“Deléitate en el Señor y él te concederá los deseos de tu corazón”. Salmos 37:4 / Foto: Unsplash

Deleitémonos en el Señor

Creo que las palabras de John MacArthur resumen muy bien cómo deberíamos vivir la vida: “Si te deleitas en el Señor, entonces ¡haz lo que quieras!”. Esto viene del Salmo 37:4, en el cual David dice: “Pon tu delicia en el SEÑOR y Él te dará las peticiones de tu corazón”. Si nuestro deleite es hacer la voluntad de Dios revelada en Su Palabra, entonces Dios nos respaldará.

Este deleite en la voluntad de Dios es lo que Pablo ha llamado “ser lleno del Espíritu”, pues solo cuando conocemos Sus mandatos y queremos hacerlos entonces el Espíritu realmente está guiando nuestras vidas. Cierro con esa exhortación del apóstol: “Así pues, no sean necios, sino entiendan cuál es la voluntad del Señor. Y no se embriaguen con vino, en lo cual hay disolución, sino sean llenos del Espíritu” (Ef 5:17-18).

César Pedraza

César tiene el privilegio de servir al Señor Jesucristo como Pastor en el sur de Chile, colabora en el Instituto de Capacitación Teológica de Temuco, y está felizmente casado con Katherine Rivas con quien tiene dos hijos: Miguel y Gabriel.

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