¿Cuántas veces has querido evangelizar tan solo para escuchar «A mí no me vengas a aburrir con la Biblia»? En otras ocasiones, seguramente te has encontrado con preguntas que no sabes cómo responder, que suenan algo así: «¿Cómo sé que Dios existe?», «Dime, sin utilizar la Biblia ¿cómo sé que Jesús no es un mito?». Tal vez son preguntas que tú misma te has hecho y en el fondo, aunque tengas mucha fe en Dios, simplemente no sabes cómo responder. No te preocupes, que todos hemos pasado por eso. Todos nos hemos encontrado con personas que dicen que tenemos una fe ciega, que no hay evidencias de Dios, mucho menos de Jesús. Es más, dicen que Cristo es copia de dioses paganos, que la Biblia es la copia de la copia, de la copia de más copias y que por ello no es de fiar. Querida hermana, déjame decirte que todo esto tiene una respuesta lógica, y gracias a Dios, hay muchísima evidencia de la existencia de Jesús. El estudio lógico y sistemático de esto, se llama «Apologética». Y a diferencia del nombre, que puede sonar extraño y rimbombante, es en realidad algo que hacemos más seguido de lo que nos imaginamos.
¿En qué consiste la apologética?
Esta palabra, deriva del griego apología, que significa «defensa». Por lo que, realmente, estamos haciendo una defensa de nuestra fe. Un versículo clásico que menciona esto, lo hace así: “sino santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes” (1 Pe. 3:15). Con esto, Pedro nos está animando a defender lo que creemos. Ojo aquí, no estamos defendiendo a Dios, puesto que Él no necesita de nosotros para defenderse; sino que, estamos defendiendo nuestra creencia en Él. En pocas palabras, ¿por qué creemos lo que creemos? Y ¿por qué creemos que es la verdad? Esta herramienta nos ayuda como una especie de pre-evangelismo, donde estaremos respondiendo los principales argumentos que las personas tienen en contra de Dios y la cosmovisión cristiana. Esto sirve para ir limpiando el camino para poder presentar el evangelio. Muchas personas, antes de querer escuchar sobre la Palabra de Dios, o de Dios mismo, primero quieren tener cierta seguridad de que existe. Para esto nos ayuda la apologética.
El rol de la apologética y la mujer
Una cosa importante que hay que dejar claro, es que la apologética no es solo para académicos o apologistas profesionales. Esto es algo que todos los cristianos podemos realizar. Nosotras como mujeres, de cierta manera ya tenemos una sensibilidad adicional que se inclina mucho por el cuidado y la enseñanza. Dios nos ha creado con la capacidad de criar y educar. Todas tenemos la capacidad de aprender a defender de manera correcta los ataques del posmodernismo, del progresismo, de todo movimiento o filosofía que se levanta en contra de Dios y de nuestra fe. Cuando uno ama a Dios, queremos saber mucho más de Él, por ello profundizamos en Su Palabra, hacemos devocionales, y nos parece poco el tiempo que tenemos para aprender tanto y tanto de Él. Esta misma hambre es la que nos lleva a querer estar mejor preparadas para evangelizar, porque cuando somos hijas de Dios, seremos utilizadas para llevar la Gran Comisión, y no sabemos cuándo Dios nos pondrá en el camino de alguien que va a prestar oídos para las buenas nuevas. No lo sabemos, y por ello es que debemos estar siempre preparadas. Leemos en Mateo 22:37: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (énfasis mío). Amar al Señor con toda nuestra mente implica tener la fe y la certeza de que lo que creemos es real. Que cuando nos hacemos llamar cristianos, es sinónimo de personas que leen, que se educan y que están listas para responder a los ataques enemigos. Son respuestas lógicas llevadas en amor y mansedumbre. No son respuestas motivadas para alcanzar la medalla de oro en inteligencia o ser debatientes invictos. Aunque, la finalidad de responder es la de ganar el debate –porque la realidad es que queremos que la verdad triunfe sobre la mentira y el engaño– no debemos buscar nuestra propia gloria. No estamos ahí para recibir medallas a la intelectualidad. Estamos ahí porque somos la Gran Comisión Si alguien nos da su tiempo para escucharnos, no respondamos con agresividad o burla a sus cuestionamientos. Aprovechemos el tiempo, respetando a la persona y haciéndole ver que sus ideas están equivocadas. Aprovechemos el tiempo, para darles las dulces noticias de salvación. Así que, hermanas, levantémonos firmes y gozosas. Levantémonos en amor para que más personas conozcan a Dios, recordándoles que Cristo nació, murió en la cruz, resucitó y ascendió. Que ha vencido a la muerte y nos da la promesa de salvación y vida eterna. ¡Viva Cristo Rey! Por los siglos de los siglos, amén. Dios les bendiga.