Hace un par de días inicié una breve serie sobre la modestia, no es mi intención que en ella se explique todo sobre este tema. Más bien estoy tratando de cercar nuestros pensamientos y conducirlos en una dirección específica, y creo que esa dirección quedará clara el día de hoy. De antemano reconozco que este último artículo de la serie será inevitablemente insatisfactorio en algunos aspectos. Pero sean pacientes, creo que se darán cuenta del valor de pensar acerca de la modestia de este modo. Pero antes, quizá quieras leer El corazón de la modestia y La belleza incorruptible.

La modestia importa

El jueves estudiamos dos principios de 1 Pedro 3:1-4. Observamos que la diferencia esencial entre la inmodestia y la modestia es que la principal preocupación de una es hacerse notar, mientras que la de la otra es que se note a Dios. Hay un tercer principio que debemos extraer de este texto y es muy sencillo: La modestia importa. La modestia marca la diferencia porque Dios la utiliza para glorificarse a sí mismo. Pedro inicia toda esta sección planteando una gran posibilidad: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres al observar vuestra conducta casta y respetuosa”. Les asegura a las mujeres a las que escribe que la modestia es importante porque les permite mostrar su carácter cristiano. El carácter cristiano puede servir como una poderosa forma de evangelismo. Estas mujeres necesitaban decidir si llamarían la atención sobre sí mismas definiendo la belleza sólo en relación con las cosas externas, o si llamarían la atención sobre Dios definiendo la belleza principalmente en relación con las cosas internas. Si elegían lo segundo, serían testigos vivientes de la gracia de Dios. Recuerda, Pedro estaba escribiendo a un grupo muy específico, a mujeres cuyos esposos eran seguidores de una fe diferente. Tal vez estas mujeres pensaron que la manera de ganarse a sus esposos era ir con el enfoque de la fuerza bruta y presionar a sus hombres hacia el reino, o tal vez fueron con el enfoque que implicaba llorar, rogar y suplicar. Pedro les dice que no hagan nada de esto. En cambio, deben dejar a un lado la inmodestia y centrarse en el carácter piadoso. Su conducta bondadosa y respetuosa dará tal evidencia de Cristo en sus vidas que incluso puede conducir a sus esposos al Salvador. En este contexto, la verdadera modestia, la que brota del evangelio, tiene un componente evangelizador. Tenemos que tener cuidado de no hacer que Pedro diga más de lo que quiere decir aquí. Nadie se convertirá en un cristiano simplemente porque te vistas con modestia. Si llevar un vestido largo fuera suficiente para convencer a la gente de que confíe en Cristo, ¡yo estaría llevando uno ahora mismo!  Lo que Pedro quiere que sus lectores sepan es que, estas mujeres pueden complementar o contradecir el mensaje que hablan mediante su conducta y su forma de vestir. Esto tiene mucho sentido, ¿no? Si predicas el evangelio con un vestido escandalosamente escotado, estás ofreciendo un mensaje contradictorio. Dices una cosa, pero das pruebas de otra totalmente distinta. Con tus palabras estás diciendo: «Mira a Cristo» mientras que con tu ropa estás diciendo: «¡Mírame a mí!». Si vas a compartir el evangelio en una zona pobre de la ciudad vistiendo un traje de veinte mil dólares, estás diciendo una cosa, pero mostrando otra. Tus palabras dicen: «Vivo para la gloria de Dios» mientras que tu ropa dice: «Vivo para la gloria mía».  Tu ropa contradice el mensaje. Vestirse con modestia te coloca en un segundo plano y hace que el mensaje pase a primer plano; vestirse sin modestia te coloca en primer plano y hace que el mensaje pase a segundo plano. No es un pecado verse atractiva o hermosa. En absoluto. Sin embargo, es un pecado vestirse de tal manera que deliberadamente atraigas la atención hacia ti misma en lugar de hacia Dios. Si tu gran deseo es ser visible, no te preocuparás por mostrar un carácter piadoso. Tanto si eres hombre como mujer, debes tener en cuenta la importancia de lo que llevas puesto. La forma de vestir significa algo. Cuando conozcas a una persona nueva y pasen unas horas juntas, no te empeñes en que te recuerden como la persona que sigue las últimas tendencias y que luce las últimas modas. Es mucho más importante que la persona se vaya pensando en el hecho de que, tu carácter dio evidencia de la gracia del Señor en tu vida. Lo que importa es que no hiciste nada ni llevaste nada que distrajera del mensaje que predicaste. Así que este pequeño pasaje nos da tres principios que todos podemos aplicar: Todos queremos que se nos preste atención; la modestia quiere que se le preste atención a Dios; y la ropa importa porque puede contradecir o complementar el evangelio que proclamamos. No voy a darte una lista de control sobre cómo vestir con modestia. No puedo. No sería posible crear una lista que se ajuste a todas las situaciones, a todas las culturas, a todas las personas. Cada uno de nosotros necesita considerar cómo amar a los demás y dar gloria a Dios a través del vestuario que usamos. Cada uno de nosotros necesita considerar cómo podemos vestirnos de tal manera que no sea contrario o incoherente con el mensaje que proclamamos.

Vestuario

La solución definitiva a la inmodestia no es una lista de reglas o una lista de control; la solución es el evangelio, la buena nueva de Jesucristo. ¿Y no es interesante que el evangelio se trata de ser vestidos? Cuando Cristo sufrió y murió, fue desnudado y clavado en una cruz donde fue vestido con todo nuestro pecado e injusticia. Todo lo que habíamos hecho mal fue puesto sobre él. Todos nuestros deseos y comportamientos carentes de modestia fueron puestos sobre Él. Porque Él tomó nuestro pecado y sufrió el castigo por ello, y porque resucitó triunfante de la tumba, ahora podemos poner nuestra fe en Él. Cuando hacemos eso, Él nos reviste de su justicia. Nos despoja de nuestro pecado y nos reviste de su bondad. Si eres cristiano, estás vestido con el evangelio antes de estar vestido con cualquier otra cosa. No te vistes con Tommy Hilfiger o Calvin Klein o la marca que más te guste. No es lo primero ni lo más importante. Estás vistiendo a Jesucristo. Esto significa que cada prenda de vestir que toca tu cuerpo va a relacionarse con el evangelio de alguna manera. Como cristiano tienes el privilegio y el llamado de mostrar el poder y la realidad del evangelio en tu vida. Tú puedes hacer eso o puedes estorbarlo en la manera en que te vistes. Puedes vestirte de tal manera que la gente no vea nada de Jesús y todo de ti. Pueden ver tu cuerpo y ver tu estilo, pero no ver a Jesús. O puedes vestirte de tal manera que tu ropa coincida con tu mensaje, que las personas vean a Cristo en ti. Así que mientras navegas por Amazon en busca de una nueva camisa, mientras rebuscas en los estantes de ropa, o incluso mientras consideras tu forma de vestir, tu primer pensamiento debe ser por el Evangelio. ¿Enviará esta ropa un mensaje equivocado haciendo que la gente se fije en mí? ¿O complementará mi mensaje y me permitirá llamar la atención hacia Cristo? Ten cuidado con esto. Puedes llamar la atención tanto con ropa ultramodesta como con ropa ultraimodesta. Y un énfasis excesivo en la modestia puede ser realmente inmodesto. Ahí está nuestro reto: ser hombres y mujeres modestos, revestidos del evangelio de Jesucristo, que no harán ni llevarán nada que desvirtúe ese glorioso mensaje.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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