Vivir en comunidad: el diseño familiar de Dios para la iglesia

¿Puede el activismo ser un sustituto de la comunidad? Existe una diferencia entre estar ocupado en la iglesia y verdaderamente vivir en familia.
Foto: Envato Elements

Crecí en un hogar cristiano. Recuerdo que mis padres constantemente nos decían: “Lean la Biblia; el domingo vamos a la iglesia; los miércoles tienen que estar en el grupo; pórtense bien con los hermanos; y si quieren algo, oren a Dios que Él se los dará”. Todas estas actividades son importantes para un cristiano, pero ¿son la vida cristiana? ¿O más bien eran activismo? No había un interés real en el corazón y el crecimiento espiritual del prójimo, empezando por la propia familia.

A medida que el cristianismo se expandió en mi país, oí de los grupos en casa a los que llamaban “células”. Estas consistían en un líder que dirigía la oración, compartía el mensaje, pedía la ofrenda y oraba para despedirnos. Pero el resto de la semana, cada uno vivía como quería, sin que nadie se hiciera responsable de cuidarnos mutuamente. 

Más que hermanos, éramos el proyecto de alguien más o un número que engrandecía la figura del líder. Al final, vivíamos vidas solitarias llenas de actividades cristianas. Con los años, la Palabra y la experiencia en mi iglesia local me han llevado a la convicción de que es necesario y bíblico vivir en una comunidad centrada en Jesús, lo cual es distinto al mero activismo. Quiero animarte a considerar esta misma verdad a través de dos preguntas. 

Ser cristiano no es cumplir actividades; es vivir en comunidad, cuidarnos y crecer juntos en Jesús. / Foto: Unsplash

¿Qué significa vivir en comunidad?

De acuerdo con el libro Comunidades en Misión, publicado por la Iglesia Reforma en Guatemala, una comunidad se define como “un grupo de personas que viven juntas en misión, unidas por Jesús, para ser como Jesús, obedecer a Jesús y hacer discípulos de Jesús”. En otras palabras, los redimidos viven en misión proclamando el evangelio (Mt 28:18-20) para hacer discípulos que se parezcan a Cristo (Jn 13:34-35), de manera que el reino de Dios avance. Hasta aquí todo bien, pero ¿cómo se vive eso en la práctica?

Una comunidad es un grupo de personas que viven juntas en misión, unidas por Jesús, para ser como Jesús, obedecer a Jesús y hacer discípulos de Jesús. / Foto: Lightstock

Hace cuatro años, mi esposa y yo, junto a otra pareja de nuestra iglesia local, tuvimos la oportunidad de guiar y ser parte de un grupo en casa. Iniciamos emocionados de compartir con nuestros hermanos alrededor de la Palabra, pero estaba lejos de saber lo que Dios me enseñaría y confrontaría sobre la importancia de la comunidad. Recuerdo que tenía muchas dudas e incertidumbre.

Aunque tenía los lineamientos de la iglesia, Dios, en Su fidelidad, nos fue mostrando el camino. Una comunidad bíblica es una familia; cuando las familias se reúnen no hay un líder específico, sino que todos opinan y preguntan. En una comunidad así se comparten alimentos, oraciones y vidas. No es solo un grupo de estudio o una actividad más; es una forma de vivir.

El evangelio nos hace responsables del corazón de los otros, y esto es lo más importante. / Foto: Lightstock

Todos somos pecadores necesitados de Cristo, unidos por encima de nuestras diferencias de lengua, nación o estatus social. El evangelio nos hace responsables del corazón de los otros, y esto es lo más importante. Así, al caminar juntos, probablemente habrá malos entendidos y dificultades, como en cualquier familia, pero si el evangelio está en el centro, no hay nada que ese bendito mensaje no pueda reconciliar, resolver y enseñarnos. 

En ese sentido, vivir en comunidad es un medio de gracia vital. Al vivir aislados, somos más vulnerables a las asechanzas del enemigo y a nuestros propios pecados. Necesitamos caminar juntos porque en este mundo caído todos sufriremos, y es una bendición no enfrentar solos las dificultades, sino con hermanos que nos acompañan y oran. Por medio de ellos, el amor de Cristo se manifiesta, ayudándonos a crecer en santificación y a parecernos más a Él.

Vivir en comunidad es un medio de gracia vital. / Foto: Lightstock

¿Por qué Cristo debe ser el centro de la comunidad? 

Toda la comunidad le pertenece a Cristo, pues hemos sido comprados a precio de sangre, reconciliados con Dios y unidos en Él. El mensaje que enseñamos es el evangelio, porque Cristo es el centro de todo. Todo es de Él, por Él y para Su gloria (Col 1:16).

Cuando Cristo es el centro, nos guardamos de las plataformas, el protagonismo y la exclusividad. Cuando Cristo es el centro, todos nos postramos juntos ante la cruz y el trono de gracia. Cuando Cristo es el centro, Su Palabra es exaltada y necesitada. Cuando Cristo es el centro, el fruto es la unidad en vez de división, porque todos nos animamos a ver a Cristo por encima del hombre. Cuando Cristo es el centro, Dios se lleva la gloria.

Esta vida en comunidad centrada en Jesús debe permanecer incluso en momentos excepcionales. Durante la pandemia de la COVID, tuvimos la dicha de usar la tecnología para vivir en comunidad. Mensajes de texto, reuniones de Zoom y llamadas nos permitieron vernos, orar, reír y perseverar en la Palabra. Estas “comunidades virtuales” nos ayudaron a interesarnos por nuestros corazones y a continuar con la Gran Comisión de predicar el evangelio.

Vida en comunidad centrada en Jesús debe permanecer incluso en momentos excepcionales. / Foto: Lightstock

Ser familia

El cristianismo no es activismo, sino ser familia. Esto abarca todo lo que somos en Cristo y, a partir de ahí, lo que hacemos por Él junto a nuestros hermanos. Que el Señor nos anime a no dejar de caminar y crecer juntos, aprovechando las herramientas que tenemos para buscar a Jesucristo y exaltar Su nombre en todo tiempo. Esto es un reflejo de cómo viviremos en la eternidad, así que empecemos aquí y hoy. ¡Gloria a Dios porque podemos caminar juntos como hermanos en Cristo!

Sergio Cano

Sergio Cano es esposo de Susana tienen tres hijos, Susana María, Sergio Alejandro y Daniela. Vive en la ciudad de Guatemala. Es diácono de iglesia Reforma, donde juntos sirven en discipulado a matrimonios e individualmente. Tiene un diplomado en consejería bíblica con la Organización Hope for the Heart.

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