Me siento apenado por las personas que pasan todo el día en las redes sociales atacando a otros. ¿Se sientan ellos allí hora tras hora, siguiendo a gente que desprecian para después lanzarle dardos? Esa debe ser una manera horrible de vivir. Algunas personas parecen marchitarse donde hay paz y florecen cuando hay contienda. El libro de Proverbios nos advierte acerca de gente como esta, gente a la que le encanta incitar conflictos y odian resolverlos. Lou Priolo destaca una serie de ellos en su excelente libro “Resolving Conflict” (Resolución de Conflictos). Estas son las personas provocativas de los Proverbios.
El iracundo
«El hombre iracundo promueve contiendas; mas el que tarda en airarse apacigua la rencilla» (Prov. 15:18 RV60). El hombre iracundo es un apasionado de todo tipo de cosas y permite que la pasión se convierta en ira. Él es el típico «cabeza caliente» que fácilmente pierde la paciencia. Su pasión e ira le incita a provocar la contienda, para causar problemas que de otro modo podrían evitarse o resolverse.
El perverso
«El hombre perverso provoca contiendas, y el chismoso separa a los mejores amigos» (16:28). Al igual que un pirata informático escribe un virus y lo libera para ser difundido a través de Internet, esta persona perversa crea conflictos, desacuerdos amargos y lo siembra en sus relaciones. Él puede hacerlo a través de la difamación, a través del chisme, y a través de la murmuración, siempre con el objetivo de poner a otras personas en contra de su víctima. Su perversidad está dirigida para dañar a otros.
El amante de la transgresión
«El que ama la transgresión, ama la contienda; el que alza su puerta, busca la destrucción» (17:19). En lugar de amar y perseguir todo lo que es bueno y hermoso en el mundo, a esta persona le gusta el pecado, ama la contienda, ama lo que es malo y feo. “¿A quién más le encantaría la contienda, que no sea una persona que también ame el pecado? Él disfruta de una buena pelea, ya sea que el esté en el cuadrilátero o esté entrenando desde la esquina. Al elevar su puerta (abrir la boca en orgullo) encuentra lo que está buscando, alguien siendo aniquilado”.
El necio
«Los labios del necio provocan contienda, y su boca llama a los golpes» (18:6). Proverbios identifica al menos tres tipos diferentes de necios. Éste es un necio no porque tenga alguna deficiencia mental, pero sí debido a su propensión a tomar decisiones equivocadas. Él trae conflictos con él donde quiera que vaya simplemente a causa de su necedad. Contienda es parte de lo que él es, es parte de lo que hace. Las palabras de este necio provocan problemas, pidiendo golpes, prácticamente suplicando por una paliza.
El moralmente necio
«Es honra para el hombre eludir las contiendas, pero cualquier necio se enredará en ellas» (20:3). Este es el tipo de tonto que es aún peor que el obstinado. Éste se revela a sí mismo en el momento en que abre la boca porque sus palabras demuestran que él es totalmente deficiente en bondad y gracia. Él es casi intolerable y causa problemas donde quiera que vaya.
El escarnecedor
«Echa fuera al escarnecedor y saldrá la discordia, y cesarán también la contienda y la ignominia» (22:10). El escarnecedor aparece varias veces en Proverbios y aprendemos a no enredarnos con él porque se niega a escuchar la reprensión, le falta sabiduría, está lleno de orgullo y porque no buscará o atenderá consejo de los demás. Él es tan odioso, que con el tiempo todo el mundo se aleja de él, incluso se niegan a asociarse con él.
El rencilloso
«Como carbón para las brasas y leña para el fuego, así es el hombre rencilloso para encender contiendas» (26:21). Si pones un trozo de madera cerca de las brasas, es sólo cuestión de tiempo antes de que la madera arda en fuego. De la misma manera, si permaneces mucho tiempo en la presencia de una persona rencillosa y conflictiva, es sólo una cuestión de tiempo antes de que termines en una batalla. Esta persona rencillosa siempre está dispuesta a discutir y ningún problema es demasiado grande o demasiado pequeño.
El arrogante
«El hombre arrogante suscita rencillas» (28:25). El orgullo va mano a mano con la contienda, por lo que no es de extrañar que la arrogancia conduzca al conflicto. Esta es la razón por la que gente orgullosa frecuentemente termina discutiendo con los demás y porqué esos conflictos son tan difíciles de resolver. El establecimiento y el mantenimiento de la paz requieren la humildad.
El que se enoja
«La persona enojada comienza pleitos; el que pierde los estribos con facilidad comete todo tipo de pecados» (Prov 29:22 NTV). La persona cuya vida se caracteriza por la ira es una persona que incita constantemente contiendas, creándola donde no tiene que existir, manteniéndola donde podría ser fácilmente resuelta. Proverbios nos advierte de no asociarnos estrechamente con este tipo de personas enojonas no sea que, sin saberlo, adoptemos sus caminos. No sólo eso, sino que esta persona enojona tiene la capacidad, y tal vez incluso el deseo, para provocar problemas entre otros, para forzar su ira mucho más allá de sí mismo. ¿Qué hacemos con gente tan provocativa? ¿Cómo nos relacionamos con ellos? “Mayormente, se sabe de antemano que tus posibilidades de conseguir una resolución pacífica con este tipo de personas, son mínimas. Como regla general, lo mejor que puedes hacer es advertirle de las consecuencias de sus acciones y permanecer fuera de su camino”. Pero aún más importante, busca estos rasgos provocadores dentro de ti mismo y ¡elimínalos!
Publicado originalmente en Challies.com | Traducido para Soldados de Jesucristo por Alicia Ferreira de Díaz