¿Es posible estando en pleno siglo veintiuno, con el avance de la tecnología, con el desarrollo de la humanidad, con todos los descubrimientos científicos y con la cantidad de hallazgos arqueológicos, pensar en un Dios creador? ¿Es inteligente considerar la existencia de un Diseñador universal? ¿Sigue siendo razonable creer hoy en Dios?
El ser humano tiene la capacidad de raciocinio, tiene la capacidad de reflexionar, considerar, evaluar, entender y juzgar información de diversos temas y el tema de la existencia de Dios no es la excepción, el hombre no tiene que dejar a un lado su intelecto para creer en Dios, se puede ser razonable y creer en un Creador universal, pues una fe sólida también tiene que ver con un juicio correcto de la mente sobre lo que considera. Por tanto, lo que se necesita es darle suficiente contenido a la mente para que ella reflexione, considere, evalúe y juzgue. (Esto no significa que la mente siempre juzgará bien, pero sí significa que puede juzgar bien, y por ello mientras más información tenga será más fácil y correcto su trabajo).
Ahora bien, demos información al cerebro y tratemos de juzgar si es razonable creer en Dios en la actualidad. Para esto recordaremos cuatro argumentos históricos de la existencia de Dios, y veremos como aún hoy, con todo el avance científico y tecnológico, siguen siendo vigentes.
Es razonable creer hoy en Dios por la existencia de la creación
A este argumento se le ha llamado cosmológico. La palabra Kosmos viene del griego y significa orden, mundo, universo. Este razonamiento tiene como base el sistema de causa y efecto, pues todo efecto debe ser causado por algo o alguien. En palabras del doctor en filosofía y en teología William Lane Craig: “El argumento tiene tres pasos simples: Todo lo que empieza a existir tiene una causa, el universo empezó a existir, por lo tanto el universo tiene una causa”.[1] Por ejemplo, si estás sembrando en un terreno y al estar escarbando la tierra te encuentras un libro, no sería lógico pensar que salió de la nada, no sería sensato pensar que siempre estuvo allí, más bien sería lógico pensar que de alguna manera llegó a este lugar, algo causó que ese libro estuviese en este punto, alguien tuvo que haberlo escrito y alguien o algo fue el causante de que llegara a este sitio.
Ahora bien, en este caso tenemos como efecto el universo y de forma más personal nuestro planeta, el cual sabemos que existe, que es real, nosotros estamos en él y lo podemos ver y contemplar, la pregunta es ¿de dónde vino? ¿Apareció de la nada? ¿Siempre existió? Algunos dicen que fue el resultado de una simple y casual explosión cósmica pero, ¿qué produjo la explosión? La lógica y la filosofía nos dicen que nada produce nada, así que de la nada no puede venir esta creación, como tampoco de la nada puede haber una explosión, tiene que haber algo que lo haga posible; nosotros podemos ver la realidad del planeta y concluir que debe haber un Causante.
Es razonable creer hoy en Dios por la perfección de la creación
Este argumento se ha llamado teleológico, la palabra telos proviene del griego y significa propósito, fin o meta. La base de esta argumentación está en la excelencia, grandeza, orden y precisión del espacio, de nuestro planeta y de nosotros como seres humanos. El punto es que al analizar críticamente el universo, el mundo y el cuerpo humano, debemos quedarnos asombrados con lo perfecto que son, cada cosa en ellos tiene de alguna forma, a veces impresionante, un propósito bien definido. Por ejemplo, los científicos hablan de la precisión del tamaño de nuestro planeta y de la exactitud de la distancia de este con relación al sol, estos detalles son fundamentales para la vida tal como la conocemos.
La premisa de este argumento, como han dicho los apologistas, es que todo diseño tiene un diseñador; es difícil pensar que el sistema solar, el agua, la tierra, todo lo que contiene el cuerpo humano y todo lo que hace posible la vida sea solo casualidad. La biología nos dice que hay un mundo celular tan complejo y extraordinario que simplemente deja fascinados a muchos con tal exactitud y precisión. Como se ha dicho, es difícil ver un reloj sin un relojero, así mismo es difícil ver un cuadro sin creer en pintores, es difícil ver la perfección del universo, el mundo y el ser humano y no pensar en un Diseñador universal.
Es razonable creer hoy en Dios por la conciencia humana
El tercer argumento se basa en la conciencia, es decir en nuestro yo interno, nuestro ser pensante, sensible y emocional que es la base de nuestras creencias, deseos y voluntades, por lo tanto un código que determina lo que es bueno y lo que es malo. El punto de este razonamiento es que la conciencia es algo intangible, algo no físico pero que sabemos que es real, pues todos sabemos que hay dentro de nosotros algo que nos dice lo que está bien o está mal, hay algo dentro de nosotros que nos provoca remordimientos, pero también gozo y paz, la pregunta es ¿de dónde viene esto? ¿Cómo es que el hombre es un ser reflexivo?
Si el ser humano es solo producto de la evolución, entonces el ser humano es meramente un ser físico, un ser físico que desde luego ha evolucionado de elementos físicos, ahora ¿por qué tenemos emociones y pensamientos? Estas capacidades no se pueden explicar físicamente, entonces otra vez vale preguntar ¿de dónde proviene esto? Un elemento no físico o espiritual no puede evolucionar de un elemento físico, eso es contradictorio, como dice el doctor en filosofía J. P. Moreland: “No puedes obtener algo de la nada. Si el universo comenzó con materia muerta sin conciencia, ¿cómo obtienes entonces algo totalmente distinto (criaturas conscientes, vivas, pensantes, sensibles, creyentes) a partir de materiales que no tienen eso? Pero si todo comenzó con Dios, no tenemos problemas en explicar el origen de nuestra mente”. [2]
Tanto la Biblia como la experiencia nos dicen que el hombre es un ser dual, un ser con cuerpo y alma, un ser físico y espiritual, un ser con parte material pero también con parte inmaterial, y todo esto apunta a un Ser superior, si de la materia no puede venir la conciencia, debe esta venir entonces de un Ser consciente y personal.
Es razonable creer hoy en Dios por la idea generalizada de un Creador
Este último argumento lleva la siguiente premisa: es un hecho histórico y universal la idea de la existencia de Dios. ¿Cómo podemos explicar que si recorremos el mundo, aún hoy, vemos diferentes culturas con creencias espirituales y específicamente creencias en algún dios? Ahora, que este dios se ha entendido, interpretado y llamado de diferentes formas es otra cosa, pero el punto es que se tiene una idea de un Creador, la pregunta es: ¿Cómo es esto posible y de dónde viene esta idea? ¿No será esto el resultado de que somos seres espirituales por voluntad Divina, y que esta espiritualidad en el hombre lo lleva a buscar más espiritualidad y así a su Creador?
Alguien podría decir que su idea acerca de Dios ha sido consecuencia de una herencia tradicional, lo cual puede ser cierto, pero ¿de dónde y cómo se les ocurrió esto a los antepasados? ¿Por qué en las diferentes culturas, con todo y sus grandes diferencias, hay noción de alguna deidad o de un mundo espiritual? Si hubiese sido la idea de unos cuantos ¿por qué la raza humana en general está unida en este punto? Parece que la idea de la existencia de Dios es un efecto que alguien ha causado en el hombre, y quién puede ser ese alguien sino el Creador del hombre.
Conclusión
Podemos concluir afirmando que sí es posible en pleno siglo veintiuno pensar en un Dios creador, sí es inteligente considerar la existencia de un Diseñador universal, y sí sigue siendo razonable creer hoy en Dios. Es posible porque la creación testifica de un Creador, es posible porque la naturaleza humana con su parte física y espiritual testifican de un Diseñador, y sí es posible porque esta creencia está impregnada de forma misteriosa y generalizada en la raza humana. Así que al atender estos testimonios ciertamente es razonable creer hoy en Dios.
Estos argumentos sueltos para muchos puede que no tengan tanta importancia, pero juntos forman una defensa al caso de la existencia de Dios. Con estos razonamientos podemos ver a Dios como cuando vemos a un pintor por su pintura, o cuando vemos a un arquitecto por su obra. Toda la creación habla de un Creador. La evidencia está para quienes quieren de verdad ver. Simplemente Dios ha dejado huellas.
[1] Strobel Lee. El Caso del Creador. Editorial Vida, Miami, FL, 2005, p 119.
[2] Strobel Lee. El Caso del Creador. Editorial Vida, Miami, FL, 2005, p 357.