¿Has considerado cuán breve es la vida? El punto predominante en la literatura de sabiduría es propulsar al pueblo de Dios a pensar [1]. Ésta sección de la Escritura a menudo nos instruye a maravillarnos del carácter de Dios, a contemplar Sus caminos, y a recordar Su fidelidad. Además, esta sección nos desafía a perseguir la sabiduría de la Palabra de Dios (Sal 1:1-2), a caminar en el temor del Señor (Pro 1:7), y provee muchas advertencias para aquellos que desprecian y niegan los mandamientos y los caminos de Dios (Pro 1:28-33). Aunque hay muchos temas dignos de examinación en la literatura de sabiduría, el que consideraremos aquí es el de la brevedad de la vida. En Job 7:6-7, Job dice: “Mis días pasan más veloces que la lanzadera… mi vida es un soplo”. En Eclesiastés, el hombre más rico y sabio de todos, el rey Salomón, construye sobre las palabras de Job cuando describe la vanidad y futilidad de la vida. Además, Salomón detalla que la extensión de nuestras vidas, aunque conocida por Dios, es completamente incierta para nosotros: “Porque el hombre tampoco conoce su tiempo: como peces atrapados en la red traicionera, y como aves apresadas en la trampa, así son atrapados los hijos de los hombres en el tiempo malo cuando este cae de repente sobre ellos” (Ec 9:12). La vida misma es como un suspiro al viento, o una vela que, luego de ser soplada, trae un fino humo que luego desaparecerá para siempre. El hermano de Jesús testifica sobre estas realidades en el Nuevo Testamento: “No sabéis cómo será vuestra vida mañana” (Stg 4:14). Como Cristianos, estamos comprometidos a vivir para la gloria de Dios; pero para hacerlo, debemos evaluar y examinar la fragilidad y brevedad de la vida. En sus resoluciones, Jonathan Edwards evaluó correctamente la escasez del tiempo, y oró para que el Señor plasmara en su conciencia la necesidad de ver nuestro tiempo aquí en la vida con un profundo sentido de mayordomía. Con la brevedad de los días del hombre, y la eterna naturaleza de su alma en mente, Edwards oraba: “Señor, estampa la eternidad en mis pupilas”. Edwards se negó a vivir para lo temporal e insistió en pronunciar esta resolución personal: “He resuelto: nunca hacer algo de lo que debería estar atemorizado, aún si fuera la última hora de mi vida” (Jonathan Edwards [2]). Edwards era un hombre poco convencional en este aspecto, y es por eso que fue utilizado por Dios de una forma poco convencional. ¿Te has preguntado alguna vez: “Cómo puedo vivir mi corta vida correctamente”? Para responder esa pregunta directamente, consideraremos el Salmo 90. Aunque esté en el puesto 90, éste es el primer y único salmo escrito por Moisés. ¿Qué le dio a Moisés la idoneidad única para escribir un Salmo sobre la brevedad y fragilidad de la vida? Para responder a esta interrogante, debemos considerar una tarea que Moisés realizó a diario durante un tercio de su vida: Merodear por el desierto… organizando funerales. Si recuerdas, el pueblo de Israel había desobedecido a Dios y, como resultado, fueron condenados a merodear en el desierto por cuarenta años hasta que una generación entera muriera. Moisés, el pastor de dos millones de personas, realizó más funerales que cualquier otra persona en la historia humana. Cada día era un dramático recordatorio de la brevedad de la vida, y del destino inevitable del hombre. El desierto se convirtió en un depósito de huesos. Todos esos funerales, todas esas muertes funcionaban como un recordatorio constante al pueblo de Dios: “Ustedes van a morir”. James Montgomery Boice correctamente analizó: “Este Salmo es, probablemente, el mayor pasaje de la Biblia que contrasta la grandeza de Dios con la debilidad del hombre”. En el Salmo 90, luego de considerar la eternidad, soberanía y justicia de Dios en los primeros 11 versículos, Moisés llegará al clímax del Salmo en el versículo 12: “Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”. Moisés mira a su alrededor y todo lo que ve son tumbas. Este vívido drama se desplegó ante los ojos del pueblo durante cuarenta años y propulsó a Moisés a rogar a Dios para que Él instruyera a Su pueblo a “contar sus días”. ¿Qué significa contar nuestros días? Contar nuestros días no significa cuantificar correctamente la cantidad de días de un año o de nuestra proyección de vida, sino medir el hoy a la luz de la eternidad. Recuerdo cuando leí la historia de una leyenda del boxeo que ganó la medalla olímpica de oro en 1968 y luego continuó su dominio por años hasta que ganó el campeonato de pesos pesados en 1973. Sabemos hoy que, junto con los logros atléticos de un hombre, venía una inmensa fortuna. Tristemente, este boxeador inició los trámites por bancarrota en 1983. Había perdido todo. ¿Qué podría hacer? Él era entonces muy viejo para volver al boxeo competitivo. ¿Acaso estaba destinado al malestar financiero? Bueno, afortunadamente, éste prolífico boxeador tuvo un cambio llegando a sus 50s, y recuperó todo el dinero que había perdido e hizo muchos millones más. Los hizo, no boxeando, sino promocionando parrillas eléctricas portátiles, llamadas: George Foreman Grilla. El boxeador, que una vez lo había perdido todo, ahora vale trescientos millones de dólares por sus famosos tostadores. Reflexionamos mucho sobre el número en nuestras cuentas de jubilación, pero ¿has considerado el breve número de nuestros días? Moisés sabe que el tiempo mismo es como arena que se escapa entre nuestros dedos. Podemos intentar retener el tiempo, pero cuanto más lo intentamos, más nos evade. A la luz de esta realidad, Moisés ruega a Dios que le permita tener una correcta perspectiva sobre la brevedad de la vida. Es interesante; ser mayordomos de nuestro tiempo y vivir para la gloria de Dios no comienza con una larga lista de quehaceres. Comienza con un profundo sentido de satisfacción en la bondad de Dios. Moisés ruega a Dios en el versículo 14: “Sácianos por la mañana con Tu misericordia, y cantaremos con gozo y nos alegraremos todos nuestros días”. Estamos a veces condicionados a responder a la brevedad de nuestras vidas con un renovado sentido de disciplina moral. La disciplina, en sí misma, es algo bueno. Pero para que seamos buenos administradores de nuestras cortas vidas, Moisés nos invita a establecer un nuevo compromiso matutino, orando para que Dios nos satisfaga con Su bondad. Luego de considerar la bondad de Dios en el versículo 14, Moisés luego pedirá a Dios en el versículo 17: “Sea la gracia del Señor nuestro Dios sobre nosotros. Confirma, pues, sobre nosotros la obra de nuestras manos; sí, la obra de nuestras manos confirma”. El salmista no nos conduce a la desesperación, nos conduce hacia la dependencia de la gracia y el amor de Dios. ¿Cómo podemos vivir correctamente nuestra corta vida? Corriendo a la fuente de satisfacción: la bondad de Dios. Además, debemos rogarle que ponga Su mano en favor de nuestras vidas. Moisés entendió con propiedad que, aparte del favor, la gracia y la bondad del Señor, nada en nuestra existencia tendrá un valor significativo.
- T. Studd una vez dijo: “Solo hay una vida, que pronto pasará, y solo lo vivido para Cristo permanecerá”.
Esto es lo verdadero: Solo lo vivido para Cristo permanecerá. Pero Moisés nos lleva un paso más allá: Solo lo vivido para Cristo y lo confirmado por Cristo realmente permanecerá. La escritura nos llama a pensar. Específicamente aquí, Dios, a través de Su Palabra viva y activa, nos da las siguientes preguntas para reflexionar:
- ¿Estás contando tus días a la luz de la eternidad?
- ¿Has considerado la brevedad de esta vida, y la perpetuidad de la próxima?
Si no, ora la oración de Moisés: “Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”. Este artículo se publicó originalmente en For the gospel. REFERENCIAS
- La literatura de sabiduría incluye Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés y Cantares.
- Resolución 7.