El más bajo y el último de todos

La esperanza del creyente no está en su mérito, sino en la obra terminada del Salvador.
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Llegará el día en que todo hombre se presentará ante el Señor y tendrá que dar cuenta de su vida. Dios deja clara la base de este juicio venidero: “Él pagará a cada uno conforme a sus obras” (Ro 2:6).

He hablado con profesantes de muchas religiones que insisten en que pueden acercarse a ese día con confianza. Cada uno ha puesto sus buenas y malas acciones en una balanza y se ha convencido de que, al final, lo bueno superará a lo malo. Pero una persona humilde y sincera retrocederá ante tal pensamiento, intimidada y tal vez, incluso, aterrorizada al considerar la declaración de Jesús de que: “Yo vengo pronto, y Mi recompensa está conmigo para recompensar a cada uno según sea su obra” (Ap 22:12, énfasis añadido). Porque, si somos sinceros con nosotros mismos, sabemos que incluso nuestras mejores acciones están manchadas por el pecado y que incluso nuestras mejores intenciones están impregnadas de egoísmo. Sabemos que no tenemos verdaderas buenas obras que mostrar y que estamos muy lejos de la gloria que Dios exige.

A veces me encuentro reflexionando sobre mi vida después de haber confiado en Cristo y considerando la extraña y dolorosa realidad de ser a la vez salvo y pecador y de vivir tanto en el “ya” como en el “todavía no”. Considero que muchas veces he sido descuidado con mi vida, muchas veces he sido cobarde en mi fe, muchas veces he sido infiel en mi vocación. A veces he estado a punto de rebelarme contra Dios. Nunca negaría que he merecido reprensión y culpa.

Pero Dios sabe también que nunca he sido un traidor ni un desertor. Aunque siempre de forma imperfecta, he intentado luchar de Su lado desde el día en que me llamó. He intentado cumplir los deberes que me asignó. He intentado dejar lo que me encomendó un poco mejor de lo que lo encontré, convertir mi pequeño talento en dos. Aunque a menudo he fracasado, al menos lo he intentado, lo he intentado por amor a Él. 

La fidelidad no es ausencia de caídas, sino perseverancia de un corazón que sigue volviendo a Dios por amor. / Foto: Lightstock

No he sido perfectamente recto, pero puedo decir que me he esforzado por serlo. Tampoco he pensado solamente en lo que es perfectamente virtuoso o he dicho lo que es perfectamente apropiado para la situación, pero al menos he intentado pensar de manera recta en vez de malvada y decir palabras que bendigan en vez de maldecir. Y esto, también, debido a mi amor por Él. También por Su presencia en mí.

Por eso confío en que Dios se complace en mis intenciones incluso cuando mis obras han sido tan defectuosas y en mis deseos cuando mis palabras han sido inadecuadas. Sin embargo, las obras imperfectas y las intenciones optimistas serían los cimientos más débiles en donde depositar mi confianza cuando me encuentre frente a Dios. Gratamente, Dios da cimientos mucho más firmes. Confío en que se complacerá con mis esfuerzos imperfectos y mi abnegación parcial solo a la luz de los esfuerzos perfectos y la abnegación completa de Cristo. Mis obras no son la base de mi salvación, sino prueba de ella y fruto que brota de ella. No he ganado nada de lo que necesito, pero Cristo ha ganado todo lo que necesito y he confiado en Él para que me lo proporcione.

Nuestras obras no son la base de la salvación, sino prueba de ella y fruto que brota de ella. / Foto: Pexels

Por eso estoy convencido de que Dios no me condenará basándose en mi pecado, sino que me perdonará basándose en la justicia de Cristo, porque Cristo es mi esperanza, Cristo es mi ayuda, y he confiado completamente en Él. Creo que en ese gran día que vendrá, Dios no me expulsará de la compañía de los fieles aunque no haya nada en mí que me haga merecedor de estar entre ellos. No borrará mi nombre de la lista de los victoriosos, aunque tantas veces haya demostrado que soy indigno de estar en ella. Tengo todas las razones para creer que mi nombre aparecerá escrito en el Libro de la Vida y me llenará de alegría encontrarlo allí, aunque sea el más bajo y último de todos.

Puedo tener esa confianza no por lo que soy ni por lo que he hecho. Puedo tener esa confianza solo por la obra terminada y el amor infinito de Jesucristo.

Este artículo fue inspirado, en parte, en algunas obras de Charles Kingsley.


Publicado originalmente en Challies.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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