El respeto a mi esposo

Hablar el idioma del respeto en el matrimonio comienza con una pregunta sencilla: “¿Qué te hace sentir valorado por mí?”
Foto: Priscilla Du Preez, en Unsplash

Quisiera comenzar con una experiencia que vivimos mi esposo y yo al inicio de nuestra relación. Él es cubano y yo colombiana, y aunque ambos somos hispanos, las diferencias en nuestra crianza, cultura y hasta en el uso del español son enormes. Un día, con la mejor de las intenciones, quise elogiarlo diciéndole con mucha afirmación que era un hombre “berraco”. Cuando vi que sus hermosos ojos azules me querían fulminar, casi muero. Acababa de ofenderlo gravemente.

Para los colombianos, “berraco” es un halago que describe a alguien valiente, trabajador y emprendedor. Para los cubanos, es un cerdo castrado. Esa experiencia me recordó una lección crucial sobre el mandato de la Palabra: “Y que la mujer respete a su marido” (Ef 5:33). El respeto no es una fórmula universal; es un lenguaje que debemos aprender a hablar de una manera que nuestro cónyuge específico pueda entender y recibir.

Entonces, ¿cómo podemos cumplir este mandato de una forma que honre a Dios y bendiga a nuestro esposo? Debemos explorar dos áreas vitales: primero, cómo se ve el respeto en la práctica diaria, y segundo, cuál es el fundamento espiritual que nos capacita para darlo.

El respeto es un lenguaje que se aprende para que nuestro cónyuge pueda entenderlo y recibirlo. / Foto: Lightstock

Cómo se ve el respeto

El primer paso para respetar a nuestro esposo es abandonar la idea de que, lo que para nosotras significa respeto, es lo mismo para él. Para entender la importancia de una comunicación clara, podemos acudir a un principio que el apóstol Pablo enseñó a la iglesia de Corinto. En su contexto original, Pablo estaba corrigiendo el uso desordenado del don de lenguas, explicando que hablar un idioma que nadie entiende no edifica a la iglesia. Su punto era que una comunicación incomprensible es inútil.

Aunque su enfoque no era el matrimonio, el principio se aplica de forma poderosa a nuestra relación más íntima: “Pues si yo no sé el significado de las palabras, seré para el que habla un extranjero, y el que habla será un extranjero para mí” (1Co 14:11). Tristemente, en muchos matrimonios, los cónyuges se han convertido en eso: extranjeros que, aunque usan las mismas palabras, no hablan el mismo idioma del corazón.

El primer paso para respetar a nuestro esposo es abandonar la idea de que, lo que para nosotras significa respeto, es lo mismo para él. / Foto: Unsplash

En mi caso, la diferencia cultural volvió a manifestarse en la forma de dirigirnos el uno al otro. En mi crianza colombiana, se me enseñó que llamar “señor” a las personas, sin importar su edad, era una muestra de respeto. Para mi esposo, de trasfondo caribeño, que su esposa le llamara “señor” lo hacía sentir como un extraño; para él, la cercanía se expresaba con el “tú”. Ambas intenciones eran buenas, pero el significado recibido era completamente opuesto.

Estas diferencias no son solo culturales, sino también generacionales y personales. Uno de los mayores errores que podemos cometer es asumir que nuestra definición de respeto es la correcta y querer imponerla a otras parejas. La solución no es asumir, sino preguntar. Requiere un esfuerzo intencional y humilde de sentarnos a conversar con nuestro esposo y preguntarle: “¿Qué te hace sentir respetado? ¿Qué acciones o palabras mías te comunican mi admiración y estima?”. Solo así podremos empezar a construir un puente de entendimiento mutuo.

Uno de los mayores errores que podemos cometer es asumir que nuestra definición de respeto es la correcta y querer imponerla a nuestra pareja. / Foto: Envato Elements

El fundamento para el respeto

Este esfuerzo intencional de comunicación no puede sostenerse solo con buena voluntad; requiere un fundamento espiritual profundo que transforme nuestro corazón. La capacidad de una mujer para respetar genuinamente a su esposo nace, en primer lugar, de su propia relación con Dios.

El respeto verdadero comienza cuando, como María, escogemos “la parte buena, la cual no [nos] será quitada” (Lc 10:42). Esto implica estar rendidas a los pies del Señor. Es en Su presencia, meditando en Su Palabra y orando bíblicamente, donde recibimos la sabiduría divina que necesitamos. De esto depende todo lo demás. La Biblia nos dice: “Con sabiduría se edifica una casa, y con prudencia se afianza” (Pro 24:3). La sabiduría para edificar nuestro hogar y respetar a nuestro esposo no es humana, sino un regalo que proviene de una vida de devoción a Cristo.

Este principio funciona dentro del diseño de Dios para el matrimonio, que es de una hermosa interdependencia. Como afirma la Escritura: “Sin embargo, en el Señor, ni la mujer es independiente del hombre, ni el hombre independiente de la mujer” (1Co 11:11). Así como nosotras necesitamos el amor, ellos necesitan el respeto (Ef 5:33). No son dos mandatos aislados, sino dos piezas que encajan para crear una relación que glorifica a Dios. Cuando nosotras, llenas de la sabiduría de Dios, respetamos a nuestro esposo de la manera en que él lo entiende, le facilitamos a él amarnos como Cristo amó a la iglesia.

Amada hermana, te animo a que converses con tu esposo. Pregúntale qué significa para él ser respetado, escúchalo con atención y luego, juntos, filtren esa conversación a través de la Palabra de Dios. Así, estarán edificando su casa con sabiduría, construyendo una relación que no solo les traerá gozo, sino que, por encima de todo, glorificará a nuestro Señor.

Lily Llambés

Liliana Llambés es colombiana y sirve como misionera de IMB en Panamá. Su pasión es proclamar el mensaje de salvación y hacer discípulos con el fundamento bíblico de la Palabra de Dios. Es la autora de «7 disciplinas espirituales para la mujer» y conferencista internacional. Tiene una Maestría en Estudios Teológicos del Southern Baptist Theological Seminary, y está cursando una Maestría en Divinidades con énfasis en Consejería Bíblica. Está casada con el pastor y misionero Carlos Llambés, con quien tiene 4 hijos y 9 nietos. Puedes encontrarla en Facebook, Twitter e Instagram. @lilyllambes

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