A menudo lo que necesito es simplemente recordar quién es Dios. Si alguien preguntara: «¿Quién es Dios?», sospecho que daríamos una lista de Sus atributos: «Dios es santo, poderoso, misericordioso, soberano, sabio, etc.» Sin embargo, hay un aspecto del carácter y la actividad de Dios, tal vez uno no muy apreciado y que Jesús destaca en Lucas 15 que a veces pasamos por alto. Es un aspecto del corazón y de la obra de Dios en el cual sería bueno que nosotros pensáramos más profundamente y con regularidad. La enseñanza de Jesús nos muestra que Él busca a los pecadores de muchas maneras.
Él los busca acercándolos a Sí mismo. Vemos eso al observar lo que los pecadores estaban haciendo en el versículo 1. Algo de Jesús estaba atrayendo a los recaudadores de impuestos y pecadores. Jesús era un hombre con el que los pecadores deseaban comer. Su vida estaba marcada por una gracia, verdad, autoridad y otras particularidades, que los pecadores se sentían magnéticamente atraídos por Él. La ley de la gravedad de Isaac Newton dice que cada cuerpo en el universo atrae a otro cuerpo con fuerza, y cuanto más grande es el cuerpo, mayor es la fuerza. Jesús vivió una vida de tal peso que atrajo pecadores a Sí mismo con Su fuerza gravitacional.
Pero Dios también busca a los pecadores al entregarlos a su pecado y sus consecuencias. El padre del hijo pródigo dejó ir a su hijo. El hijo disfrutó del pecado a corto plazo, pero eventualmente cosechó tanto dolor en su vida que decidió volverse a su padre. Dios busca a los pecadores de esta manera también. Él los entrega a las consecuencias de sus malas decisiones. Él los deja para que aprendan mientras aún están en el lodo. Él los busca mientras sufren el fruto amargo que brota del pecado. Ciertamente, puedes pensar en casos en los que te preguntas si esos “del país lejano” llegarán a casa. No podemos hablar autoritativamente sobre casos específicos. Pero podemos decir que Dios ama el buscar a los pecadores, y lo hace regularmente permitiéndoles sufrir las horribles consecuencias del pecado.
Ya sea que Dios busque a los pecadores atrayéndolos o entregándolos a las consecuencias del pecado, siempre los busca con compasión y amor. A menudo podemos buscar cosas sin compasión y sin amor. Ya sabemos, por ejemplo, de qué forma malhumorada buscamos las llaves del auto cuando vamos a llegar tarde a algún lugar. El fuego en nuestros ojos debe ser extinguido con algo, y es entonces cuando descubrimos que podemos enojarnos con objetos inanimados como las llaves del auto, como si fuera su culpa que hayan quedado sobre el cojín del sofá. Pero Dios no busca airadamente a los pecadores. El padre en el versículo 20 ve a su hijo lejos y siente compasión por él. Él no camina, sino que corre hacia su hijo, abrazándolo y besándolo. Aquí está el profundísimo amor de Dios por los pecadores.
El cuidado de Dios por los pecadores es tan profundo que Él los busca de todas las maneras que sean necesarias. Puedes determinar lo mucho que aprecia alguien algún objeto viendo cuántos medios utiliza para encontrarlo. Dios celosamente busca insistentemente a los pecadores perdidos. El pastor deja a las noventa y nueve atrás. La mujer levanta su escoba y barre. Ella enciende una lámpara y revisa todos los rincones oscuros de la casa. Así también es que Dios posiciona a los cristianos en el mundo, los envía a aprender nuevos idiomas, envía a personas a nuevas tierras, somete a sus propios hijos a todo tipo de situaciones difíciles, todo para poder buscar a los pecadores con su Evangelio.
Pero Dios no solo busca a los pecadores, sino que también los encuentra. ¿Cuántas cosas hemos buscado sin éxito? Sabemos lo que se siente renunciar a una búsqueda. Muchos han estado a punto de comprar una casa solo para descubrir al poco tiempo que la retiraron del mercado. Hemos buscado infructuosamente un determinado trabajo o alguna oportunidad educativa. Pero Dios siempre encuentra lo que está buscando: la oveja es encontrada, la moneda es encontrada, el hijo es encontrado. ¿Y qué les da Él cuando los encuentra? Les da Vida.
Recuerda al Dios que busca a los pecadores. Observa al Pastor dejando a Su rebaño en busca de la oveja perdida. Míralo luchar entre la maleza con Su mirada preocupada por ese cordero perdido. Mira a esta mujer encender su lámpara diligentemente, barriendo, mirando la casa en busca de su moneda perdida. Observa nuevamente a ese padre compasivo, esperando ansiosamente que su hijo perdido y agobiado por el pecado regrese a casa. Mira la alegría en sus ojos cuando ve la silueta de su hijo en el horizonte. Míralo correr con amor que surge desde su corazón y abrazando a su hijo inmundo. Este es tu Dios. Ninguna dificultad personal, relacional o cultural va a cambiar el hecho de que Dios está, en este momento, buscando diligentemente a los pecadores y otorgándoles la salvación a través de la vida, la muerte y la resurrección de Su Hijo.
Artículo original de Founders Ministries | Traducido por Ricardo Daglio