Es difícil descansar…descansar de verdad. Es fácil ser alguien ocupado o ser un perezoso, pero ninguno de los dos es sinónimo de descanso y ninguno reemplaza la necesidad de descansar. El descanso es una necesidad y una destreza. Incluso se podría decir que es un arte. El descanso es el tema de un nuevo libro de Adam Mabry quien admite sus propias luchas en este ámbito: «Yo no descanso. Realmente no lo hago». Él, al igual que yo y como muchos de nosotros, preferimos “hacer” que “dejar de hacer”, preferimos producir que descansar. Sin embargo, él ha descubierto el alto costo de estar moviéndose sin parar y el alto valor del descanso. «Estoy escribiendo este libro con la esperanza de que puedas aprender a descansar—cómo descansar, por qué deberías hacerlo y por qué es importante. Y espero que puedas empezar a disfrutarlo antes de que llegues a un punto en el que colapses, tal como me sucedió a mi. Te escribo para darte a conocer (o para que vuelvas a recordar ) el día de reposo. Te escribo para persuadirte del día de reposo». Para ser claro, el autor no está planteando una noción legalista del día de reposo que le otorgue más importancia al Antiguo Testamento que al Nuevo. Pero tampoco nos concede el derecho a decir que la necesidad de descansar ha sido abolida completamente a través de la muerte y resurrección de Jesucristo. Sí, en Él encontramos nuestro máximo reposo, pero eso no niega la necesidad de que intencionalmente le demos descanso a nuestras mentes, a nuestras almas y nuestros cuerpos de manera regular. «En pocas palabras, el día de reposo es un tiempo de descanso, santo para el Señor. Es el tiempo que se le da a Dios para recibir el refrigerio de Dios». ¿Qué motivos tendrías para no anhelar eso? ¿Por qué no te preocuparías de que el descanso sea una parte regular y esencial de tu vida? A través de los seis capítulos del libro, Mabry nos muestra todo lo que está relacionado con el patrón del reposo: el reposo nos permite tener buena memoria, el reposo ayuda en el bienestar físico, el reposo restaura las relaciones,el reposo trae recompensa. Resulta que el descanso es una parte esencial de la vida, una que a menudo descuidamos para nuestro detrimento y el de la gente que nos rodea. El autor termina con un capítulo titulado «Empezar a terminar» que es muy práctico al recomendar patrones de descanso diarios, semanales y anuales, así como hábitos para implementar cada uno de ellos. «A la madre estresada y al hermano abatido, al voluntario desanimado y al trabajador angustiado, al pastor que cree que la clave es siempre más y al cristiano que lucha por no parar, vengan conmigo. Soy imperfecto en este arte, pero estoy convencido de que es muy importante. Como un niño que aprende a tocar el violín, voy a continuar tomando el arco, afinando las cuerdas, y aprendiendo a amar este nuevo y extraño sentimiento de descanso». Eso suena como algo que nos beneficiaría a cada uno de nosotros. En una sociedad muy, muy ocupada y nuestras vidas reflejando lo mismo, es esencial que aprendamos el arte del descanso. Mabry nos sirve de guía constante. Hago eco de la recomendación que hace Jon Bloom: «Nosotros vivimos en el mundo 24/7 de Occidente, y hemos olvidado por qué y cómo descansar. Como resultado, estamos drenados y privados de sueño. Nuestras relaciones son tensas, nuestros cuerpos sufren desórdenes inducidos por el estrés, y lo peor de todo, nuestra adoración a Dios llega a ser superficial. Necesitamos apoyo. Y el libro de Adam Mabry es una gran ayuda. Al leerlo nos daremos cuenta de la raíz del problema y encontraremos recomendaciones muy útiles con el propósito de recuperar el arte perdido del descanso».