El anhelo de todo creyente: buscar la santidad 

Consejos desde Hebreos 12, sobre la búsqueda de la santidad que todo creyente debe tener.
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Al estudiar la santidad de Dios, vemos el significado de la santidad del Señor cuando Sus criaturas se encuentran con Él, y la reverencia y temor que produce Su santidad. También vemos la razón por la que Su santidad tiene este efecto sobre nosotros: porque Dios es incomparable en Su santidad, incorruptiblemente puro en Su santidad y santo en todas Sus perfecciones infinitas.

La santidad de Dios tiene un impacto cierto e inevitable cuando Él interactúa con personas pecadoras. La santidad de Dios resulta en Su ira sobre los pecadores que vienen a Él en sus pecados. Sin embargo, la santidad de Dios no siempre termina en ira sobre los pecadores porque Dios, en Su amor santo, envió a Su Hijo perfecto para morir en la cruz y llevar los pecados de todos los que pusieran su fe en Él.

Cuando nosotros, como cristianos, consideramos estas verdades acerca de la santidad de Dios, podríamos preguntarnos: “¿Qué sigue ahora que he sido aceptado por Dios en Cristo debido a la santa gracia de Dios?”.

Como personas que aman a Cristo, queremos ser santos y buscarla santidad, y todos necesitamos ayuda con esa búsqueda. Hebreos 12 nos da un esquema claro y un resumen conciso de cómo buscar la santidad como creyente.

Dios, en Su amor santo, envió a Su Hijo perfecto a morir en la cruz por los pecadores que ponen su fe en Él. / Foto: Light Stock

1.  Dejar de lado los obstáculos

El escritor señala específicamente dos cosas que causan obstáculos a nuestra búsqueda de la santidad por la fe. Primero, menciona los pesos, que son cosas que son innecesarias o que se interponen en el camino de correr la carrera de la fe para que persigamos la santidad. Debemos poner a un lado las cosas que drenan nuestro tiempo, enfoque, energía y atención lejos de lo que Dios nos ha llamado a hacer.

Un segundo obstáculo que menciona el escritor es el pecado. Esta advertencia debería ser obvia porque la gente no puede buscar la santidad y aferrarse al pecado. El problema es, sin embargo, que el pecado nos enreda tan fácilmente, que es extremadamente difícil de entender y aceptar a un nivel práctico para muchos cristianos. No debemos comprometernos con el pecado. No debemos poner excusas por el pecado. No debemos culpar a otros por nuestro pecado. No debemos justificar nuestro pecado, sino que debemos despojarnos de todos nuestros pecados para correr la carrera de la fe y perseguir la santidad en nuestras vidas.

2. Permanecer enfocados en Cristo

Esto es tan crucial porque es muy fácil para nosotros enfocarnos en todos los obstáculos que acabamos de poner a un lado. Podemos llegar a consumirnos con todos los pecados que combatimos, las tentaciones que enfrentamos, los pesos que cargamos, y todos los impedimentos en la pista. Nuestra carrera se vuelve imposible de correr cuando tratamos de emplear nuestro propio poder en lugar de hacerlo por fe en el poder de Cristo en nuestras vidas.

Por el contrario, debemos mantener la mirada fija en el Señor Jesucristo, que es el autor y perfeccionador de nuestra fe. El escritor de Hebreos nos exhorta a correr la carrera de la fe con nuestra atención puesta en Cristo, porque Él da y sostiene nuestra fe hasta que alcanza su meta de santidad total y perfecta en la gloria con Él. Cristo es el gran recurso que tenemos en esta carrera por nuestra confianza en Él.

Debemos mantener la mirada fija en el Señor Jesucristo, que es el autor y perfeccionador de nuestra fe. / Foto: Envato Elements

3. Someternos a la disciplina divina

A nadie le gusta la disciplina porque es dura y dolorosa. La disciplina nos exige, desafía y corrige. Sin embargo, aunque en nuestra carne humana nos molesta la disciplina, debemos someternos a la disciplina de Dios si queremos ser santos.

La disciplina de Dios no es simplemente la corrección de algún pecado presente en nuestras vidas, sino cualquier cosa que Dios trae a nuestras vidas para empujarnos hacia la santidad y una mayor confianza y obediencia a Su Palabra. Las pruebas son usadas por Dios de esta manera. Dificultades, tribulaciones, sufrimientos y pruebas son todas diseñadas y empleadas por Dios para refinar nuestra fe y fortalecer nuestro carácter para que podamos compartir Su santidad.

4. Esforzarnos por alcanzar la paz

La santificación, o búsqueda de la santidad, no debe ser algo que hagamos aisladamente. Nuestro crecimiento en santidad es impactado directamente por nuestras relaciones con otros creyentes. De hecho, podemos ir tan lejos como para decir que si no estamos buscando la paz con nuestros hermanos y hermanas en Cristo, entonces estamos fallando en perseguir la santidad como Dios ha ordenado en Su Palabra. La desunión o la amargura son pecados que tan fácilmente nos enredan y deben ser desechados si queremos correr sin obstáculos ni cargas.

El contexto de este versículo es para todos los creyentes, todos aquellos en la iglesia, no todos los hombres en el mundo. Muchas veces, buscar la santidad nos pondrá en desacuerdo con el mundo, y buscar la paz con los impíos al mismo tiempo que luchamos por la santidad puede ser imposible. Aunque no debemos provocar controversias o conflictos innecesarios con los incrédulos, gastar toda nuestra energía tratando de hacer las paces con aquellos que no están en paz con Dios o con nosotros es inútil. El contexto de Hebreos 12 es la comunidad de creyentes, y debemos estar en paz con nuestros hermanos cristianos.

Nuestro crecimiento en santidad es impactado directamente por nuestras relaciones con otros creyentes. / Foto: Unsplash

5. Esforzarnos por alcanzar la santidad

Aquí el escritor deja claro que cuando habla de correr la carrera, se refiere a perseguir la santidad. Debemos ser personas decididas a ser santas como Dios es santo. Ese debería ser nuestro objetivo, alegría y privilegio: reflejar el carácter de nuestro Dios tres veces santo.

Luchar por la santidad no es salvación por obras, porque estas obras salen del corazón de alguien que ya está salvado por gracia mediante la fe. Sin embargo, si las personas no buscan la santidad, entonces demuestran no ser santos. Aquellos que no son santos no verán al Señor. La razón de su falta de santidad es que no están realmente en Cristo, y su profesión de fe es ilegítima. Como nos recuerda 1 Juan 3:3, si realmente amamos la promesa de la venida de Cristo, entonces anhelaremos y perseguiremos la santidad.

Hoy en día no es popular buscar la santidad. De hecho, a menudo existe el sentimiento de que, como cristianos, solo debemos buscar la santidad hasta cierto punto. O existe la idea de que llegaremos a ser santos por ósmosis, sin ningún esfuerzo. Algunos temen que si nos hacemos santos, el mundo se aleje de Cristo por su desprecio a la santidad. Aquellos que buscan la santidad son criticados a menudo como hipócritas porque la gente impía coloca en la misma categoría el amor por la obediencia a la Palabra de Dios con el legalismo y la hipocresía.

Sin embargo, estamos llamados a buscar la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Esto no sucede por accidente, porque nadie llega a ser santo sin disciplinarse a sí mismo con el propósito de la piedad. Dios es Santo, Santo, Santo; y en Cristo, hemos sido hechos santos. Que Dios nos conceda la gracia de buscar la santidad por la fe, y que sea nuestra oración que seamos santos, como nuestro Señor es Santo.


Este artículo fue publicado originalmente en Founders Ministries.

Robb Brunansky

El Dr. Robb Brunansky es Pastor y Maestro de Iglesia Bíblica Desert Hills, en Glendale, Arizona. Puedes seguirlo en X @RobbBrunansky

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