La redención otorgada gratuitamente por medio de la muerte de Cristo a los enemigos de Dios es una muestra de la misericordia incomprensible del Señor de los ejércitos. Dios no le debe nada a nadie, la realidad es que Dios es Dios y los hombres no merecen ni la menor muestra de Su gracia. Sin embargo, «Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo» (Ef. 2:4–5) para alabanza de Su gloria. El anhelo ferviente de todo creyente es estar con su Salvador (Fil. 1:23), pero hasta que Cristo regrese hay que contentarse con nuestra peregrinación en la tierra (1 P. 1:17). Ahora, quienes han sido redimidos por Jesucristo pueden disfrutarle aún en la tierra. Así que, ¿cuáles son algunas maneras prácticas de disfrutar a Cristo en la vida diaria? No necesariamente se debe limitar el disfrute de Cristo a la vida diaria privada, porque no hay ninguna razón por la cual no se pueda gozar también a Cristo públicamente. Adorando a Cristo La respuesta adecuada de quien el Señor ha salvado es el agradecimiento (Sal. 107:1–3, 21–22). La alabanza es una marca clara de quienes han sido redimidos por Cristo y es una de las mejores maneras de disfrutar de Él. La adoración permite al individuo atribuir a Jesús la gloria debida a Su nombre y disfrutar de Él verdaderamente, porque hay un encuentro especial entre el alma redimida y el Señor en la adoración. No existe nada mejor en la tierra, ni nada que el discípulo de Cristo deba anhelar más, que estar con su Señor, magnificando Su nombre y amándole para siempre. Muchos pueden asumir que la adoración puede ser una actividad relegada a la vida devocional y hecha en privado. Sin embargo, no hay ninguna razón justificable para no adorar a Cristo en otros momentos y disfrutar de Él, un buen patrón a seguir debería de ser alabarle en nuestros corazones a lo largo del día (Sal. 71:8). Estudiando a Cristo Otra manera de disfrutar a Cristo es estudiando Su persona y obra en las Escrituras (cp. Hch. 17:11). Hay un tesoro profundo en la Biblia que se necesita descubrir para poder disfrutar más y más a Cristo. Se pueden contemplar Sus diferentes atributos: eternidad, perfección, santidad, entre otros. Se puede estudiar Su vida y ministerio, cualquiera de Sus enseñanzas o cualquier etapa de Su vida: la encarnación, la crucifixión, la resurrección o la ascensión. Se puede meditar sobre Sus virtudes manifestadas en Su ministerio terrenal: paciencia, compasión, humildad, amor, caridad. Lo que el alma necesita es contemplar a Jesucristo. La mejor manera de disfrutar a Cristo es pensar sobre lo que Él ha hecho. No una simple mirada rápida y nada más, sino una mirada detenida y prologada en Cristo (2 Cor. 3:18). La única forma de gozar al máximo a Cristo es conocer a Cristo al máximo. Viviendo cómo Cristo La manera más tangible de disfrutar a Cristo es vivir cómo Cristo vivió. La meta es poder decir juntamente con Pablo sin exagerar: «ya no soy yo el que vivo, sino que Cristo vive en mí» (Gá. 2:20). La aspiración noble de quien quiere disfrutar a Cristo es poder ser cómo Cristo. Ya no solamente es un estudio de la vida y obra de Cristo, sino la implementación de Su vida en la vida de uno mismo. Siempre el estudio de la persona de Cristo debe llevar al estudiante diligente a una práctica eficaz de andar cómo Cristo anduvo (1 Jn. 2:6). Estar tan cerca de Cristo sin ser transformado es una locura, por eso la vida de uno tiene que conformarse a la vida de Cristo, no solamente debemos permanecer en Cristo, sino que Cristo debe permanecer en nosotros (cp. Jn. 15:4; Col. 3:16). Entonces, todos aquellos que quieren vivir cómo Cristo necesitan estudiar la persona y obra de Cristo a profundidad. No es solamente el deseo de saber de Él, sino la determinación de vivir una vida transformada para poder disfrutar a Cristo plenamente, vivir cómo Cristo no es algo que se relega a la vida privada, sino que es una realidad que se manifiesta en la vida pública para que todos pueden atestiguar que Cristo mora en ti. Preguntas para considerar:
- ¿Cómo puedes mejorar tu vida diaria privada con Cristo?
- ¿Qué cambios tienes que hacer para que puedas ser más diligente en conocer a Cristo?
- ¿Cómo puedes vivir más cómo Cristo vivió?