En la introducción a su libro The Power of Meaning [El poder del significado], Emily Esfahni nota el deseo interior del ser humano por un sentido de propósito. Donde una vez la creencia religiosa proveyó respuestas, la secularización ha conducido a una nueva era en la búsqueda de significado, una era en la cual las respuestas no vienen tan fácilmente. Nos hemos vuelto a la academia, y los profetas de la modernidad son científicos sociales, de los cuales muchos trabajan en el campo de la psicología positiva. Smith nota que la obra inicial de estos científicos sociales se enfoca en la idea de la felicidad. La investigación sobre esto explotó por lo que hubo cuatro mil libros publicados sobre la felicidad en el año 2008 (un ascenso drástico desde el año 2000, el cual vio solamente cincuenta publicados sobre este tema). ¿Dónde encontramos significado? Por un tiempo la respuesta estuvo en la búsqueda de la felicidad. “Y, aun así, aquí hay un mayor problema con la histeria por la felicidad: ha fallado en cumplir su promesa. Aunque la industria de la felicidad continúa creciendo, como sociedad, estamos más miserables que nunca. En efecto, los científicos sociales han destapado una triste ironía – perseguir la felicidad en realidad hace a las personas infelices” (El poder del significado, 10). Así que ¿A dónde nos dirigimos? Según un reciente estudio, incluyendo a Smith, necesitamos redescubrir el poder del significado. Encontramos significado cuando vemos nuestras vidas como significativas: cuando podemos darles sentido, y cuando somos dirigidos por un sentido de propósito (El poder del significado, 14). En ocasiones, el significado y propósito pueden estar en desacuerdo, pero un sentido de significado nos da la habilidad para experimentar una felicidad que no es simplemente artificial o egoísta. Sin entrar en las sugestiones de Smith para elaborar una vida significativa, es importante considerar si es que esto es o no incluso posible en el mundo Darwiniano. Richard Dawkins escribe, “Si el universo fuera solo electrones y genes egoístas, tragedias sin sentido… son exactamente lo que deberíamos esperar, junto con buena fortuna igualmente sin sentido. Tal universo no sería ni bueno ni malo en intención. No manifestaría intenciones de ningún tipo… El universo que observamos tiene precisamente las propiedades que deberíamos esperar si no hay, en definitiva, ningún diseño, propósito, maldad y ningún bien, nada excepto ciega y despiadada indiferencia” (River out of Eden, 132-133). En un mundo Darwinista, tú podrías ser capaz de encontrar felicidad temporal, pero no significado objetivo. El mundo material es indiferente al gozo o al dolor. Lo bueno y lo malo no son más que construcciones sociales que hemos creado, y el bien para ti puede muy bien ser el mal para tu vecino. Al final, sin un ser trascendente como Dios para proveer significado objetivo, somos dejados creando el nuestro. El significado se convierte en una herramienta que usamos para distraernos de la realidad de la crueldad de la vida, pero es solamente una ilusión. Si estas intentando crear tu propio significado para sobrevivir la vida, entonces el significado es reducido a la categoría de mecanismo de afrontamiento. Pero, ¿Y si hay tal cosa como el significado real que no es una manera de escapar de la realidad, sino de redescubrirla? Como Smith lo nota, todos estamos buscando este tipo de significado, pero a menudo no sabemos dónde mirar para encontrarlo. Como cristiano, creo que la Biblia nos provee con el mejor sistema para entender nuestra sed por significado al igual que nuestro sentido inherente de dignidad humana. Según las escrituras, no somos organismos sin significado en un mundo ciegamente indiferente, sino personas creadas intencionalmente a la imagen de Dios. Como tales, no somos una infección sobre la tierra, sino criaturas con dignidad merecedoras de respeto. Irónicamente, algunos pueden no creer en la Biblia y aún vivir simultáneamente como si fuera cierto. Incluso, sin el Dios creador, es difícil concebir como podría ser. En un mundo naturalista, somos dejamos agarrándonos de un significado que subjetivamente nosotros creamos, esperando que pueda darnos algún tipo de consuelo objetivo. No puede. El significado no es algo que inventamos, sino algo de lo que nos damos cuenta que estuvo ahí todo el tiempo. Dios creó a la humanidad buena y dotó la raza humana con un lugar privilegio entre la creación. Como la imagen de Dios, el hombre y la mujer son llamados a reflejar a su bondadoso creador al adorarle fielmente. Este no es un propósito que nosotros evocamos desde acá abajo, sino uno que nos atrapa desde arriba e infunde el mundo con eso que desesperadamente todos nosotros estamos buscando. Si estás agotado de intentar crear tu propio significado, o te has rendido a la búsqueda en general, entonces escucha las palabras de Jesús: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mat. 11:28-29). El mismo Dios que le da al mundo significado te invita a venir y aprender de Él, y te promete el tipo de descanso que el naturalismo nunca podrá proveer: descanso para tu alma inquieta.