Hablar sobre sexo es difícil para muchas personas. Me incluyo en esto. Echemos un vistazo unos doce años atrás. Mi esposa y yo estábamos comprometidos y a semanas de nuestra boda. Es nuestra última sesión de consejería prematrimonial con el pastor que oficiaría nuestra boda. Nos encontrábamos en su sala hablando sobre sexo y, para esta reunión, la esposa del pastor nos acompañaba por primera vez. Su esposa es médica y se siente más cómoda con el cuerpo humano de lo que yo me sentía (y probablemente me sigo sintiendo). En algún momento de la conversación miré a mi regazo y noté que algo raro pasaba con el cojín decorativo que sujetaba con mis manos. No me había dado cuenta, pero conforme avanzaba la conversación yo apretaba más y más el cojín hasta que las plumas parecían estar a punto de salir volando por todos lados. Así de incómodo me sentía. La modestia de la familia en que fui criado así como mi propio pecado sexual en el pasado habían fallado en prepararme para hablar sobre el sexo de una manera sana. Pero casarme, tener hijos, hacerme pastor y escribir un libro sobre pornografía me han forzado a cambiar. Tú necesitas lo mismo. Todo se reduce a tener la suficiente fuerza de voluntad para enfrentar el conflicto en pro de una mejor relación. Solo porque hablar de sexo con tu esposa pueda ser difícil no significa que deba quedarse sin hablar. Por más doloroso e incómodo que pueda ser, debes hacerlo. Además, cada uno tiene expectativas sobre el sexo y, si no las hablan, ¿cómo puedes esperar que el otro las conozca? Ahora, supongo que ella puede deducir que estás frustrado por el sexo si andas triste y con caras por la casa. Pero no hay nada romántico ni piadoso en eso. Y, para que nadie me malentienda, pongo un descargo de responsabilidad. Cuando digo “comunica tus expectativas”, no estoy diciendo que tu esposa debe cumplirlas automáticamente. No estoy diciendo eso en absoluto. Hablaremos más sobre esto en la siguiente sección. Pero, por ahora, lo único que diré es que no trates de enterrar tus expectativas sexuales en lo profundo de tu corazón. Si no se cumplen, no podrás pretender para siempre que estás contento con eso. Eventualmente, tus frustraciones saldrán a la luz. Amar a tu esposa bien y ser un líder espiritual en tu hogar significa tomar la iniciativa en estas cosas. Cuando lo haces, asegúrate de no hacerlo en un contexto de intimidad con tu esposa. No le digas que estás frustrado cuando es casi media noche y ella está totalmente agotada tratando de darse una ducha rápida y tú molesto porque no te invitó a ducharte con ella. Ayudará muchísimo tener esta conversación en el desayuno o comida o en una salida a caminar por la tarde. Es decir, no en el contexto de la cama.
Preguntas de diagnóstico
- ¿Te es incómodo hablar de sexo con tu esposa? ¿Qué lo hace así? ¿Podría ser por causa del pecado sexual en el pasado, en especial tuyo? Si es así, ¿debes arrepentirte por algo antes de mencionar el tema? ¿Necesitas escucharla antes de comenzar a hablar?
- ¿Hay algún abuso involucrado en el pasado de alguno de los dos que haga más difícil esta conversación? Si es así, ¿qué podrías hacer para trabajar esto en un ambiente seguro, tal vez con un consejero profesional?
- ¿Cómo afecta la manera como fuiste criado la facilidad con la que hablas sobre el sexo?
- ¿Qué tan frecuentemente te gusta tener sexo con tu esposa? ¿Qué tan frecuentemente quiere tu esposa tener sexo? ¿Quién debe ser el que comienza la intimidad? ¿Cómo deben ser enviadas estas señales? ¿Hay otros aspectos más delicados de tu intimidad que deban dialogar?
