Hoy estamos hablando acerca de la música, de la música de la iglesia. Nos referimos a cómo elegir cantos para tu iglesia que sean útiles para la congregación.
Cantos teológicamente sólidos
Lo primero que quiero decir es que hay que elegir cantos que sean teológicamente sólidos. Ahora, en esto debemos tener cuidado. No estamos queriendo decir que necesariamente deban ser teológicamente densos. No todos los cantos tienen que estar cargados de verdades. Pero tienen que contener la verdad. Lo que significa que no pueden estar vacíos de contenido. Así que tenemos que evaluar cuidadosamente los cantos para asegurarnos de que son fundamentalmente verdaderos. Pero hay un lugar para cantos sencillos.
Recientemente reflexionaba sobre el Salmo 117, de solo dos versículos. El Salmo 118, que tiene 29 versículos. El Salmo 119, que parece no terminar por lo largo que es. Hay un libro de Salmos, de modo que en ese entonces, las personas cantaban desde los himnos cortos hasta los muy largos. Y podemos aprender de eso. Podemos cantar algo corto o algo largo. Lo que importa es la verdad. Lo que importa es que contengan sana doctrina.
Cantos congregacionales
Lo segundo es elegir cantos que sean congregacionales. Lo que quiero decir es que hay cantos destinados a ser cantados por un grupo de personas. En los últimos años, hemos empezado a elegir nuestras canciones basándonos en lo que escuchamos en la radio cristiana o en álbumes cristianos. Y eso no quiere decir que sean malas o que tengan algo inapropiado, pero el canto congregacional realmente requiere canciones congregacionales. Así que deberíamos pensar en las canciones: si las puede cantar un grupo, si las pueden cantar músicos aficionados, personas que probablemente no se ganan la vida cantando y que probablemente no saben mucho de música.
La belleza de la composición y el canto de himnos no es solo el contenido de las canciones, sino el hecho de que sean muy, muy cantables. Cualquiera puede cantar Sublime gracia y entenderlo casi de inmediato. Y muchos de los himnos antiguos son así. Así que volvamos, como iglesia, a cantar himnos que puedan ser cantados por un grupo. No tenemos que cantar canciones que sean populares. No tenemos que cantar esos estilos musicales. Elijamos canciones que sean verdaderamente, genuinamente cantables.
Cantos que tengan futuro
El tercer principio es elegir canciones que tengan futuro. Lo que quiero decir es que intentes en la medida de lo posible anticipar qué canciones seguiremos cantando dentro de unos años. Es cierto que tal vez no haya nada de malo en elegir canciones con un propósito particular. Como cuando hacemos énfasis en las misiones. Por eso, cantaremos algunas canciones que tal vez no sean los mejores himnos de todos los tiempos, pero realmente encajan con este énfasis que tenemos en el momento. Eso está bien. Pero, por lo general, cuando añades nuevas canciones al repertorio de una iglesia, ¿por qué no te enfocas en canciones que realmente perdurarán por el mayor tiempo posible?
Ahora, en esto a veces nos equivocamos. Piensa en Fanny Crosby y Charles Wesley, los mejores escritores de himnos y quienes escribieron la mayor cantidad de himnos. Escribieron entre ocho y diez mil himnos cada uno. Hoy cantamos unos veinte o treinta. ¿Por qué no cantamos los demás? Probablemente porque no eran tan buenos, pero alguien tenía que cantarlos, y me alegro de que lo hicieran. Los cantaron hasta que se dieron cuenta de que no eran tan buenos. Hoy tenemos esa responsabilidad, pero necesitamos encontrar esos himnos que realmente tienen futuro. Los que seguiremos cantando dentro de veinte años. Los que quizá cantemos algún día junto a la cama de alguien que esté muriendo en el hospital. Estos son los himnos que realmente merecen nuestra atención.
Incorporar con moderación, repetir con regularidad
Antes de terminar, quiero añadir este bono: incorporar con moderación, repetir con regularidad. Esto es lo que quiero decir. No añadas una nueva canción que escuchas el miércoles en la radio y, la añades en la iglesia el domingo, no hagas eso. Piensa en tus canciones, entiende realmente si van a ser buenas canciones, luego añádelas con moderación. No añadas canciones nuevas todo el tiempo. Los himnos que tienen, que han desarrollado como repertorio como iglesia, cántenlos una y otra vez hasta que realmente los entiendan. Una buena idea podría ser elegir un himno o una canción, y cantarlos una vez cada domingo durante todo un mes o dos meses hasta que las personas realmente los entiendan. Una cosa que hacemos en nuestra iglesia, es que tenemos cantos de himnos a veces en la noche donde podemos enseñar una nueva canción o dos. Pero podemos cantar algunas de ellas, y asegurarnos de que realmente llegan a lo más profundo de los corazones de las personas, a sus vidas. Así que considéralo. Considera añadir con moderación y cantar con regularidad. Asegúrate de que esos himnos lleguen a la mente de las personas una y otra vez.
En fin, estos son solo algunos principios sobre cómo añadir himnos a una iglesia, espero que te resulten útiles.
Publicado originalmente en Challies.