Cuando la oscuridad viene en Navidad

Cuando la profunda oscuridad cae y parece que nunca volverá a levantarse, es cuando debemos orar pidiendo fuerza para comprender lo que está más allá de nosotros.
Foto: Envato Elements

Belén, en la época del nacimiento de Jesús, era una pequeña ciudad de apenas trescientos habitantes. Sin embargo, en un período de apenas unos meses, fue testigo de la gloriosa y humilde entrada de Dios Hijo en el mundo, así como de la brutal muerte de niños por orden de Herodes el Grande, que intentó matar al Hijo. No es improbable que algunos habitantes fueran testigos directos de ambos acontecimientos.

En la escena ficticia que sigue a continuación, Lemuel, un pastor que presenció a los ángeles, visita a su cuñado Jacob, el posadero que había proporcionado a la Sagrada Familia el único lugar disponible que tenía en ese momento. Han pasado nueve semanas desde la Matanza de los Inocentes, en la que Lemuel sufrió la pérdida de su propio hijo, Zabdi. Jacob había perdido a su esposa Raquel, a sus hijos José y Benjamín, y la mayor parte de su brazo derecho (su historia se cuenta en la obra de ficción de John Piper, The Innkeeper [El posadero]). Ambos intentan asimilar la incomprensible gracia y el dolor que experimentaron al verse atrapados en el fuego cruzado cósmico que siguió a aquella primera Navidad.

«¿Cómo está el brazo?», preguntó Lemuel. «Oh, el dolor mejora cada día», respondió Jacob, mostrando el muñón vendado de su brazo derecho. «Lo más extraño es que a veces puedo sentir los dedos, como si aún estuvieran allí».

Luego apretó los ojos con fuerza mientras ahogaba un sollozo. «También me pasa con Raquel y los chicos». Ambos lloraron, como habían hecho a menudo en los dos últimos meses. Cuando pasaron las punzadas de dolor, Jacob dijo: «A veces oigo sus voces. Me encuentro buscándolos en la habitación de al lado o por la ventana». Lemuel asintió, limpiándose la nariz. «Lo sé. Yo también».

Portada de la obra de ficción The Innkeeper (El posadero, en español) de John Piper. / Foto: Amazon

Lemuel había estado en el campo el día que llegaron los soldados. Cuando el sonido de los lamentos de las mujeres llegó a sus oídos, había venido corriendo. Pero era demasiado tarde. Encontró a su esposa, Débora, de rodillas frente a la puerta de su casa, abrazada a su hijo sin vida y meciéndose en una agonía silenciosa. La sangre de Zabdi los cubría a ambos. Solo tenía dieciséis meses.

Miriam entró en la habitación con agua para las dos amigos. «¡Hermana mía, qué misericordia de Dios!», dijo Jacob. «Ella me ha mantenido con vida, y ha mantenido la posada en funcionamiento estas nueve semanas. Vendas frescas para mi brazo, paños frescos para mi cabeza febril, comida caliente para los huéspedes, paja limpia para las bestias, ¡y quién sabe cuántos viajes al pozo!». Miriam sonrió. «No puedes contar tan alto», dijo, “¿puedo traerte algo?”. «¡Eso debería preguntártelo yo!», dijo Jacob. «Ya te llegará la hora», dijo ella, marchándose con el plato de fruta agotado.

«¿Cómo está Débora?», preguntó Jacob. «Eso es difícil de decir», dijo Lemuel, «ella todavía no habla mucho. Pero creo que está tan bien como podría estarlo alguien cuyo bebé y mejor amiga fueron asesinados el mismo día. Tu Raquel era mi hermana, pero estaba mucho más unida a Débora que a mí».

«¿Y cómo estás tú?», preguntó Jacob. Lemuel agitó suavemente su cuenco de agua en círculos. «Es difícil imaginar que esta oscura tristeza desaparezca alguna vez», dijo. «Es como una pesada manta que lo cubre todo». Jacob asintió y dijo: «Pero algún día lo hará. El salmista dice: ‘Amanece la luz en la oscuridad para los rectos’ (Sal 112:4)».

Lemuel sintió una profunda frustración y soltó: «Pero ¿por qué ha llegado la oscuridad? Hace cuatro meses estaba tan lleno de alegría. El ángel nos inundó de luz cuando anunció que el Mesías había llegado. Y entonces lo vi, al Mesías, en tu establo. Bailamos juntos por esta ‘buena nueva’ de ‘paz en la tierra'».

John Piper realizando una lectura de The Innkeeper. / Foto: Desiring God

«Pero dos meses después: oscuridad. Nos llegó la violencia, no la paz. Zabdi y Raquel y José y Benjamín, todos asesinados por ese demonio, Herodes, porque intentaba matar al Mesías. ¿Por qué? ¿Por qué permitiría Dios que una luz tan maravillosa fuera engullida por una oscuridad tan horrible?».

«No sé por qué se permitió ese mal», respondió Jacob. «No soy teólogo, pero no creo que Dios responda nunca a ese tipo de preguntas de ‘por qué’, al menos no de la manera que nosotros queremos».

«Desde que Raquel, José y Ben murieron, Job se ha convertido en mi amigo íntimo. He pensado mucho en Job, en sus pérdidas y su dolor. Cuando su dolor arreciaba, él también se hacía muchas preguntas de por qué, y Dios no respondía a ninguna de ellas. Sin embargo, una cosa está clara en la historia de Job: ocurrían muchas más cosas de las que Job podía comprender. Y eso me ha ayudado. ¿Cuánto más cierto debe ser eso sobre la venida del Mesías?».

«Lo que les sucedió a nuestros seres queridos fue malo. Estuvo mal, igual que lo que le ocurrió a Job. Satanás lo afligió y mató a sus hijos. Creo que Satanás también mató a los nuestros. Pero Dios no estaba fuera de control cuando el mal golpeó a Job y no estaba fuera de control cuando el mal golpeó a nuestras familias».

Lemuel se quedó callado un momento y luego dijo: «Así que Dios tiene el control, pero eso no cambia el hecho de que tu esposa y nuestros hijos siguen muertos». «Lo sé», dijo Jacob. «Y mientras vivamos sentiremos el dolor de sus muertes, y sus lugares vacíos, como miembros perdidos que se supone que deberían estar ahí».

En la obra ficticia The Innkeeper, John Piper comparte la historia de un posadero cuya vida fue alterada para siempre por la llegada del Hijo de Dios. / Foto: Desiring God

«Pero la razón por la que esto nos parece tan oscuro ahora es porque aún no entendemos por qué Dios lo permitió. Todas las grandes historias de la salvación de Dios en el Tanaj contienen momentos de terrible maldad y oscuridad como este. Parte de lo que las hace grandes es cómo Dios vence la oscuridad con la luz. Su bondad soberana es tan poderosa que el peor de los males no puede derrocarla, aunque a veces pasen generaciones antes de que la victoria de Dios quede clara».

«Pero es tan triste que nuestros muertos nunca conocerán la paz del Mesías en la tierra», dijo Lemuel, llorando de nuevo. «Eso no lo sabes», dijo Jacob, con dulzura. «Es posible que ni tú ni yo lleguemos a ver esa paz en nuestras vidas. Por eso la esperanza de Job tiene que ser la nuestra. Creía que viviría para ver a su Redentor incluso después de muerto (Job 19:25-26). Creía en la resurrección. Esa es también nuestra única esperanza. El ángel dijo que esta buena noticia es para todo el pueblo, ¿no es así (Lc 2:10)? El Mesías de Dios vencerá todas las tinieblas para todos Sus hijos de todos los tiempos. Todos Sus santos conocerán la bendición de Su paz, Raquel, José, Ben y Zabdi, y todos los que no vivieron para verlo llegar».

También nosotros estamos atrapados en el fuego cruzado cósmico de la Navidad. Experimentamos tanto «una alegría inefable y llena de gloria» (1P 1:8), como cargas tan grandes que nos hacen desesperar de la vida misma (2Co 1:8). Ambas cosas están más allá de nuestra capacidad de comprensión, porque en la realidad ocurren muchas más cosas de las que aún podemos entender.

Cuando la profunda oscuridad cae y parece que nunca volverá a levantarse, es cuando debemos orar pidiendo fuerza para comprender lo que está más allá de nosotros (Ef 3:18), y confiar en las promesas del Señor, no en la forma en que nos parecen las cosas (Pro 3:5). Porque en esto consiste la Navidad: «La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la han vencido» (Jn 1:5).

Por muy oscuro que sea el capítulo actual, todas nuestras historias en esta época terminarán en la alegría eterna de la Luz omnipotente que brilló primero en la pequeña ciudad de Belén.

¿Cuánto costó alojar al Hijo de Dios? A través de este poema imaginativo, John Piper comparte una historia de lo que podría haber sido, un posadero cuya vida fue alterada para siempre por la llegada del Hijo de Dios.

Reflexiona sobre el sacrificio que se hizo aquella noche. Celebra el nacimiento de Cristo y el poder de Su resurrección. Alégrate por la vida y la luz que trae a todos. Y encuentra la esperanza que Su vida te da para hoy y para la eternidad.


Publicado originalmente en Desiring God.

Jon Bloom

Jon sirve como autor, presidente de la junta y cofundador de Desiring God. Es autor de tres libros, “Not by Sight”, “Things Not Seen” y “Don’t Follow Your Heart”. Él y su esposa tienen cinco hijos y viven en Minneapolis–Saint Paul.

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