Hace poco más de 11 años, mi esposa perdió a nuestro segundo hijo. Desde entonces, Dios en Su providencia nos ha provisto de oportunidades de ministrar a otras parejas que han experimentado esta pérdida única. A pesar de que este tipo de acontecimientos es tan común, es sorprendente como hay personas bien intencionadas que no saben cómo cuidar mejor a los que perdieron un bebé no nacido. Aquí hay algunos consejos para quienes estén interesados en cómo ayudar de una mejor forma a parejas que experimentaron esta perdida y ser sensibles al dolor que sienten.
Abraza la seriedad de la pérdida
El instinto natural de muchos es tratar de minimizar el impacto de la pérdida. El enfoque más común para lograr esto es decir cosas como: “Bueno, tú sabes que esto es normal” o “al menos fue muy temprano en tu embarazo”. Estos comentarios pretenden ser de ayuda. Pero desafortunadamente lo que hacen es minimizar la seriedad de una pérdida como esta. La mejor forma de cuidar de una esposa que ha experimentado un aborto espontáneo es reconociendo la seriedad de la pérdida y el dolor legítimo que está sintiendo.
Anima a ambos, esposo y esposa a lamentarse
Momentos luego de que con mi esposa hallamos que habíamos perdido al bebé, mi padre nos sentó y nos explicó la importancia de lamentarnos por este hecho. Me sonó extraño ya que el niño no había nacido aún. No habíamos conocido al niño como fue con el otro. Pero mi padre nos explicó lo importante que era que habláramos de cómo imaginamos que sería y cómo luciría el niño. Nos insistió que nos entristezcamos por la pérdida y que deberíamos lamentarnos como si fuere cualquier otra pérdida grande en nuestras vidas. Fue liberador que alguien nos diga que eso estaba bien, incluso que nos tomemos un tiempo para llorar. Fue esencial para nosotros, para poder lidiar con la pérdida y seguir adelante.
Instruye al esposo sobre cómo cuidar de su esposa
Los esposos pueden carecer de discernimiento para saber cómo tomar cuidado de sus esposas. Hay dos roles importantes que un esposo debe jugar. Primero, instruye al esposo para que sea paciente mientras la esposa se ajusta a la pérdida. La mujer no solo debe lidiar con la pérdida sino que no puede escapar de todas las señales psíquicas de la misma. Muchas mujeres deben tomar un procedimiento medico llamado DNC que ayuda a remover los restos del bebe que no pudieron salir por su cuenta. Las mujeres además tienen cambios hormonales que vinieron con el embarazo y que toma tiempo volver a la normalidad cuando el cuerpo expulsa el feto. Segundo, insiste al esposo que le permita a su mujer verlo lamentarse. Yo fallé en esta parte cuando intentaba estar fuerte para ella, pero lo que mi esposa necesitaba saber era que también estaba triste por la pérdida.
Afirma la soberanía de Dios en esta pérdida
Es raro que tengamos respuestas a preguntas envueltas en pérdidas como estas, pero siempre debemos tomar los ojos de esta pareja cristiana y fijarlos en Cristo, recordándoles que Dios es bueno y soberano en medio de esta situación. Dios tiene propósitos buenos y maduros para ambos tanto en este sufrimiento como en cualquier otro, debemos confiar en el plan perfecto de nuestro soberano Dios que consuela a Su pueblo cuando es afligido. Léeles pasajes de las Escrituras que ayuden a enraizar esta verdad (2 Cr. 1:3-7; Stg. 1:2-4; Sal. 46; Sal. 139).
Prepáralos para futuras oportunidades de ministerio
En la singularidad de su pérdida, Dios usa eso para preparar de modo exclusivo a una pareja y luego poder ser la voz compasiva para otra pareja que caminará por un dolor similar. La mejor pareja para atender a aquellos que experimentaron un aborto espontáneo son otros que pasaron por lo mismo. Dios nos ha recordado esto a mi esposa y a mí en diversas ocasiones. Recuerda que esa pareja dolorida que buscas ministrar, Dios la puede estar preparando para la misma oportunidad algún día. Esta pérdida se incluye en la promesa de que Dios obra todo para bien a los que le aman (Rom. 8:28). Pastores, guárdense de tratar de minimizar la seriedad de esta pérdida. Es real y dolorosa. Requerirá tiempo y trabajo enfocarse en afligirse y atravesarla. A veces lo mejor que podemos hacer es sentarnos con la pareja, llorar con los que lloran, compartir tu pesar, y afirmar que esta pérdida no ha cambiado el buen y amable Dios que forma a cada uno de nosotros en el vientre de nuestra madre y cuenta nuestros días (y el de nuestros hijos) antes de que exista uno solo (Sal. 139: 13-16).