“Dios es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos en Él”. Si esto es verdad, entonces la oración, como todo lo demás que hacemos (1Co 10:31), es ante todo una búsqueda de nuestra satisfacción en Dios. Sin embargo, a diferencia de todo lo demás, la oración es un medio especialmente vital y precioso que Dios nos ha dado para aumentar nuestro gozo en Él.
¿Por qué digo esto? Porque en la oración vamos directamente a Dios, quien no solo es la fuente de “toda buena dádiva y todo don perfecto” (Stg 1:17), sino que Él mismo es nuestro “gozo supremo” (Sal 43:4). Vemos esto bellamente expresado en una de las oraciones de David:
Me darás a conocer la senda de la vida;
En Tu presencia hay plenitud de gozo;
En Tu diestra hay deleites para siempre (Sal 16:11).
Cuando oramos, estamos buscando un gozo más pleno, un placer más profundo, una vida más abundante en Dios. Queremos glorificarlo aún más en todo lo que hacemos, así que le pedimos que nos satisfaga aún más con Él mismo. Oramos para ver más de Su gloria, para experimentar más de Su fuerza y ayuda, para sentir más gozo en Dios.
Raíz y meta de cada oración
Así que la oración es un medio especialmente vital y precioso que Dios nos ha dado para buscar nuestro gozo en Él. Eso no significa que nuestra experiencia de la oración, si se hace correctamente, siempre nos dejará sintiéndonos más satisfechos con Dios, o que producirá resultados satisfactorios rápidamente. Eso no es lo que la Biblia nos enseña, y el Salmo 16 no es el único tipo de oración que encontramos en la Biblia.
Las oraciones de las Escrituras son sorprendentemente diversas. Cubren el espectro de la experiencia humana. Junto con dulces expresiones de adoración, fuertes declaraciones de fe y cánticos de gozo exultante, hay oraciones de perplejidad ante los caminos de Dios, gemidos en medio del sufrimiento, confesiones de pecado y profundos lamentos. Pero, ¿incluso estas oraciones más difíciles —oraciones que nos ayudan a expresar nuestra angustia y confusión en temporadas dolorosas— podrían ser también medios para buscar el gozo en Dios?
Creo que sí. En la raíz de las dulces oraciones de deleite y de las oraciones atribuladas de los afligidos, está la búsqueda de Dios como la fuente de la satisfacción de los que claman. Tendemos a ver esto de manera más explícita en las oraciones del primer tipo, y a veces solo de forma implícita en las del segundo tipo, pero Dios, nuestro gozo supremo, es la meta que las unifica. Veamos juntos algunos ejemplos del libro de oraciones inspirado de la Biblia: los Salmos.
Mi alma desfallece por ti
Cuando pensamos en una búsqueda en oración de la satisfacción en Dios, la mayoría de nosotros probablemente pensamos en oraciones como el Salmo 63, que saborean dulcemente a Dios:
Porque Tu misericordia es mejor que la vida,
Mis labios te alabarán.
Así te bendeciré mientras viva,
En Tu nombre alzaré mis manos.
Como con médula y grasa está saciada mi alma;
Y con labios jubilosos te alaba mi boca (Sal 63:3-5).
O pensamos en oraciones que comunican un profundo anhelo por Dios:
Anhela mi alma, y aun desea con ansias los atrios del Señor;
Mi corazón y mi carne cantan con gozo al Dios vivo (Sal 84:2).
O pensamos en oraciones que se regocijan en la liberación de Dios:
Esperé pacientemente al SEÑOR,
Y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor.
Me sacó del hoyo de la destrucción, del lodo cenagoso;
Asentó mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos…
Regocíjense y alégrense en Ti todos los que te buscan;
Que los que aman Tu salvación digan continuamente:
¡Engrandecido sea el SEÑOR! (Sal 40:1-2, 16).
En estas oraciones (y muchas más como ellas), oímos a quienes claman deleitándose explícitamente en el Señor (Sal 37:4). Su gozo en Él es palpable, y anhelan todavía más.
Reaviva nuestro gozo en Ti
Pero cuando las oraciones bíblicas expresan arrepentimiento, angustia o tristeza, aún están buscando gozo en Dios. Cuando Israel estaba bajo la disciplina del Señor debido al pecado, por ejemplo, los hijos de Coré oraron:
¿No volverás a darnos vida
Para que Tu pueblo se regocije en Ti?
Muéstranos, oh SEÑOR, Tu misericordia,
Y danos Tu salvación (Sal 85:6-7).
¿Qué es lo que realmente quieren? Que el pueblo de Israel, que está experimentando la indignación de Dios (Sal 85:4), vuelva a experimentar gozo en Dios.
Cuando David, a nivel individual, había pecado gravemente contra Dios, derramó esta oración de profundo arrepentimiento:
Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a Tu misericordia;
Conforme a lo inmenso de Tu compasión, borra mis transgresiones.
Lávame por completo de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado…
Restitúyeme el gozo de Tu salvación,
Y sostenme con un espíritu de poder (Sal 51:1–2, 12).
David, en su doloroso arrepentimiento y pesar, sigue buscando satisfacción en Dios. No solo está pidiendo perdón y limpieza, sino que, a pesar de lo que ha hecho, se atreve a pedir a Dios que le devuelva su gozo.
¿Por qué me has abandonado?
¿Y qué hay de la oración desesperada de alguien en una aflicción severa?
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor?
Dios mío, de día clamo y no respondes;
Y de noche, pero no hay para mí reposo (Sal 22:1-2).
Esta oración fue pronunciada primero por David, y luego por Jesús crucificado (Mt 27:46). Hemos visto cómo David buscó a Dios como su suprema satisfacción, su “gozo supremo”, y el escritor de Hebreos nos dice que Jesús soportó la cruz “por el gozo puesto delante de Él” (Heb 12:2). ¿Hay alguna pista de que esta oración es realmente una búsqueda de gozo en Dios? Leemos más adelante:
Los pobres comerán y se saciarán;
Los que buscan al SEÑOR, lo alabarán.
¡Viva para siempre el corazón de ustedes! (Sal 22:26).
Aunque el afligido aún no ha recibido su respuesta, está saboreando el gozo en la esperanza futura de que él y otros que buscan a Dios no solo serán rescatados, sino que serán saciados en el Dios que buscan.
Incluso en nuestra oscuridad
Pero ¿qué pasa con el Salmo 88, quizás la oración más desoladora de las Escrituras? Es un grito desconcertado de alguien en la agonía de una profunda depresión, y casi parece estar desprovisto de esperanza. Pero no está completamente desprovisto de esperanza. Podemos escuchar un destello en las palabras iniciales de la oración:
Oh SEÑOR, Dios de mi salvación,
De día y de noche he clamado delante de Ti.
Llegue mi oración a Tu presencia;
Inclina Tu oído a mi clamor (Sal 88:1-2).
Este salmo probablemente da voz a la experiencia de algunos que lo leen. Sé algo de este tipo de desolación. ¿Podemos decir que una oración tan angustiada es siquiera remotamente una búsqueda de gozo en Dios? Creo que sí, aunque sea remota; aunque sea solo implícita.
El hecho mismo de que el que clama, aunque en gran miseria, se vuelva a Dios en oración y lo mire como la fuente de su salvación, implica que lo ve como la fuente del gozo que anhela desesperadamente, no muy diferente a David pidiéndole que le devuelva el gozo de su salvación. Creo que esa es la razón por la que Dios incluyó esta oración en la Biblia: lo glorificamos cuando lo buscamos como nuestra satisfacción, incluso en nuestra más profunda oscuridad.
Si te encuentras en una temporada del Salmo 88, el folleto de John Piper, When the Darkness Will Not Lift: Doing What We Can While We Wait for God — and Joy [Cuando la oscuridad no se levanta: haciendo lo que podemos mientras esperamos a Dios… y al gozo] es un recurso maravilloso, lleno de consejo sabio, experimentado, gentil y bíblico.
En todo tiempo
Cuando hablamos de la oración como un medio primario que Dios nos ha dado para buscar nuestra satisfacción —nuestro gozo— en Él, no queremos ser reduccionistas en absoluto. Las oraciones de la Biblia son muy diversas y buscan el gozo de muchas maneras diferentes.
En su diversidad, las oraciones en las Escrituras nos muestran cómo orar “en todo tiempo” (Ef 6:18). Dios nos ha dado estas oraciones para que, ya sea que estemos en temporadas de alabanza o lamento, adoración o confesión, sepamos cómo buscar una satisfacción más profunda en Él. Es Dios quien tiene el poder, la autoridad, la sabiduría, la gracia, la bondad, la justicia, la misericordia, la riqueza y todo lo demás que se necesita, y es solo Dios quien es la fuente del gozo que quienes oran buscan más que cualquier otra cosa. Cada uno de los que oran mira a Dios como la fuente de su plenitud y el manantial de su satisfacción.
La oración, en su esencia, es una búsqueda de nuestro gozo supremo: Dios (Sal 43:4). Y eso es por diseño. Porque “Dios es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos en Él”.
Este artículo se publicó originalmente en Desiring God.