[dropcap]E[/dropcap]n algún momento, todos hemos sido testigos del desastre que causa un amorío. Por una parte, es sorprendente cuánto puede ser destruido por el acto de una persona que comparte intimidad sexual con otra. Pero por otra parte, no sorprende en absoluto si consideramos cuánto significado le ha conferido Dios al matrimonio y a la relación sexual dentro del matrimonio.

Una de las grandes tergiversaciones acerca de los amoríos es que estos comienzan con sexo. Los amoríos no comienzan con sexo. El ir a la cama con un hombre que no es tu esposo, o una mujer que no es tu esposa, nunca es un suceso repentino, imprevisto. Más bien es la decisión culminante en una larga lista de terribles decisiones egocéntricas.

Hace algún tiempo, Denny Burk y yo expusimos en una conferencia, y Denny nos contó acerca de los seis aspectos que usa Tommy Nelson para describir la facilidad con que las personas caen en amoríos extramaritales. Yo los he compartido antes, pero pensé que podría ser útil volver a compartirlos. Creo que cualquier hombre o mujer casados pueden beneficiarse de considerarlos de tanto en tanto. Tómalo como un medio más para cumplir 1 Timoteo 4:16: «Ten cuidado de tu conducta y de tu enseñanza». (Escribiré desde una perspectiva masculina, pero funciona de igual modo si se invierten los pronombres).

1) Eliminar

Los amoríos no comienzan cuando se experimenta intimidad sexual con alguien que no es tu esposa. Un amorío comienza muchísimo antes, cuando se empieza a eliminar la intimidad del matrimonio. No es solo la intimidad del sexo, sino la intimidad que ocasionan las citas, las largas conversaciones cara a cara, y el afecto físico. En lugar de buscar a tu esposa, te vuelves duro y autocomplaciente. Desaparece la alegría y surge el descontento.

2) Encontrar

Cuando eliminas la intimidad de tu matrimonio, inevitablemente encontrarás a alguien más que te resulte atractiva. Ella puede ser físicamente atractiva, puede ser atractiva en carácter, puede ser atractiva porque parece proveer lo que a tu esposa le falta. Independientemente de los detalles, ella tendrá algo que te atraerá y prometerá ofrecerte precisamente aquello que falta en tu propio matrimonio.

3) Disfrutar

Después de aquel encuentro, descubrirás que pronto comienzas a disfrutar tu relación con esa otra mujer. El hecho de disfrutar de esta mujer le permite entrar en el espacio emocional que antes estaba reservado para tu esposa. Es aquí donde el hombre sabio identificará inmediatamente el peligro y se alejará. No obstante, esta situación es placentera, desde luego, y demasiados hombres son negligentes y no toman el camino sabio y piadoso.

4) Facilitar

Si no tomas medidas contra el hecho de disfrutar, pronto comenzarás a facilitar las oportunidades para estar con ella. Estarás merodeando donde es probable que ella esté. Correrás para estar en el sitio donde sus caminos se pueden cruzar. Programarás tu hora de almuerzo para coincidir con el de ella. Provocarás oportunidades para hablar con ella por teléfono o por Facebook, por mensajes de texto, o cara a cara.

5) Expresar

Inevitablemente, esta creciente relación conducirá a una especie de intimidad tan fuerte y estimulante que tendrás que descubrir si ella siente lo mismo. Vas a expresar tus sentimientos. No llegarás de improviso con una plena expresión de tus sentimientos: eres demasiado listo y sutil para eso. Más bien harás un leve tanteo. «Lo paso realmente bien cuando estoy contigo». Y ella responderá: «Yo también lo paso bien contigo». «Ojalá pudiera hablar con mi esposa como hablo contigo». Y ella dirá: «Ojalá pudiera hablar con mi esposo como hablo contigo». Y luego avanzarás hasta: «Ojalá mi esposa fuera más como tú», y ella responderá: «Ojalá mi esposo fuera más como tú». Y en este punto estás atrapado. Estás dentro. Tommy Nelson dice: «Has construido un puente a la Isla de la Fantasía», y ahora con toda seguridad lo vas a cruzar. El vínculo emocional ya está ahí y ahora lo más natural es dar una expresión física a ese vínculo emocional. Esto conduce al último aspecto.

2) Experimentar

Lo único que falta es experimentar la consumación física de ese agrado, esa expresión, ese vínculo emocional. Y entonces están juntos en la cama como adúlteros, enredados en un amorío consumado.

A través de todo esto, la enseñanza de John Owen sigue siente crucial: el pecado siempre apunta a lo máximo; el pecado más pequeño no es más que un paso al pecado más grande y traidor. Aquella decisión de descuidar la búsqueda de tu esposa, el abandono de la intimidad matrimonial, solo fueron los primeros cortos pasos pecaminosos a la destrucción de tu matrimonio.

Le dejaré la última palabra a John Owen, quien reflexiona sobre Hebreos 3:12-13: «Pongan atención, dice él, usen todos los medios, consideren sus tentaciones, vigilen con diligencia. El pecado tiene una traición, un engaño que conduce al endurecimiento del corazón respecto al temor de Dios. El endurecimiento aquí mencionado alcanza la máxima, la suma obstinación; el pecado tiende hacia ello, y cada desorden y lujuria causará cuando menos un avance hacia ello».

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Challies.com.

Tim Challies

Tim Challies es uno de los blogueros cristianos más leídos en los Estados Unidos y cuyo BLOG ( challies.com ) ha publicado contenido de sana doctrina por más de 7000 días consecutivos. Tim es esposo de Aileen, padre de dos niñas adolescentes y un hijo que espera en el cielo. Adora y sirve como pastor en la Iglesia Grace Fellowship en Toronto, Ontario, donde principalmente trabaja con mentoría y discipulado.

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